Amenazas del espacio “Rusia advierte que incluso seres extraterrestres podrían ser declarados “agentes extranjeros” bajo su legislación”

El Ministerio de Justicia ruso afirma que la ley no hace distinciones de especie, solo evalúa la influencia de financiamiento externo en asuntos políticos

En una declaración que parece extraída de la ciencia ficción, el Ministerio de Justicia de Rusia ha señalado que, bajo su estricta legislación sobre agentes extranjeros, incluso un ser extraterrestre podría ser catalogado como “agente extranjero” si recibiera apoyo de fuentes foráneas y participara en actividades políticas. La sorprendente analogía, lejos de ser una broma, busca ilustrar el alcance absoluto de una normativa que ha sido ampliamente criticada por su aplicación restrictiva. Según medio ruso.

La ley de agentes extranjeros, implementada en 2012 y endurecida en los últimos años, permite al gobierno ruso designar como tal a cualquier individuo u organización que reciba financiamiento del exterior y sea percibido como influyente en asuntos políticos internos. Sin embargo, en una reciente intervención, funcionarios del Ministerio de Justicia llevaron el concepto al extremo al afirmar que ni siquiera un visitante interestelar estaría exento de ser clasificado bajo esta figura si cumpliera con los requisitos legales.

“La legislación no especifica que el agente deba ser humano o terrestre”, explicó un portavoz gubernamental. “Si un extraterrestre llegara a nuestro planeta con recursos económicos de su civilización y, por ejemplo, financiara protestas o campañas políticas, sería considerado automáticamente un agente extranjero”. La declaración, aunque hipotética, refuerza el mensaje de que Moscú no tolerará ninguna forma de injerencia, sin importar su procedencia.

Este enfoque radical ha generado reacciones encontradas. Mientras algunos juristas destacan que la ley está redactada de manera amplia para cubrir cualquier escenario, organizaciones de derechos humanos argumentan que su aplicación real ha servido para silenciar disidentes, medios independientes y ONG bajo el pretexto de combatir influencias externas. El caso imaginario del “alienígena agente extranjero  ” subraya, según críticos, el carácter arbitrario de una normativa que carece de límites claros.

Al plantear un escenario tan extraordinario como la designación de un extraterrestre como agente extranjero, las autoridades rusas envían un mensaje contundente: la ley no admite excepciones. Más allá de lo anecdótico, la afirmación refleja la determinación del Kremlin de controlar cualquier forma de activismo financiado desde el exterior, incluso en supuestos que desafían la imaginación. En un contexto de creciente aislamiento internacional, Rusia reafirma así su postura de cero flexibilidad frente a lo que considera amenazas a su soberanía, sin importar su origen—terrestre o no.

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