La Iglesia Ortodoxa Rusa tilda de “oscurantismo” la creencia generalizada en extraterrestres
Un alto representante eclesiástico cuestiona los resultados de una encuesta que revela que el 79% de los rusos cree en vida inteligente fuera de la Tierra, equiparando esta fe con la superstición en duendes y brujas.
En una declaración que ha generado un intenso debate entre la fe, la ciencia y la cultura popular, la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) ha calificado de “oscurantismo” la creencia en civilizaciones extraterrestres. La afirmación, realizada a través de su portavoz Vakhtang Kipshidze, se produce como respuesta a una reciente encuesta del Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM), cuyos resultados pintan un panorama de profunda convicción en lo cósmico entre la ciudadanía rusa.
Una Nación con la Mirada en las Estrellas
Los datos del sondeo de VTsIOM son elocuentes. Aproximadamente el 79% de los rusos encuestados afirma creer en la existencia de vida inteligente más allá de nuestro planeta. Este amplio consenso se matiza con creencias más específicas: casi la mitad de los participantes (49%) está convencida de que los extraterrestres ya visitan la Tierra en secreto, manteniéndose ocultos a la vista humana. Además, un significativo 10% manifiesta temor ante un posible escenario de conquista del planeta por parte de estas civilizaciones interestelares. Estas cifras reflejan una fascinación por lo desconocido que trasciende generaciones y se alimenta de décadas de cultura científica y de ciencia ficción.
La Postura Eclesiástica: Fe versus “Fe Científica”
Frente a estos datos, la postura de la IOR ha sido firme y crítica. Vakhtang Kipshidze, subdirector del Departamento Sinodal de Relaciones Iglesia-Sociedad y Medios de Comunicación, cuestionó la validez misma del enfoque de la encuesta. En declaraciones a Gazeta.Ru, Kipshidze argumentó que la fe es una categoría inherente a la religión, no a la ciencia. Subrayó que, a día de hoy, no existe evidencia científica alguna que respalde la existencia de civilizaciones extraterrestres.
Desde la perspectiva eclesiástica, si el objetivo del estudio era identificar formas de oscurantismo —entendido como la negación de la racionalidad científica en favor de la superstición— en la sociedad rusa, los resultados son ilustrativos. Kipshidze equiparó la creencia en extraterrestres con otras formas de superstición que, según su punto de vista, persisten en el imaginario colectivo, como la fe en “duendes, brujas y duendes del bosque”, agrupándolas bajo la misma etiqueta de “hombrecitos verdes”.
Un Debate que Trasciende lo Coyuntural
Esta no es la primera vez que un representante de la IOR se pronuncia sobre temas que intersectan con la vida moderna y las creencias populares. Recientemente, el sacerdote Fyodor Lukyanov, presidente de la Comisión Patriarcal de Asuntos Familiares, se refirió a la edad ideal para la maternidad, sugiriendo que tener hijos alrededor de los 20 años permite a las mujeres alcanzar su máximo potencial. Estas intervenciones muestran un esfuerzo constante de la institución por posicionarse en debates sociales contemporáneos.
El comentario sobre la vida extraterrestre, sin embargo, toca fibras particularmente sensibles. Por un lado, se alinea con el escepticismo científico oficial al exigir pruebas empíricas. Por otro, genera una aparente paradoja al utilizar un término como “oscurantismo”, a menudo asociado con épocas de represión del conocimiento, para referirse a una creencia que muchos entienden como una extrapolación de los descubrimientos de la astronomía moderna.
La declaración de la Iglesia Ortodoxa Rusa deja al descubierto una compleja tensión entre diferentes sistemas de creencias en la Rusia actual. Mientras una abrumadora mayoría de la población encuentra espacio para la posibilidad de vida extraterrestre dentro de su comprensión del universo, la institución religiosa principal del país insiste en demarcar los límites de lo que considera fe legítima y superstición. El debate, lejos de ser una mera anécdota, evidencia el pulso constante por definir la frontera entre lo racional y lo irracional en la esfera pública, un diálogo donde la ciencia, la religión y la cultura popular chocan y se entrelazan de manera fascinante.