El desafío de la divulgación: abordando la realidad de los objetos voladores no Identificados

Imaginemos un escenario en el que, recién elegido presidente de los Estados Unidos, durante una sesión informativa clasificada, se te informa sobre la recuperación por parte del ejército estadounidense de tecnología avanzada de origen extraterrestre. Sin embargo, se te advierte que nuestro entendimiento sobre este tipo de tecnología es modesto; desconocemos su origen, su propósito o incluso si representan una amenaza.

La responsabilidad principal de un presidente es salvaguardar al pueblo estadounidense de cualquier amenaza, tanto interna como externa. Millones, incluyendo a decenas de millones de niños, depositan su confianza en ti. Ante esta situación, ¿te inclinarías a revelar en una conferencia de prensa la presencia de visitantes extraterrestres en la Tierra, aun cuando no sepamos quiénes son, por qué están aquí o si suponen algún riesgo?

Es difícil para muchos políticos contemplar esta oportunidad. La confirmación abrupta e inesperada de la presencia extraterrestre no solo inquietaría a millones, sino que probablemente aterrorizaría a una gran cantidad de personas. ¿Y con qué objetivo? ¿Cómo podrías avanzar en otros asuntos críticos de tu agenda, enfrentando el caos resultante? ¿Hay razones para creer que el efecto neto en la sociedad sería positivo y no negativo?

Estas preguntas desafiantes deben ser abordadas por aquellos que abogan por la divulgación de la información que confirme la presencia extraterrestre en la Tierra. Este conocimiento tiene el potencial de abrir una caja de Pandora y, por lo tanto, requiere una reflexión profunda antes de tomar cualquier decisión.

El tema es urgente, con varios comités y miembros del Congreso explorando si el gobierno de Estados Unidos posee pruebas de la presencia extraterrestre. Una revelación de este calibre sería posiblemente el descubrimiento más significativo y transformador en la historia de la humanidad. A pesar de la gravedad del asunto, el Congreso ha avanzado en este sentido sin celebrar audiencias o solicitar estudios para evaluar el impacto potencial. Este accionar omite la máxima de “no hagas la pregunta si no estás preparado para la respuesta”.

Curiosamente, hay escasa discusión sobre este tema entre los defensores de la divulgación en la comunidad UAP (fenómenos aéreos no identificados). Quizás estos defensores asuman que la verdad y la transparencia siempre son beneficiosas. Aunque esta idea es alentadora, los funcionarios gubernamentales enfrentan consideraciones más complejas. Es por ello que ofrezco algunas ideas desde la perspectiva de un exfuncionario de seguridad nacional, ya que las preocupaciones de seguridad son fundamentales en esta discusión.

La primera interrogante es: ¿Cómo podemos evaluar los riesgos y beneficios de la divulgación sin tener acceso a todos los hechos? Supongamos que el gobierno estadounidense recuperó tecnología extraterrestre hace décadas, lo que presumiblemente ha permitido algunos avances en su estudio y comprensión. Sin embargo, ninguna fuente confiable ha proporcionado detalles al respecto. Lo cierto es que, a menos que los extraterrestres sean benevolentes, lo cual no confirma nuestro ejército, la revelación indudablemente generaría temor en una gran parte de la población.

Además, ¿qué sucedería si la divulgación cambiara el comportamiento de una civilización alienígena, al no tener ya incentivos para mantenerse oculta? ¿Cuál es el riesgo de que algunos gobiernos reaccionen exageradamente, desencadenando interacciones temerosas y agresivas? Si estos riesgos son significativos, ¿tiene sentido la divulgación de información tan disruptiva?

Cuando inicialmente me involucré en el tema de los UAP, mi enfoque no estaba en la tecnología extraterrestre, sino en alertar sobre una falla de inteligencia grave: intrusiones frecuentes en el espacio aéreo restringido del Departamento de Defensa por aeronaves desconocidas. Era alarmante ver cómo nuestro sistema de inteligencia estaba limitado, poniendo en peligro al personal y la nación. Esta situación me recordó a momentos críticos de la historia, como Pearl Harbor o el 11 de septiembre, donde la información crucial no se transmitió apropiadamente.

Aunque también esperaba presionar al Congreso para que utilizara las capacidades de inteligencia en el estudio de los UAP, tuvimos que centrarnos en la seguridad nacional para obtener la atención política necesaria. A medida que pasó el tiempo, el Congreso se interesó en acusaciones creíbles sobre la recuperación de materiales extraterrestres.

Fui parte responsable de este cambio al llevar al físico Eric Davis al Capitolio en 2019. Fue la primera vez que un comité del Congreso recibió información de este tipo. Además, ayudé a presentar a otros testigos, incluido el denunciante David Grusch. Estos esfuerzos plantearon la pregunta crucial: ¿Qué es lo mejor para la nación?

A pesar de que AARO, una agencia conjunta del Departamento de Defensa y la Inteligencia Nacional, investiga estas acusaciones, su informe probablemente no satisfará a miembros clave del Congreso o al público. La única forma de que el Congreso se asegure de la verdad es continuar con su propia investigación.

Es crucial reconocer que este asunto no es exclusivamente científico, ya que los informes indican que nuestros militares encuentran objetos sólidos controlados inteligentemente que violan el espacio aéreo restringido. Los UAP emiten radiación y han interferido con equipos militares. Enfrentamos un dilema de seguridad nacional en toda regla, independientemente de su origen.

Es imperativo que el Congreso continúe con su investigación, con un enfoque equilibrado y deliberado que incluya expertos en seguridad nacional, científicos, defensores de la divulgación y otros actores clave. Esta es una oportunidad para establecer un nuevo estándar en la formulación de políticas, basado en la ciencia, el rigor y la responsabilidad, lo cual garantizará la seguridad y el bienestar de la nación.

La transparencia y la verdad son esenciales, pero deben administrarse con precaución, especialmente cuando se trata de un fenómeno tan desconcertante como los UAP. La revelación completa podría desencadenar una reacción en cadena de miedo y paranoia. Sin embargo, el secretismo continuado tampoco es sostenible, ya que la ausencia de información genera teorías de conspiración y desconfianza pública en las instituciones gubernamentales.

El equilibrio adecuado requiere un enfoque deliberado y cuidadoso, donde la seguridad nacional, la tranquilidad pública y la exploración científica se combinen para brindar una comprensión más profunda y una posible solución a este enigma. El Congreso debe liderar este esfuerzo con la seriedad y la responsabilidad que el tema merece.

 

con informacion de thedebrief

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