El Chupacabras: ¿Leyenda, Coyote Enfermo o Fenómeno Sin Explicación? La ciencia busca respuestas

Un especialista sugiere que la sarna canina alimenta el mito, pero investigadores advierten que esta teoría no resuelve todos los enigmas globales del supuesto depredador de ganado.

Desde su primera aparición en el folclore puertorriqueño a mediados de los años 90, la figura del chupacabras ha evolucionado de una criatura bípeda y espinosa a un ser más similar a un cánido desfigurado. Esta transformación del mito ha llevado a parte de la comunidad científica a proponer una explicación terrenal: coyotes o perros salvajes afectados por una grave enfermedad cutánea. Sin embargo, mientras algunos expertos cierran el caso con este diagnóstico, otros subrayan que los vacíos en la investigación y la diversidad geográfica de los reportes mantienen el fenómeno lejos de una resolución definitiva.

La Hipótesis Predominante: Una Enfermedad que Crea Monstruos

Para Kevin Keel, patólogo de vida silvestre, la conexión es evidente. «Aún parece un coyote, solo que es una excusa bastante lamentable», afirma Keel, refiriéndose a animales infestados por el ácaro Sarcoptes scabiei, causante de la sarna sarcóptica. Esta condición, potencialmente mortal en cánidos salvajes, provoca la pérdida masiva de pelo, el engrosamiento y agrietamiento de la piel, y un estado de debilidad extrema. Estas características, explica Keel, podrían hacer que un coyote común sea percibido como una criatura extraña y de apariencia monstruosa. Barry O’Connor, entomólogo de la Universidad de Michigan, respalda esta visión, sugiriendo que la debilidad causada por la enfermedad podría impulsar a los animales a atacar ganado, una presa más fácil, lo que explicaría los patrones de ataques reportados.

La propia metamorfosis de la descripción del chupacabras abre la puerta a interpretaciones biológicas. Loren Coleman, director del Museo Internacional de Criptozoología, recuerda que la criatura original de Puerto Rico era descrita como bípeda. «El cambio a una forma cuadrúpeda y canina podría indicar que avistamientos recientes se confunden con animales reales, pero enfermos», señala Coleman. Este desplazamiento en la percepción popular facilita que la hipótesis del coyote enfermo gane terreno, especialmente en regiones de América donde estos animales son comunes.

Lagunas en la Explicación: Un Fenómeno Global con Respuestas Locales

No obstante, numerosos investigadores y criptozoólogos advierten que aplicar esta teoría como una explicación universal es problemático. El argumento más contundente es biogeográfico: los coyotes no habitan en todas las regiones donde se reportan ataques atribuidos al chupacabras, particularmente en partes de Centroamérica, Sudamérica e incluso Rusia. ¿Qué animal con sarna explicaría los casos en esas latitudes?

Además, se señala la persistencia de testimonios detallados, evidencias fotográficas peculiares y patrones de ataques que, en algunos reportes, no coinciden plenamente con el modus operandi de un cánido, enfermo o no. La descalificación genérica de estos elementos como “error” o “ignorancia” sin una investigación in situ específica es considerada por muchos como un enfoque insuficiente.

La Necesidad de una Investigación Sin Prejuicios

La intervención de especialistas como Kevin Keel ha sido crucial para desmitificar una parte significativa de los avistamientos, ofreciendo una respuesta científica robusta para muchos casos en Norteamérica. Sin embargo, el estatus del chupacabras como fenómeno global permanece en la penumbra. La comunidad que sigue el caso aboga por una investigación multidisciplinaria y abierta, que combine la veterinaria, la ecología y el análisis forense de campo sin prejuicios, utilizando todas las herramientas tecnológicas disponibles. Mientras no se examinen con rigor todos los escenarios –desde enfermedades zoonóticas hasta identidades erróneas de especies locales– y se presenten explicaciones claramente respaldadas para cada región específica, la leyenda del chupacabras, ya sea como error de diagnóstico o como enigma sin resolver, conservará un espacio de duda en el límite entre la zoología y el misterio.

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