El Misterio de las Abducciones Extraterrestres: Desde New Hampshire Hasta los Confines del Cielo
La Noche que Cambió Todo
Era una tarde templada del 19 de septiembre de 1961 cuando Betty y Barney Hill, un matrimonio afroamericano de Portsmouth, New Hampshire, emprendieron un viaje rutinario de regreso a casa tras unas vacaciones en Canadá. Lo que comenzó como un trayecto nocturno por las serenas Montañas Blancas se convertiría en el primer caso de abducción extraterrestre ampliamente documentado en la historia moderna. Su relato, recuperado bajo hipnosis, desencadenó una ola de fascinación y escepticismo que aún resuena en el imaginario colectivo.
Aquel viaje tenía todos los ingredientes de una noche tranquila: cielo despejado, carretera solitaria y la monotonía de un paisaje boscoso. Hasta que, cerca de las 10 p.m., una luz brillante y pulsante apareció en el firmamento. Lo que siguió fue un vacío en sus memorias, horas perdidas y un misterio que desafía toda lógica.
1961: Los Hill y las Luces de las Montañas Blancas
Barney, un empleado postal, y Betty, trabajadora social, describieron inicialmente el objeto como una “estrella errante”. Sin embargo, al detener el coche y observar con unos binoculares, Barney afirmó ver criaturas humanoides tras las ventanas de una nave en forma de cigarro. “Parecían prepararse para algo… como si nos vigilaran”, relataría años después bajo hipnosis.
Al recuperar la consciencia, ya cerca de casa, descubrieron anomalías inquietantes: el vestido de Betty estaba rasgado, los zapatos de Barney arañados y los binoculares, dañados. Lo más desconcertante: habían “perdido” tres horas de viaje sin explicación.
En 1964, tras sufrir pesadillas recurrentes, los Hill acudieron al psiquiatra Benjamin Simon. Bajo regresión hipnótica —una técnica controvertida incluso entonces—, ambos narraron, por separado, una secuencia idéntica: seres de ojos grandes y piel grisácea los examinaron en una nave, extrajeron muestras y los devolvieron al coche tras borrarles la memoria.
El caso Hill no solo fue el primero en incluir “secuestro” y “exámenes médicos”, sino que moldeó la iconografía alienígena moderna: seres delgados, cabezas grandes y naves metálicas. Según la Biblioteca de la Universidad de New Hampshire, este relato “abrió la puerta a una nueva mitología”.
1964: Socorro y las Marcas del Desierto
Tres años después, el sargento Lonnie Zamora perseguía un auto en Socorro, Nuevo México, cuando un estruendo y una llama azul lo desviaron hacia un barranco. Allí, vio un objeto ovalado con patas de metal y una insignia roja. Dos figuras pequeñas, vestidas de blanco, parecían inspeccionar la nave. Al acercarse, esta despegó, dejando arbustos quemados y marcas en el suelo.
Cinco turistas reportaron el mismo objeto minutos después. El Proyecto Libro Azul —la iniciativa de la Fuerza Aérea para investigar OVNIs— catalogó el caso como “inexplicado”. Para los escépticos, Zamora pudo confundir un prototipo militar secreto; para los creyentes, fue un encuentro auténtico.
1973: Pascagoula y los Humanoides de Piel de Elefante
Charles Hickson y Calvin Parker Jr. pescaban en el río Pascagoula (Mississippi) cuando una luz azul los envolvió. Tres criaturas de metro ochenta, piel rugosa y garras en lugar de manos los transportaron a una nave. “Flotábamos… sentí una máquina escaneando mi mente”, declaró Hickson.
Aunque Hickson superó un polígrafo, el investigador Joe Nickell sugirió que ambos, posiblemente alcoholizados, experimentaron un “estado hipnagógico” —alucinaciones entre la vigilia y el sueño—. Sin embargo, la precisión de sus descripciones paralelas sigue intrigando.
1975: Travis Walton y los Cinco Días Perdidos
Travis Walton saltó de un camión en Arizona al divisar un disco plateado. Un rayo lo derribó, según sus compañeros, quienes huyeron. Walton reapareció cinco días después, desorientado, hablando de una sala médica alienígena.
Aunque Walton pasó un polígrafo décadas después, las dudas persisten. El periodista Phillip J. Klass señaló inconsistencias: sin moretones pese al “impacto”, y el hecho de que Walton conocía el caso Hill. ¿Fue un montaje para evadir un contrato forestal? La pregunta sigue en el aire.
1978: Frederick Valentich y el Silencio en el Estrecho
Frederick Valentich, de 20 años, desapareció en Australia tras informar por radio de un objeto metálico con luces verdes que “orbitaba” su avioneta. “No es un avión… está aquí, sobre mí”, fueron sus últimas palabras.
Nunca se hallaron restos. Algunos especulan con errores de navegación; otros, con un secuestro extraterrestre. Su padre, Guido, jamás aceptó la versión oficial: “Frederick no era imprudente. Algo lo interceptó”.
Entre la Fe y el Escepticismo
Los casos Hill, Zamora, Pascagoula, Walton y Valentich comparten un patrón: testigos comunes, detalles vívidos y una ausencia de pruebas concluyentes. Para la ciencia, son ejemplos de pareidolia, alucinaciones o engaños. Para la ufología, son eslabones de una verdad oculta.
¿Qué sucedió realmente en aquellas noches? La hipnosis, los polígrafos y las marcas físicas ofrecen pistas, pero ninguna respuesta definitiva. Mientras tanto, el universo sigue siendo vasto, silencioso y lleno de preguntas. Como dijo el astrónomo Carl Sagan: “La ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. ¿Estamos solos? O, como temía Barney Hill aquel septiembre de 1961, ¿hay “alguien más” observando desde las sombras?
El misterio, como las estrellas, sigue brillando.