La “Ciudad Perdida” de las profundidades marinas sigue siendo un misterio para los científicos
En busca de tierras raras, la humanidad se ha precipitado al fondo del mar, lo que supone una amenaza para las fuentes geotérmicas submarinas. Estos son lugares donde la presión y el calor del magma empujan la materia fuera de la corteza terrestre, dando lugar a estructuras extrañas y creando oasis de vida a grandes profundidades, como ningún otro. Se les conoce como “fumadores negros”, pero entre ellos hay singulares como “La Ciudad Perdida”.
La estructura en la ladera de la Cordillera del Atlántico Medio es poco profunda, a 700 m, y el agua aquí es normal, calentada a sólo 40°C, y no a los 400°C habituales para los “fumadores negros”. Esto significa que la “Ciudad Perdida” se formó no tanto por el calor del interior del planeta, sino por otras razones no muy claras. Además, esta formación es la más antigua de todas las conocidas, tiene al menos 120 mil años.
El objeto recibió su nombre porque los crecimientos en el fondo del mar tomaban la forma de extrañas torres, la mayor de las cuales alcanza los 60 m de altura. Y justo al lado, hay una zona con formaciones muy jóvenes que parecen finos tubos o dedos. El líquido no salpica, sino que rezuma como lágrimas. Esto indica la actividad de este campo geotérmico.
Las torres de la Ciudad Perdida no emiten minerales, sino gases que reaccionan con el agua de mar. Aquí hay unas 100 veces más metano e hidrógeno que en cualquier “fumador negro”. Los científicos sugieren que pueden existir estructuras similares en las lunas oceánicas líquidas de Júpiter, Encelado y Europa. Y, a juzgar por la diversidad de vida que hay cerca de ellos en la Tierra, es posible que existan formas similares en otros mundos.