Científicos captan en una estrella una megaerupción de energía jamás registrada en el sistema solar

La estrella denominada EK Draconis se parece mucho a cómo era el centro de nuestro sistema planetario hace miles de millones de años.

Un grupo de científicos captó en una estrella una megaerupción de energía de una magnitud jamás registrada en el sistema solar. Aunque el evento ocurrió en 2020, los especialistas publicaron los resultados de su análisis este 9 de diciembre en la revista Nature Astronomy.

Se trata de la estrella denominada EK Draconis, ubicada a 111 años luz en la constelación de Draco, que es aproximadamente del mismo tamaño que el Sol, pero es más joven. Tiene solo 100 millones de años en comparación con unos 4.600 millones de años del centro de nuestra sistema planetario.

El equipo, liderado por los especialistas del Observatorio Nacional Astronómico de Japón, ha observado EK Draconis a lo largo de 32 noches en el invierno y la primavera de 2020. Finalmente, el 5 de abril tuvieron la suerte de contemplar una superllamarada seguida de una eyección de masa coronal.

Aunque los investigadores lograron captar solo el primer paso de la eyección, su velocidad ya rondaba casi 500 kilómetros por segundo. En total, la onda de EK Draconis expulsó una nube de plasma candente con una masa que era 10 veces mayor que cualquier eyección de masa coronal arrojada por el Sol.

¿Debemos estar en alerta?

“Las eyecciones de masa coronal pueden tener un grave impacto en la Tierra y en la sociedad humana. […] Este tipo de eyección de masa grande podría, teóricamente, ocurrir también en nuestro Sol”, advirtió el astrofísico y uno de los autores del estudio Yuta Notsu, citado en un comunicado de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU.). Así, si una eyección de masa coronal semejante golpeara la Tierra, podría quemar satélites en la órbita y poner fuera de servicio las redes eléctricas.

Notsu detalló que las observaciones similares enriquecerían el conocimiento disponible sobre cómo tales acontecimientos estelares podrían haber afectado la Tierra e incluso Marte “durante miles de millones de años”.

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