¿Estancados en la galaxia? Una nueva teoría sugiere que la tecnología alienígena tiene límites físicos infranqueables

La hipótesis de la “Meseta Tecnológica” replantea la Paradoja de Fermi y propone que las civilizaciones extraterrestres podrían estar solo ligeramente más avanzadas que la humana, descartando megaestructuras y viajes interestelares rutinarios.

El silencio del cosmos es, paradójicamente, ensordecedor. En un universo inconmensurablemente vasto y antiguo, la ausencia de evidencia de otras civilizaciones inteligentes constituye uno de los mayores enigmas de la ciencia moderna: la Paradoja de Fermi. Durante décadas, la respuesta parecía residir en que cualquier civilización lo suficientemente longeva habría desarrollado una tecnología tan avanzada que nos resultaría indistinguible de la magia. Sin embargo, una nueva y provocadora teoría de un investigador de la NASA desafía este paradigma, argumentando que el progreso tecnológico no es infinito y que, quizás, los alienígenas están tan estancados como nosotros.

El Mito de la “Superciencia” y el iPhone 42

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La investigación, liderada por Robin Corbet, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, y publicada en el servidor de preimpresión arXiv, postula que la tecnología extraterrestre podría no ser la “superciencia” que la ciencia ficción ha popularizado. En lugar de civilizaciones capaces de manipular el espacio-tiempo, Corbet propone la existencia de una “meseta tecnológica”, un límite fundamental impuesto por las leyes de la física que todas las civilizaciones eventualmente alcanzan.
Para ilustrar su punto, el investigador utiliza una analogía contemporánea: mientras la humanidad podría estar utilizando el equivalente a un “iPhone 17”, una civilización alienígena cercana podría tener el “iPhone 42”. La diferencia, aunque significativa, no es abismal. Ambos estarían sujetos a las mismas restricciones físicas universales. Conceptos como los viajes más rápidos que la luz o la teletransportación, postula Corbet, podrían ser simplemente imposibles, relegando estas hazañas al reino de la fantasía para siempre.

Indicios Terrestres de una Meseta Global

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Esta teoría no surge en el vacío. Corbet señala tendencias observables en nuestro propio planeta que respaldan la idea de un estancamiento tecnológico. Los análisis bibliométricos revelan que los artículos científicos y las patentes son cada vez menos “disruptivos”, mostrando un declive en su capacidad para transformar fundamentalmente sus campos.
Además, el consumo energético per cápita en Estados Unidos se ha estancado e incluso disminuido desde 1979, contradiciendo la visión de una civilización con un apetito energético infinitamente creciente, base de la famosa Escala de Kardashev. Según la teoría de Corbet, esta escala, que clasifica a las civilizaciones por su capacidad de aprovechar la energía de su planeta, estrella o galaxia, se volvería automáticamente irrelevante, ya que ninguna civilización podría alcanzar esos niveles hipotéticos.

La Gran Desmotivación: ¿Por Qué No Han Colonizado la Galaxia?

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Uno de los pilares de la Paradoja de Fermi es la pregunta de por qué, si existen, no hemos visto evidencia de su expansión. Los cálculos indican que una civilización con tecnología de cohetes modesta podría colonizar toda la Vía Láctea en solo unas decenas de millones de años, un parpadeo en la escala temporal del universo.
La teoría de la meseta tecnológica ofrece una respuesta pragmática y casi humana: la desmotivación. Después de explorar su vecindario estelar más inmediato, los alienígenas simplemente podrían haberse aburrido. Los viajes interestelares son extremadamente largos y difíciles; la sonda Voyager 1 de la NASA, por ejemplo, necesitaría 75.000 años para alcanzar la estrella más cercana. Tras enviar misiones a miles de sistemas estelares y encontrar principalmente mundos muertos o similares, el rendimiento científico disminuiría y la emoción de la descubierta se desvanecería, llevándoles a abandonar la exploración a gran escala.

Replanteando la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI)

Adoptar esta teoría implicaría un cambio radical en la estrategia del SETI. Significaría dejar de buscar megaestructuras como las esferas de Dyson o faros de radio potentes y de larga duración, proyectos que serían prohibitivamente costosos de mantener durante eones.
En su lugar, la búsqueda debería enfocarse en lo mundano: la “radiación de fuga”. Al igual que la Tierra ha estado emitiendo inadvertidamente señales de radio y televisión al espacio durante casi un siglo, una civilización tecnológicamente similar, pero no sobrehumana, haría lo mismo. El desafío es que estas señales se debilitan rápidamente, volviéndose indistinguibles del ruido de fondo cósmico a distancias interestelares. Proyectos de nueva generación, como el Square Kilometre Array (SKA), con su sensibilidad sin precedentes, podrían ser la clave, siendo potencialmente capaces de detectar una civilización análoga a la nuestra en un radio de hasta 200 pársecs (unos 650 años luz).

Buscando Vecinos, No Dioses

La teoría de Robin Corbet no solo ofrece una solución elegante a la Paradoja de Fermi, sino que también redefine nuestra place en el cosmos. Si está en lo cierto, no estamos solos en el universo, pero tampoco estamos rodeados de deidades tecnológicas incomprensibles. En cambio, podríamos estar habitando una galaxia llena de civilizaciones que, habiendo topado con los mismos muros físicos que nosotros, han visto su ambición cósmica atenuada por la realidad. La búsqueda ya no es por un salvador o un conquistador, sino por un vecino que, en esencia, está tan atrapado como nosotros en la quietud de la meseta tecnológica, escuchando, tal vez, el mismo silencio.

 

Estudio

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