Científicos refutan teoría de 3I/ATLAS “El misterioso visitante interestelar no es una nave alienígena”

Un cometa de 7.000 millones de años desata polémica tras ser confundido con tecnología extraterrestre. Los científicos aclaran los hechos detrás del sensacionalismo mediático.

El 1 de julio de 2025, el sistema de telescopios ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) detectó un objeto moviéndose a velocidades nunca antes registradas dentro del sistema solar: entre 210.000 y 225.000 km/h. Bautizado como 3I/ATLAS —el tercer objeto interestelar confirmado—, su aparición generó un terremoto mediático cuando un artículo científico malinterpretado sugirió que podría tratarse de una nave extraterrestre. Sin embargo, tras semanas de análisis, la comunidad astronómica ha refutado categóricamente esta idea, revelando en cambio un hallazgo igualmente fascinante: un cometa ancestral, cargado de hielo y moléculas orgánicas, que viaja desde otro sistema estelar.

Un origen cósmico, no artificial

El equipo liderado por la Dra. Bin Yang, de la Universidad Diego Portales (Chile), empleó los espectrómetros SpeX (NASA) y Gemini Sur para analizar la composición de 3I/ATLAS. Los resultados, publicados en The Astrophysical Journal Letters, confirmaron la presencia de hielo de agua de 7.000 millones de años —más antiguo que el sistema solar—, silicatos y minerales carbonatados similares a los de asteroides tipo D. “Es una cápsula del tiempo interestelar”, declaró Yang. Pese a su actividad cometaria incipiente, no se observó la típica coma o cola, lo que alimentó inicialmente especulaciones sobre su naturaleza.

El astrofísico Avi Loeb (Harvard), conocido por sus hipótesis audaces, publicó un borrador titulado *¿Es 3I/ATLAS tecnología alienígena?*, donde mencionaba coincidencias estadísticamente improbables: su órbita casi perfectamente alineada con el plano planetario (desviación de 5°), su movimiento retrógrado (probabilidad del 0.02%) y su proximidad a Venus, Marte y Júpiter en un solo recorrido (0.005% de chances). Aunque el texto aclaraba que lo más plausible era un origen natural, los medios destacaron solo el titular, desatando teorías conspirativas.

Anomalías con explicación científica

Georgy Trishkin, experto en dinámica espacial, explicó a este medio que las irregularidades en objetos interestelares suelen deberse a interacciones con el Sol. “El calor estelar sublima hielos, genera eyecciones de gas y altera trayectorias. Oumuamua [el primer visitante interestelar en 2017] mostró un comportamiento similar”. En el caso de 3I/ATLAS, su tamaño (20 km de diámetro) y velocidad dificultan observaciones precisas, pero no implican artificialidad. “La ausencia de coma podría deberse a que los gases se liberan en pulsos no uniformes”, añadió.

Oportunidad perdida: la crisis de financiación

Pese a su valor científico, 3I/ATLAS se alejará irremediablemente hacia el espacio interestelar en los próximos meses. Trishkin lamentó que no existan misiones preparadas para interceptarlo: “Con la tecnología actual, podríamos enviar una sonda para tomar muestras de su hielo, pero los recortes a programas de la NASA lo impiden”. La falta de un sistema de alerta temprana y sondas en reserva limita la capacidad de estudiar estos visitantes, cuya próxima aparición podría tardar décadas.

Mientras las redes sociales especulan sobre alienígenas, la ciencia ofrece una narrativa más profunda: 3I/ATLAS es un vestigio de la formación de otros sistemas estelares, portador de ingredientes primordiales para la vida. Su estudio podría reescribir lo que sabemos sobre la química del universo, pero el sensacionalismo y la desinversión en astronomía amenazan con dejar estas preguntas sin respuesta. Como reflexiona Yang: “El cosmos nos envía regalos, pero no siempre estamos listos para recibirlos”.

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