Galaxias “Antenas” de Civilizaciones? Un Científico Propone que el Brillo Cósmico Podría Ser la Firma de Billones de Sociedades Alienígenas
El astrónomo Brian Lacki sugiere que las emisiones de radio de galaxias enteras, tradicionalmente atribuidas a fenómenos naturales, podrían ser la acumulación de las transmisiones de innumerables civilizaciones interestelares, ofreciendo una nueva perspectiva a la Paradoja de Fermi.
Durante décadas, la humanidad ha escrutado el cosmos en busca de una señal, un eco que rompiera el silencio para confirmar que no estamos solos. La Paradoja de Fermi, que cuestiona la aparente contradicción entre la alta probabilidad de vida extraterrestre y la falta de evidencia de ella, ha sido un rompecabezas central de la astrobiología. Ahora, una nueva y audaz hipótesis propone que la respuesta no yace en una sola señal, sino en el resplandor combinado de billones de ellas, tan integrado en el firmamento que lo hemos estado observando sin reconocerlo.
La Hipótesis del Brillo Artificial Colectivo
El Dr. Brian Lacki, astrónomo de la prestigiosa Iniciativa Breakthrough Listen, ha planteado una teoría que redefine el enfoque de la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI). En una serie de tres artículos académicos —actualmente en fase de revisión previa a su publicación—, Lacki postula que las galaxias que exhiben un brillo radioeléctrico particularmente intenso podrían no estar solo alimentadas por fenómenos astrofísicos como cuásares o agujeros negros supermasivos. En su lugar, sugiere que este fulgor podría ser la firma tecnológica colectiva, o “tecnofirma”, de un vasto número de civilizaciones avanzadas.
La premisa central es que, aunque el surgimiento de una civilización interestelar podría ser un evento raro, su potencial de expansión y replicación una vez alcanzada la tecnología necesaria es exponencial. “Si los viajes y la migración interestelar son realmente posibles, entonces las Inteligencias Extraterrestres (IET) son diferentes de los fenómenos astrofísicos conocidos en que pueden reproducirse”, escribe Lacki en su primer artículo. “La replicación puede amplificar los caprichos de la historia a escalas galácticas”.
Galaxias de la Suerte: Un Universo de Extremos
Esta perspectiva conlleva una implicación profunda: la distribución de vida inteligente en el universo no sería uniforme. Una galaxia podría estar completamente estéril, mientras que otra, aparentemente idéntica en composición y edad, podría albergar billones de mundos habitados por descendientes de una única civilización que logró expandirse. Lacki denomina a estas últimas “galaxias de la suerte”, donde la actividad tecnológica es tan ubicua que su firma colectiva se vuelve detectable a distancias interestelares.
“Por lo tanto, suponiendo que las IET interestelares son raras, una galaxia podría no tener ninguna IET, mientras que otra, astrofísicamente indistinguible, podría tener miles de millones de mundos habitados”, añade el científico. Esto motiva un cambio de paradigma: en lugar de buscar señales puntuales de estrellas individuales, debemos analizar estadísticamente la emisión tecnológica de galaxias completas.
Los Desafíos de Separar lo Natural de lo Artificial
La metodología propuesta por Lacki consiste en establecer límites superiores a la cantidad de galaxias que podrían exhibir este “brillo artificial”. Al comparar el número observado de galaxias con fuertes emisiones de radio con modelos predictivos, se podría determinar qué fracción de ese brillo no puede ser explicada por procesos naturales. “Si tienes un subconjunto [de galaxias] con muchas transmisiones de radio, aparecerán brillantes en radio”, explicó Lacki a Universe Today. “Dado que básicamente sabemos cuántas galaxias hay en cada nivel de flujo, podemos establecer límites superiores sobre cuántas de estas ‘galaxias de radio artificial’ existen”.
Sin embargo, el principal obstáculo es la discriminación. Distinguir entre el resplandor de billones de transmisores alienígenas y la energía liberada por un agujero negro supermasivo es, con la tecnología actual, casi imposible. “El problema es que no se puede decir si esa emisión es natural o artificial solo por saber cuán brillante es en radio”, admitió Lacki, señalando que, en la inmensa mayoría de los casos, la explicación más probable sigue siendo la natural.
La propuesta de Lacki no descarta otros enfoques, sino que enriquece el panorama de SETI. Mientras su teoría analiza el ruido de fondo galáctico, otros proyectos buscan tecnofirmas más específicas. Entre ellas destacan la caza de esferas de Dyson, megastructuras hipotéticas que una civilización avanzada podría construir alrededor de una estrella para capturar su energía, lo que generaría un exceso anómalo de radiación infrarroja. Cada método, desde la búsqueda de señales láser hasta el análisis de atmósferas exoplanetarias, contribuye con una pieza diferente al complejo rompecabezas.
La hipótesis del Dr. Lacki inyecta una dosis de audacia cosmológica en la búsqueda de nuestros vecinos cósmicos. Nos invita a considerar que la respuesta a “¿dónde están todos?” podría estar no en la ausencia de señales, sino en nuestra incapacidad para discernir lo artificial de lo natural en la inmensidad del espectro electromagnético. Si su teoría es correcta, cada punto de luz difusa en un mapa de radio del cielo nocturno podría no ser solo un faro de gas y polvo, sino el zumbido colectivo de metasociedades tan avanzadas que su actividad define la propia identidad de su galaxia. La búsqueda, por lo tanto, debe continuar, pero con una lente más amplia, una que contemple la posibilidad de que la vida, en sus expresiones más grandiosas, pueda pintar con brocha gorda sobre el lienzo del cosmos.
Estudio
New Foundations for SETI: The case for X-ray quantum interstellar communication
