El investigador y autor de ‘Caballo de Troya’ presenta ‘Están aquí’, una obra donde asegura poseer la prueba definitiva de la presencia extraterrestre

La línea que separa la herejía de la revelación, la locura de la visión profética, es tan delgada como el papel de un libro. Durante más de cinco décadas, Juan José Benítez (Pamplona, 1946) ha caminado por esa cuerda floja con la tenacidad de un explorador y la meticulosidad de un periodista. Autor de 70 libros, cuya saga ‘Caballo de Troya’ le dio la vuelta al mundo y le granjeó tanto admiraciones incondicionales como una excomunión de facto, Benítez regresa ahora al ruedo con una contundente afirmación: no estamos solos, nunca lo hemos estado, y las pruebas están a la vista de quien quiera verlas.

En su nueva obra, ‘Están aquí’, Benítez no solo recopila lo que define como “cientos de casos con informes y fotografías”, sino que plantea la pregunta que ha perseguido durante años a la ufología: si la evidencia es tan abrumadora, ¿por qué los gobiernos y ejércitos insisten en el silencio? La respuesta, según el autor, no es fruto de una conspiración fantasmagórica, sino de una cruda realidad militar. “El fenómeno ovni es real. Son astronaves no humanas con una tecnología extraordinaria y no podemos decirle al contribuyente que no podemos hacer nada”, argumenta Benítez, citando sus conversaciones con militares anónimos. La estrategia, afirma, no es la negación, sino el ocultamiento para evitar una crisis de confianza global.

Una vida entre el misterio y la documentación

La trayectoria de Benítez es, en sí misma, un relato de transformación. Quien soñó con emular a Miguel Ángel en los lienzos, encontró su verdadero pincel en la palabra escrita y la investigación de campo. Su disciplina, forjada en redacciones de periódicos como ‘La Verdad’ de Murcia o ‘Heraldo de Aragón’, le llevó a interrogar a más de 26.000 testigos en 53 años. Este bagaje le permite afirmar con una seguridad inquebrantable: “Tengo documentos, fotografías, imágenes, testimonios, papeles que es imposible dudar”.

‘Están aquí’ funciona como un vasto archivo de lo inexplicado. Benítez revisita casos emblemáticos como el de Roswell (1947), del que sostiene que se recuperaron cuatro seres biológicos, dos de ellos vivos, y cuyo encubrimiento fue orquestado para evitar el “pánico”. Pero va más allá, adentrándose en testimonios menos conocidos pero igualmente impactantes: desde un ser capturado en Cuba durante el régimen de Fidel Castro, hasta encuentros en la base de Guantánamo donde misiles y proyectiles se “desintegraban” al impactar contra naves no identificadas.

El “teatro” extraterrestre y la hipótesis de la intervención genética

Uno de los aspectos más fascinantes que desarrolla Benítez es la idea del “teatro” extraterrestre. Relatos como el de un ser alto y herido que solicitó ayuda a un médico en la selva, a pesar de que su traje permanecía intacto, le llevan a concluir que muchas de estas apariciones son puestas en escena. “Es puro teatro. Todo eso está organizado con un objetivo”, especula, sugiriendo que estas actuaciones podrían ser parte de un programa de observación e interacción controlada.

La hipótesis más audaz, sin embargo, conecta directamente con el origen de la humanidad. Benítez se inclina por la teoría de que “algunas de estas civilizaciones, hace millones de años, eligieron a un grupo de primates y los intervinieron genéticamente” para impulsar la inteligencia. Si esto fuera cierto, estas entidades no serían simples visitantes, sino en cierto modo “nuestros verdaderos padres”, vigilantes de una creación que se desarrolla en un “planeta experimental”.

Fe, ciencia y la búsqueda del sentido último

El diálogo con Benítez es un viaje que transciende lo ovni para adentrarse en la fe y la metafísica. Sobre Jesús de Nazaret, afirma categórico: “Nunca quiso fundar una religión”. Sostiene que los evangelios han sido manipulados según intereses concretos y que la figura histórica de Jesús era la de un ser “familiar, cercano, próximo, esperanzador”, muy distante del “Dios castigador” de la doctrina eclesiástica.

Su investigación también lo ha llevado a una conclusión tranquilizadora sobre la muerte. Tras entrevistar a numerosos testigos de experiencias cercanas a la muerte y de reencuentros con fallecidos, asegura con un 150% de convicción que lo que aguarda es “vida de verdad física, mejor, sin enfermedades, con paz y una felicidad permanente”. La Tierra, en su perspectiva, sería un mundo de “experiencias”, no de “aprendizaje”, al que voluntariamente venimos para experimentar la vasta gama de vivencias que el plano espiritual no permite.

Al final del camino, tras una vida de riguroso y a menudo polémico escrutinio, Juan José Benítez se presenta no como un gurú, sino como un documentalista de lo insólito. Su legado es una invitación a cuestionar las narrativas oficiales, a mirar el cielo con otros ojos y a considerar que, en el gran misterio de la existencia, las respuestas más profundas pueden estar aún por llegar.

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