¿Podría alguna vez haber un apocalipsis zombie? Un análisis científico revela la verdad

La fascinación por los zombies no se limita al cine o la literatura; se ha convertido en un fenómeno cultural que despierta curiosidad y temor por igual. Series de televisión, películas y libros han explorado escenarios apocalípticos dominados por estas criaturas, llevando a muchos a preguntarse si los zombies podrían existir en la vida real. A primera vista, la idea parece sacada de la ficción, pero la ciencia ofrece perspectivas intrigantes que merecen ser examinadas.

Este artículo nos sumergiremos en el mundo de los muertos vivientes desde un enfoque científico, desentrañando mitos y revelando verdades sobre la posibilidad de su existencia. Acompáñanos en este análisis riguroso para descubrir si, más allá de la pantalla y las páginas de novelas, los zombies podrían formar parte de nuestra realidad.

La ciencia, con su metodología y rigor, ofrece una perspectiva esclarecedora sobre la interrogante de si los zombies existen en la vida real. A través de la biología, la física y la medicina, podemos entender los desafíos y contradicciones que enfrentaría la existencia de los zombies tal como los conocemos en la ficción.

Los zombies de verdad, representados comúnmente como cuerpos en descomposición que deambulan incansablemente, chocan con los principios básicos de la biología y la química. La descomposición es un proceso irreversible que implica la desintegración de tejidos post-mortem. Factores como la temperatura, la humedad y la actividad microbiana aceleran este proceso, haciendo inviable que un cuerpo en descomposición mantenga la movilidad y funcionalidad necesarias para perseguir a los vivos.

Desde el punto de vista de la mecánica corporal, la locomoción de los zombies enfrenta obstáculos insuperables. La movilidad humana requiere de una coordinación compleja entre el sistema nervioso, los músculos y el esqueleto. En un cuerpo zombificado, donde se presupone un daño cerebral significativo y la descomposición de tejidos, la capacidad para moverse, perseguir o incluso mantenerse en pie sería nula.

Otro aspecto que desmiente la posibilidad de que los zombies existen en la vida real es la necesidad de energía. Todo organismo vivo requiere de un aporte constante de energía para mantener sus funciones básicas, incluida la movilidad. En el caso de los zombies, la ficción a menudo los retrata como seres capaces de persistir indefinidamente sin alimento o agua. Sin embargo, sin un metabolismo activo que proporcione energía, ningún ser, vivo o muerto, puede generar movimiento.

Además, la ciencia ha demostrado que los zombies de verdad serían presa fácil de bacterias, hongos y virus debido a la desconexión de su sistema inmunológico. Los sentidos estarían desconectados, lo que haría imposible capturar a personas vivas. La visión sería deficiente, y no tendrían capacidad de percibir su entorno.

Aunque los zombies como los vemos en la ficción no existen en la vida real, hay fenómenos naturales que recuerdan su comportamiento. El virus de la rabia en mamíferos, el hongo Cordyceps y los gusanos nematomorfos son ejemplos de manipulación de comportamiento en la naturaleza.

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“Enfermedad del ciervo zombi”, por sus síntoma- es una trastorno neurodegenerativo que afecta a especies de ciervos, alces y renos, causando su muerte.

En conclusión, la ciencia nos muestra que los zombies como entidades de la ficción no existen en la vida real. Sin embargo, la naturaleza alberga comportamientos que inspiran el mito. Este viaje entre la realidad y la fantasía subraya la riqueza del mundo natural y su capacidad para sorprendernos.

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