El Misterio del Agujero Negro Gigante: Un enigma cósmico sin resolver

Un equipo de astrónomos, liderado por la Dra. Sarah Bosman del Instituto Max Planck de Astronomía, ha puesto su atención en un agujero negro de más de 1.000 millones de masas solares ubicado en el centro de la galaxia J1120+0641. Este colosal objeto celeste, que se formó apenas 770 millones de años después del Big Bang, ha dejado perplejos a los científicos debido a su enorme tamaño y rápida formación. La investigación, publicada recientemente en Nature Astronomy, arroja nueva luz sobre este fenómeno sin precedentes.

Un Crecimiento Inexplicable

Los astrónomos han intentado explicar el rápido crecimiento de este agujero negro postulando un “mecanismo de alimentación especialmente eficaz”. Los agujeros negros supermasivos, como el de J1120+0641, se alimentan de una enorme nube de gas y polvo conocida como disco de acreción. Este material brilla intensamente debido a la fricción y la gravedad que lo calientan, pero hay un límite a la cantidad de material que un agujero negro puede consumir antes de que la presión de radiación supere la atracción gravitacional y el material sea empujado hacia afuera.

Observaciones del Telescopio Espacial James Webb

Para investigar este enigma, el equipo dirigido por Bosman utilizó el telescopio espacial James Webb (JWST) para buscar señales de procesos extremos que podrían explicar el crecimiento desmesurado del agujero negro en J1120+0641. Sorprendentemente, las observaciones revelaron que este agujero negro tiene un mecanismo de alimentación “sorprendentemente normal”, similar al de sus homólogos más modernos. Además, los astrónomos encontraron que la temperatura del polvo alrededor del agujero negro era unos 100 Kelvin más alta que la de los cuásares más recientes, una característica que no había sido prevista por los modelos actuales.

Un Misterio Aún Más Profundo

Las nuevas observaciones del JWST también descartaron la hipótesis de que las masas de los primeros agujeros negros hubieran sido sobreestimadas debido a la presencia de polvo adicional. “En general, las nuevas observaciones no hacen más que añadir misterio: los primeros cuásares eran sorprendentemente normales. No importa en qué longitudes de onda los observemos, los cuásares son casi idénticos en todas las épocas del universo”, afirmó Bosman.

Los científicos ahora consideran que los agujeros negros supermasivos pudieron haberse formado con masas iniciales de al menos 100.000 masas solares a través del colapso de nubes de gas masivas tempranas, en lugar de formarse a partir de los restos de estrellas primitivas y crecer rápidamente.

El estudio del agujero negro en el centro de la galaxia J1120+0641 ha dejado a los astrónomos con más preguntas que respuestas. La investigación sugiere que los agujeros negros supermasivos y sus mecanismos de alimentación estaban “maduros” desde los primeros días del universo. Este descubrimiento desafía las teorías actuales y abre nuevas vías para entender la formación y evolución de estos enigmáticos objetos celestes. A medida que se realicen más estudios y observaciones, quizás algún día se desvele el misterio detrás de este agujero negro gigante y otros similares en el cosmos.

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