El viaje del disco de oro de la Voyager, una cápsula del tiempo para civilizaciones extraterrestres, lleva el legado de Johnnie Johnson y su rock and roll más allá de las estrellas

En 1977, la humanidad dio un paso audaz hacia lo desconocido con el lanzamiento de las sondas Voyager I y II desde Cabo Cañaveral, Florida. Estas dos naves espaciales, diseñadas inicialmente para explorar los gigantes gaseosos de nuestro sistema solar, tienen el honor de haberse convertido en los objetos más distantes creados por el ser humano. Pero su trascendencia no se limita solo a los datos científicos que recopilaron en su camino hacia el espacio interestelar. A bordo de cada una de estas sondas, hay una pieza cultural invaluable: un disco de oro titulado “Los sonidos de la Tierra”, una cápsula del tiempo destinada a comunicar la historia de nuestro mundo a posibles civilizaciones extraterrestres. Dentro de ese tesoro musical, resuena una conexión directa con Virginia Occidental: el inmortal “Johnny B. Goode”, un clásico del rock and roll de Chuck Berry, que cuenta con la participación de Johnnie Johnson, un nativo de Fairmont.

Una botella al océano cósmico

Los discos de oro que acompañan a las Voyager son una representación simbólica de la humanidad. El comité encargado de seleccionar su contenido fue presidido por el célebre científico planetario Carl Sagan, quien entendió que, aunque la probabilidad de que estos discos fueran encontrados y escuchados por seres extraterrestres era remota, su creación representaba una esperanza inquebrantable en la capacidad de la humanidad para trascender el tiempo y el espacio.

“El lanzamiento de esta botella al océano cósmico dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta”, comentó Sagan. Y es que, aunque las sondas Voyager fueron diseñadas para una misión de exploración espacial, el hecho de que llevaran una colección de sonidos e imágenes de la Tierra es una poderosa declaración sobre el deseo humano de conectarse con otros, incluso más allá de nuestro propio mundo.

Un trozo de historia musical en el espacio

El disco de oro no es solo un objeto tecnológico. Es una obra de arte, una cápsula cultural diseñada para ser reproducida por cualquier inteligencia lo suficientemente avanzada como para encontrarla y decodificarla. Además de “Johnny B. Goode”, la única canción de rock and roll incluida en el disco, la grabación contiene 27 pistas musicales que van desde música clásica hasta canciones tradicionales de diversos países. Los sonidos de la naturaleza, saludos en 55 idiomas y otros elementos clave fueron seleccionados cuidadosamente para representar la diversidad y la belleza de nuestro planeta.

Entre las estrellas, Johnnie Johnson, cuyo talento al piano fue una parte fundamental del éxito de Chuck Berry, tiene un lugar inmortalizado. Aunque falleció en 2005, su legado perdura no solo en la memoria de su ciudad natal, Fairmont, que celebra su vida y música con el Festival de Jazz Johnnie Johnson, sino también en el vacío cósmico, donde su interpretación musical sigue su curso a través del espacio profundo.

La misión Voyager y su importancia histórica

Las misiones Voyager fueron posibles gracias a una alineación planetaria rara, un fenómeno que solo ocurre una vez cada 176 años. Esta configuración permitió a las sondas usar la gravedad de los planetas gigantes para propulsarse más allá de nuestro sistema solar, recolectando datos cruciales y, eventualmente, dejando atrás a todos los planetas conocidos en su viaje hacia el espacio interestelar. Este logro no solo representa un hito en la exploración espacial, sino también un testamento de la capacidad humana para superar las fronteras de lo conocido.

Hoy en día, ambas sondas se encuentran a miles de millones de kilómetros de la Tierra, y aunque la NASA perdió temporalmente contacto con la Voyager 2 en 2023, los científicos siguen monitoreando sus señales, un recordatorio del increíble viaje que iniciaron hace más de cuatro décadas.

Las sondas Voyager I y II no solo expandieron nuestro conocimiento del universo, sino que también llevaron consigo una pieza esencial de la cultura humana: nuestra música, nuestros saludos y nuestra historia. Para Virginia Occidental, la inclusión de “Johnny B. Goode” en el disco de oro es un honor, ya que el talento de Johnnie Johnson y su influencia en el rock and roll trascienden las fronteras terrestres y recorren el espacio infinito. Así, mientras las sondas continúan su viaje hacia lo desconocido, el legado musical de Fairmont viaja con ellas, en busca de una nueva audiencia entre las estrellas.

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