A 60 años del “Roswell Australiano”, exigen nueva investigación sobre el encubrimiento OVNI
Testigos del mayor avistamiento masivo de Australia relatan cómo fueron silenciados por autoridades militares. Una petición parlamentaria busca respuestas oficiales y el fin del secretismo sobre el fenómeno aéreo no identificado.
En la tranquila mañana del 6 de abril de 1966, los patios de la Westall High School y la Westall State School, en los suburbios de Melbourne, se convirtieron en el epicentro de un misterio que persiste seis décadas después. Lo que comenzó como un día escolar rutinario se transformó en un evento que marcaría para siempre a más de 200 testigos y que la historia registraría como el “Roswell de Australia”. Ahora, a las puertas de su 60 aniversario, resurgen las voces que exigen una investigación oficial y definitiva.
El incidente: platillos sobre el óvalo deportivo
Según relatos coincidentes de alumnos y profesores, hacia las 11:00 a.m., tres objetos con forma de disco, de apariencia metálica y sin marcas identificables, surcaron el cielo en silencio. El joven profesor de ciencia Andrew Greenwood fue alertado por una estudiante que irrumpió en su aula gritando sobre un “platillo volador”. Al sonar el timbre del recreo, una multitud se congregó en el campo deportivo para observar los artefactos.
Los testigos describen con asombro la maniobrabilidad de los objetos: ascensos verticales a velocidades increíbles, desplazamientos horizontales y desapariciones instantáneas. El evento culminó cuando uno de los discos descendió y aparentemente aterrizó en una zona de matorrales contigua conocida como The Grange. Quienes se aventuraron hasta el lugar, como Terry Peck y Marilyn Eastwood, entonces adolescentes, encontraron grandes círculos de hierba aplastada y decolorada, con bordes perfectamente definidos.
La imposición del silencio y la sombra del encubrimiento
El suceso, ampliamente cubierto por la prensa local de la época, fue seguido por una respuesta rápida y enigmática de las autoridades. Testigos como Jacqueline Argent relatan haber sido interrogados en la oficina del director por hombres bien vestidos que se mofaron de su historia preguntándole por “hombrecitos verdes”. El profesor Andrew Greenwood, quien falleció este año, declaró públicamente en 2021 que fue visitado por dos oficiales de la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF) —uno de uniforme y otro de civil— que lo amenazaron con despedirlo si hablaba sobre lo visto.
Se convocó una asamblea escolar donde se ordenó explícitamente a todos los estudiantes guardar silencio absoluto sobre el incidente. Esta coerción sistemática, unida a la presencia de personal militar y a la confiscación de posibles pruebas, alimenta la teoría de un encubrimiento gubernamental deliberado.
Las explicaciones oficiales y la hipótesis escéptica
Durante años, la postura oficial ha sido de no comentario. Sin embargo, documentos desclasificados en 2014 apuntaron a una explicación prosaica: el programa HIBAL, una iniciativa conjunta Australia-Estados Unidos que lanzaba grandes globos de gran altitud con sensores para medir radiación atmosférica. El investigador Keith Basterfield sugiere que un globo de este tipo, desviado de su curso y con su gran paracaídas plateado, pudo ser confundido con una nave.
Por otro lado, la ex profesora Hazel Edwards opina que todo fue una exageración mediática alimentada por “niños entusiasmados” en el contexto de la fiebre por la carrera espacial. Sin embargo, los testigos se mantienen firmes: lo que vieron no se parecía en nada a un globo meteorológico y su tecnología parecía no ser de este mundo.
Conclusión: La búsqueda incansable de la verdad
Seis décadas de secretismo, testimonios intimidados y la ausencia total de una investigación transparente han consolidado el legado de Westall como uno de los encuentros OVNI más significativos y perturbadores de la historia moderna. La petición impulsada por el investigador Grant Lavac no solo busca una respuesta sobre la naturaleza de los objetos, sino, sobre todo, una rendición de cuentas sobre el porqué del silencio forzado.
El 60.º aniversario del incidente representa una oportunidad crucial para que las autoridades australianas reevalúen su postura arcaica sobre los Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP) y, finalmente, ofrezcan a los testigos, ahora en el ocaso de sus vidas, la claridad y el cierre que se merecen. El misterio de Westall trasciende la mera anécdota; es un examen pendiente a la transparencia gubernamental y un recordatorio de que algunas historias, por mucho que se intenten enterrar, se niegan a ser olvidadas.