La Misteriosa Aeronave Desconocida que Sobrevoló Massachusetts: La Historia que Fascinó a Miles en 1909

Un vuelo enigmático que iluminó los cielos y desató el asombro colectivo
La noche del 24 de diciembre de 1909 quedó grabada en la memoria de miles de personas en Massachusetts como una de las más intrigantes de la historia. Un misterioso aeroplano surcó los cielos a altitudes inauditas, atrayendo la atención de curiosos, periodistas y entusiastas de la aviación. Lo que parecía ser un simple avistamiento nocturno terminó siendo el inicio de un relato lleno de secretos, investigaciones clandestinas y avances tecnológicos nunca antes vistos.

La primera pista: un cobertizo en West Boylston

El misterio comenzó a tomar forma cuando un representante de United Press, en busca de información sobre la supuesta nave aérea, descubrió actividad sospechosa en una propiedad de West Boylston, a solo seis millas de Worcester. En un cobertizo de más de 100 pies de largo, escondido entre densos bosques, catorce hombres trabajaban en lo que parecía ser un proyecto secreto. El propietario del terreno, Paul B. Morgan, conocido amigo del pionero aviador Wallace E. Tillinghast, era una figura clave en el mundo de la navegación aérea.

Aunque el periodista no logró observar el aeroplano directamente, el lugar despertó sospechas. Los hombres encargados del proyecto no tardaron en reaccionar, deteniendo al intruso y llevándolo ante un juez de paz, donde fue multado por allanamiento. Este episodio alimentó aún más las teorías sobre la existencia de una máquina voladora revolucionaria escondida en el corazón de Massachusetts.

Un vuelo que deslumbró al estado

Esa misma noche, el misterioso avión fue visto por miles de personas en diferentes ciudades de Massachusetts. Desde Marlboro hasta Fitchburg, pasando por Boston y Salem, sus luces brillantes surcaron los cielos, dejando a los testigos boquiabiertos. Muchos afirmaron haber visto los contornos de una nave que se asemejaba a los monoplanos de pioneros de la aviación como Louis Blériot y Hubert Latham.

Los detalles descritos por los testigos eran asombrosos. La nave volaba a altitudes variables, desde 100 hasta 1,000 pies, y alcanzaba velocidades de hasta 80 millas por hora. Algunos incluso afirmaron que la máquina permanecía estacionaria en el aire durante varios minutos, demostrando un control excepcional. La nave parecía llevar a dos ocupantes: uno cerca del faro delantero, cuya luz era visible a kilómetros de distancia, y otro en la popa, iluminado por una luz tenue.

El genio detrás del misterio: Wallace E. Tillinghast

Todas las sospechas apuntaban a Wallace E. Tillinghast, un empresario e inventor de Worcester que meses antes había declarado haber realizado un vuelo exitoso de ida y vuelta entre Worcester y Nueva York. Aunque sus afirmaciones fueron recibidas con escepticismo, el avistamiento de esta misteriosa nave pareció darles credibilidad.

Tillinghast no estaba solo en su empeño. Paul B. Morgan, conocido por invertir grandes sumas de dinero en proyectos aeronáuticos, era un colaborador cercano. Se creía que ambos habían trabajado en perfeccionar un aeroplano capaz de realizar hazañas nunca antes vistas.

Un fenómeno que trascendió los cielos

El impacto del misterioso aeroplano no se limitó al ámbito de la aviación. El evento desató un frenesí mediático, con periodistas y ciudadanos intentando seguir la pista de la nave. Sin embargo, la luz que fascinó a miles también desapareció sin dejar rastro, sumiendo el caso en un misterio aún mayor.

A pesar de los esfuerzos por localizar el hogar de esta maravilla tecnológica, los secretos de Tillinghast y Morgan permanecieron ocultos. Las autoridades locales, los testigos y la prensa no lograron confirmar ni desmentir la existencia del avión, dejando un legado de intriga que ha perdurado por más de un siglo.

El enigma del aeroplano de 1909 refleja el espíritu de una era de descubrimientos y avances tecnológicos. Aunque nunca se confirmó la verdadera naturaleza de la nave, su historia simboliza el deseo humano de explorar lo desconocido y superar los límites de lo posible.

Hoy, más de un siglo después, el relato sigue cautivando a historiadores y entusiastas de la aviación. ¿Fue el aeroplano de Tillinghast un ejemplo de innovación adelantada a su tiempo? ¿O se trató de un mito alimentado por la imaginación colectiva? La respuesta, al igual que la nave misma, permanece fuera de nuestro alcance.

 

Referencia

Crónica de Willimantic (CT) , 24 de diciembre de 1909, página 1

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