El Misterio de Tunguska: A 116 años de lo ocurrido científicos aún investigan el evento que arrasó 2.150 km² de bosque en Siberia y su relevancia para la defensa planetaria actual
En la mañana del 30 de junio de 1908, una explosión equivalente a 185 bombas de Hiroshima iluminó los cielos de la taiga siberiana. El evento de Tunguska, como se lo conoce, sigue siendo el impacto cósmico más devastador documentado en la historia moderna. A más de un siglo de distancia, las imágenes satelitales de la NASA revelan un paisaje recuperado, pero las preguntas persisten: ¿Qué causó la explosión? ¿Podría repetirse? En el Día Internacional del Asteroide, repasamos los hallazgos científicos, los testimonios escalofriantes y las lecciones para la defensa planetaria.
El Día que Siberia Tembló
Testigos a 400 km de distancia describieron una “estrella voladora” seguida de una onda expansiva que derribó personas y arrasó ventanas. “El cielo se partió en dos, y un fuego más brillante que el sol apareció”, relató un campesino de la región. La explosión, estimada en 10-15 megatones, carbonizó 80 millones de árboles en un patrón radial, pero no dejó cráter. Las teorías iniciales hablaron de un meteorito, pero expediciones soviéticas en 1927, lideradas por Leonid Kulik, solo hallaron árboles sin ramas y microesferas de silicato en el suelo, sugiriendo la vaporización de un objeto en la atmósfera.
Imagen con puntos de referencia superpuestos a la región que rodea el lugar de la explosión del evento de Tunguska de 1908 (Crédito de la imagen: NASA/Earth Observatory).
La Ciencia Tras el Enigma
Estudios recientes apuntan a un asteroide rocoso de 50-80 metros que estalló a 8-10 km de altitud. Análisis de los anillos de los árboles muestran picos de iridio y nitrógeno, típicos de eventos cósmicos. Sin embargo, la ausencia de fragmentos sustanciales mantiene viva la hipótesis alternativa: un cometa de hielo, cuyos componentes volátiles habrían explotado sin dejar rastro. El lago Cheko, a 8 km del epicentro, fue propuesto como posible cráter, pero sondeos no han confirmado restos metálicos.
El evento de 1908 no fue aislado. En 2013, el meteorito de Cheliábinsk (Rusia) liberó 500 kilotones de energía, hiriendo a 1.500 personas. Ambos casos subrayan la vulnerabilidad terrestre: la NASA estima que solo el 40% de asteroides mayores a 140 metros están catalogados. Programas como el telescopio Vera C. Rubin (Chile) y la misión DART (que desvió un asteroide en 2022) buscan mejorar la detección y respuesta.
Tunguska no fue solo un evento histórico; es una advertencia. Con 38.000 asteroides cercanos registrados y nuevas tecnologías en desarrollo, la cooperación internacional (IAWN, SMPAG) es clave. Como señaló la ONU: “La pregunta no es si otro impacto ocurrirá, sino cuándo”. La memoria de aquel día en Siberia urge a no subestimar los riesgos del espacio.