Científicos Proponen Escuchar Comunicaciones Extraterrestres Clandestinas Durante Ocultaciones Planetarias
Una nueva metodología SETI sugiere que las señales de radio de banda estrecha intercambiadas entre exoplanetas podrían ser detectadas desde la Tierra, ofreciendo una ventana única a conversaciones alienígenas no dirigidas a nosotros.
En la búsqueda perpetua de inteligencia más allá de la Tierra, el paradigma tradicional ha girado en torno a la detección de señales intencionalmente enviadas hacia nosotros. Sin embargo, un innovador enfoque astrofísico está redirigiendo los esfuerzos hacia una posibilidad más sutil y reveladora: la intercepción accidental de comunicaciones que civilizaciones extraterrestres pudieran estar intercambiando entre sí, utilizando como lente cósmica los mismos fenómenos orbitales de sus sistemas planetarios.
La investigación, liderada por el astrónomo Nick Tusay durante su doctorado en la Universidad Estatal de Pensilvania y publicada en The Astronomical Journal, se centra en un escenario específico: la ocultación planeta-planeta (OPP). Este evento ocurre cuando, desde nuestra perspectiva en la Tierra, un exoplaneta transita frente a otro, oscureciéndolo parcial o totalmente. Tusay y su equipo postulan que, durante esa alineación, cualquier transmisión de radio proveniente del planeta ocultado —y destinada al planeta ocultante— podría dispersarse al espacio y ser potencialmente captada por radiotelescopios terrestres.
La clave de esta estrategia reside en el tipo de señal que busca: emisiones de radio de banda estrecha. Estas señales, notablemente distintas del ruido de fondo cósmico generado por fuentes naturales como púlsares o cuásares, poseen una firma tecnológica inequívoca. En la actualidad, la humanidad produce señales similares, principalmente a través de la Red del Espacio Profundo de la NASA para comunicarse con sus sondas interplanetarias. Su detección en el espacio profundo constituiría una prueba robusta de actividad tecnológica.
Seth Shostak, astrónomo senior del Instituto SETI, respalda la lógica de esta búsqueda. “La física en su mundo es la misma que la de aquí”, argumenta Shostak. “Transmitir señales de radio es algo que probablemente también harían, porque es congruente con las leyes del universo”. Esta perspectiva se basa en el principio de mediocridad o de no excepcionalidad, que sugiere que los procesos físicos y tecnológicos fundamentales podrían ser comunes en civilizaciones avanzadas.
No obstante, la historiadora científica Rebecca Charbonneau, del American Institute of Physics, advierte sobre los sesgos inherentes a esta aproximación. “Estamos muy influenciados por nuestro entorno”, señala Charbonneau, autora de Mixed Signals: Alien Communication Across the Iron Curtain. La radio ha sido el pilar de las comunicaciones humanas a larga distancia durante el último siglo, lo que naturalmente moldea nuestras expectativas sobre qué buscar. Mientras nuestra propia sociedad migra hacia la fibra óptica y las comunicaciones por cable, reduciendo nuestra “fuga” de radio al espacio, es posible que civilizaciones más antiguas hayan abandonado hace eones esta tecnología.
Esa posibilidad abre la puerta a especulaciones más exóticas. Algunos estudios teóricos, como uno reciente publicado en The Open Journal of Astrophysics, exploran si civilizaciones hiperavanzadas podrían emplear medios de comunicación completamente distintos, como la modulación de ondas gravitacionales —perturbaciones en el tejido espacio-tiempo—. El desafío, en ese caso, radicaría en que la ciencia humana actual carece de la capacidad para distinguir entre una fuente natural de estas ondas y una artificial.
El método propuesto por Tusay no promete una decodificación inmediata de mensajes interestelares. Como admite el propio Shostak, incluso captar una señal no garantiza comprenderla. Sin embargo, su valor reside en expandir el panorama de búsqueda SETI más allá de la espera pasiva de un “saludo” interestelar. Al intentar “escuchar a escondidas” tráfico de comunicaciones extraterrestres rutinario, la ciencia incrementa los dominios del cosmos donde podría hallar una firma de tecnología.
Tusay, ahora investigador postdoctoral en la Universidad Estatal de Washington, concibe su trabajo principalmente como una prueba de concepto, un marco teórico que futuros avances tecnológicos y científicos podrían refinar. Su perseverancia resume el espíritu de SETI: “Necesitamos realizar estas búsquedas continuamente hasta encontrar algo. Que no encontremos nada no significa necesariamente que no haya nada”. Así, la esperanza de interceptar una conversación cósmica ajena, aunque remota, se mantiene viva, impulsada por la curiosidad y el rigor metodológico.
