Abejorros descifran un ‘Código Morse’ visual: Un salto en la comprensión de la naturaleza que redefine lo que sabemos sobre los cerebros diminutos.

Un estudio pionero de la Universidad Queen Mary de Londres revela que estos insectos pueden distinguir la duración de destellos de luz, una habilidad temporal sofisticada que redefine lo que sabemos sobre los cerebros diminutos.

En un avance que desafía las nociones preconcebidas sobre la cognición de los insectos, un equipo de científicos de la Universidad Queen Mary de Londres ha demostrado por primera vez que los abejorros (Bombus terrestris) poseen la capacidad de distinguir entre destellos de luz cortos y largos, utilizando esta información temporal para localizar fuentes de alimento. Este hallazgo, publicado recientemente, no solo sitúa a estos polinizadores en un selecto grupo de animales capaces de percibir intervalos de tiempo breves, sino que también abre nuevas vías para comprender la evolución de la inteligencia y optimizar los algoritmos de inteligencia artificial.

La investigación se centró en explorar si el cerebro de un abejorro, compuesto por aproximadamente un millón de neuronas –una fracción mínima en comparación con los 86.000 millones de un cerebro humano–, podía procesar y discriminar señales visuales basadas puramente en su duración. Hasta la fecha, esta capacidad de diferenciar entre “puntos” y “rayas” lumínicas, análoga a descifrar un código Morse básico, solo había sido documentada de manera rigurosa en humanos y algunos vertebrados como palomas y macacos.

Metodología de un Laberinto Luminoso

Para poner a prueba esta hipótesis, los investigadores diseñaron un ingenioso experimento. Crearon un laberinto en el que los abejorros individuales se enfrentaban a una elección entre dos círculos de luz que parpadeaban. Durante la fase de entrenamiento, los insectos aprendieron a asociar un destello de luz de corta duración con una recompensa de agua azucarada, mientras que un destello de mayor duración estaba vinculado a una solución de quinina, una sustancia de sabor amargo que estos insectos evitan de forma natural.

Con el fin de eliminar cualquier sesgo relacionado con la ubicación espacial, los científicos alternaron la posición de los círculos luminosos de manera regular. Una vez que los abejorros internalizaron la asociación entre la duración del destello y la presencia de la recompensa, los investigadores procedieron a la fase crítica de prueba: retiraron por completo las soluciones dulce y amarga. El objetivo era determinar si los insectos se guiarían exclusivamente por la duración de la señal luminosa, descartando así la influencia de olores residuales o una preferencia posicional aprendida.

Resultados Contundentes y sus Implicaciones

Los resultados fueron claros y significativos. La gran mayoría de los abejorros se dirigió de forma consistente hacia el círculo que emitía el destello asociado previamente con la recompensa azucarada, independientemente de si este se encontraba a la izquierda o a la derecha. Este comportamiento confirmó de manera inequívoca que los insectos no solo recordaban la asociación, sino que eran capaces de discriminar activamente entre dos intervalos de tiempo distintos integrados en una señal visual.

Este descubrimiento es particularmente notable considerando que los abejorros no se topan de forma natural con señales parpadeantes de este tipo en su entorno. Su habilidad para calcular la duración de los destellos sugiere la existencia de mecanismos neuronales fundamentales y altamente eficientes para el procesamiento temporal. Los científicos postulan que esta capacidad podría estar relacionada con funciones esenciales para su supervivencia, como la orientación en el espacio, la comunicación intraespecífica o simplemente ser una propiedad emergente de su sistema neuronal.

El Enigma del Reloj Interno y su Potencial Aplicación en IA

Una de las grandes incógnitas que persiste es el mecanismo biológico subyacente. Los ritmos circadianos, que regulan los ciclos diarios de sueño y vigilia, operan en una escala temporal demasiado lenta para explicar la detección de pulsos que varían en fracciones de segundo. La hipótesis predominante entre los neuroetólogos sugiere que los animales, incluidos los insectos, podrían poseer múltiples “relojes” internos especializados en diferentes escalas de tiempo.

El estudio de cómo los abejorros logran realizar tareas cognitivas complejas, como la discriminación temporal, con una red neuronal extremadamente compacta, posee implicaciones trascendentales para el campo de la inteligencia artificial. Comprender estos principios de eficiencia neuronal podría inspirar el diseño de nuevas arquitecturas de redes neuronales artificiales, más ligeras, eficientes en el consumo de energía y capaces de realizar procesamientos complejos con una demanda computacional significativamente menor.

La capacidad de los abejorros para descifrar un “código Morse” visual demuestra que la percepción del tiempo a corto plazo no es un privilegio exclusivo de los cerebros grandes y complejos. Este hallazgo enriquece nuestra comprensión sobre la evolución de las capacidades cognitivas y subraya la sofisticación oculta en los sistemas nerviosos más pequeños. Al descifrar los secretos de estos diminutos cerebros, la ciencia no solo descubre más sobre el mundo natural, sino que también encuentra poderosas inspiraciones para construir la tecnología del futuro.

 

Estudio

Scientists shocked as bumblebees learn to read simple “Morse code”

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