Buscando Inteligencia Extraterrestre
En relación con las permanentes noticias sobre señales posiblemente captadas desde galaxias lejanas, surge la pregunta si nosotros, la especie humana, anhelamos la existencia de vida extraterrestre. La respuesta es sí.
Desde la apertura de los estudios astronómicos, en los inicios de la historia del hombre, estamos pendientes y con la idea de que existe vida fuera de nuestro planeta. De hecho, hemos formulado ese cuestionamiento como una de las grandes preguntas existenciales del ser humano.
A medida que la tecnología comenzó su progreso y se desarrolló la carrera espacial, una de las principales prioridades junto con la exploración de nuestro entorno, ha sido verificar si existe algún tipo de vida fuera de la Tierra.
Como en todas las cosas, más que las instituciones son las personas las que hacen y generan los cambios. En la exploración del espacio, la obra del celebre astrónomo, escritor y divulgador científico, Carl E. Sagan (1934 – 1996), fue clave para el desarrollo de todos los proyectos de búsqueda de vida e inteligencia en el universo, incluso los que hoy siguen vigentes.
A partir del año 1972, se han enviado cuatro sondas con la intención de recibir de ellas imágenes del espacio y de los planetas del sistema solar, y también, de manera indirecta, llevar consigo un mensaje con el propósito de que, si alguna vez alguien la recibiera o capturara, se exhiben ciertos conceptos que dan a conocer la raza humana y sobretodo, nuestra ubicación en el espacio sideral.
La primera sonda enviada al espacio fue la Pionner 10, lanzada el 2 de marzo de 1972. El 3 de diciembre de 1973 llegó a Júpiter, en 1983 a Neptuno y su última señal recibida fue en el año 2003.
Luego, el 5 de abril de 1973 fue lanzada al espacio la sonda Pionner 11, recibiendo información desde la proximidad del planeta el 4 de diciembre de 1974, en el año 1979 llega a Saturno y en el año 1995 se perdió definitivamente su señal.
Prosiguió la sonda Voyager 1, lanzada el 5 de septiembre de 1977, la que se mantiene activa siendo sus últimas señales recibidas a fines del año 2018. En la actualidad se encuentra a 21.000 millones de kilómetros del Sol, y aunque aún no sale de los bordes del Sistema Solar, ya se encuentra navegando en el llamado espacio interestelar.
La última sonda fue la Voyager 2, lanzada el 20 de agosto de 1977 y al igual que su antecesora, se encuentra navegando en el llamado espacio interestelar.
Otra forma que se ha utilizado para intentar contacto, a partir de la década del 70, es el proyecto SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence – búsqueda de inteligencia extraterrestre), existiendo varias plataformas en todo el mundo para una constante escucha del universo, incluso con SETI@HOME cualquier persona puede colaborar siendo un oído más a través del computador de su casa.
Pero retomando la señal captada hace unos meses, nosotros también hemos enviado pulsos electromagnéticos hacia el cosmos, y un ejemplo es el Mensaje de Arecibo, el cual se despachó el 16 de noviembre del año 1974 hacía un cumulo de estrellas llamado M13, situado en la constelación de Hércules a 25.000 años luz de la Tierra.
El mensaje, con información sustancial de nuestra especie, puede tener un grado de similitud con el que fue recibido entre el 2018 y 2019, ya que los científicos del CHIME/FRB (Proyecto experimental de mapeo de intensidad de hidrógeno de Canadá) han confirmado lo extraño de una señal captada, ya que lo recogido por los radiotelescopios canadienses, llegó a nuestro planeta desde una galaxia que se encuentra 500 millones de años luz. El solo pensarlo se hace complejo, pero si analizamos los trechos del espacio conocido, no es tan lejos, ya que la distancia de un extremo al otro del universo es de 97.000 millones de años luz y si le aplicamos el componente tiempo, la edad del universo calculada es de 13700 millones de años.
Las señales llegadas a nuestro planeta se analizaron desde el período del 16 de septiembre del año 2018 hasta el 30 de octubre del año 2019, dejando en claro que la frecuencia se repetía cada 30 a 60 minutos por 4 días consecutivos, para luego estar silente los 12 siguientes, lo que parece algo un tanto excepcional y que, pese a todos los estudios, los pulsos electromagnéticos de 16 días siguen siendo un misterio.
Si discurrimos, más que acerca del origen, sino que sobre el lugar desde donde proviene, esa señal fue emitida hace tanto tiempo, que lo más factible es que el emisor o el lugar desde donde salió ya no existe. Con esto confirmamos la monstruosidad del cosmos y que en realidad si lo razonamos en lo profundo, nos damos cuenta lo diminutos, frágiles e insignificantes que somos frente a esa inmensidad del universo. Lo más seguro y ojalá esa señal nos demuestre que existe vida inteligente fuera de la Tierra, es decir vida extraterrestre.
El tema será lidiar con la información que la ciencia confirme con toda la mitología y folclore que hay detrás. Porque si una inteligencia extraterrestre pudiese venir a visitarnos, en una nave espacial, por cierto, debería atravesar la barrera espacio-tiempo para ir y venir a nuestro azul planeta.
En conclusión, esta señal recogida por radiotelescopios nos deja de manifiesto dos cosas; primero, hay mucho todavía por descubrir, explorar y conocer, pero, sobre todo, tenemos aún tanto por estudiar.
Si quieren descargar el análisis completo de CHIME/FRB de Canadá, sobre esta interesante y misteriosa señal, pueden acceder al PDF:
https://arxiv.org/pdf/2001.10275.pdf