El Observatorio Rubin Desentraña una Corriente Estelar Colosal: El Universo Oculto Sale a la Luz

Una estructura estelar más larga que la Vía Láctea, descubierta alrededor de la galaxia M61, revela un pasado violento de canibalismo galáctico y promete revolucionar nuestra comprensión del cosmos.

En un hallazgo que anticipa la revolución astronómica por venir, el Observatorio Vera C. Rubin, aún en fase de pruebas, ha demostrado su extraordinario potencial al descubrir una corriente de estrellas de dimensiones colosales. Esta estructura, que fluye alrededor de la galaxia Messier 61, no solo supera en longitud a toda nuestra Vía Láctea, sino que actúa como un fósil cósmico que narra una historia de violencia gravitacional y canibalismo galáctico ocurrida hace miles de millones de años.

Un Gigante Durmiente Despierta

Aunque su operación formal no comenzará hasta 2025, el Observatorio Rubin ya está entregando resultados espectaculares. Equipado con la cámara digital más grande y sensible jamás construida, la LSSTCam de 3.2 gigapíxeles, el observatorio ha logrado captar lo que hasta ahora permanecía invisible. La corriente estelar asociada a M61 posee un ancho de 10.000 años luz y se extiende a lo largo de 170.000 años luz, desbordando los 100.000 años luz de diámetro que se estiman para el disco visible de nuestra propia galaxia.

La galaxia M61, también catalogada como NGC 4303, es un objeto celeste bien estudiado, ubicado a aproximadamente 55 millones de años luz de la Tierra en el Cúmulo de Virgo. Esta familiaridad hace del descubrimiento un evento aún más significativo. Aaron J. Romanowsky, astrónomo de la Universidad Estatal de San José y miembro del equipo descubridor, expresó su asombro: “La corriente M61 es relativamente brillante, y es sorprendente que no se hubiera observado antes. Tiene un brillo alrededor de 100 millones de veces superior al del Sol. Este hallazgo subraya la dificultad de detectar estructuras de baja densidad, incluso las más brillantes, sin la tecnología y metodologías adecuadas”.

Los astrónomos han determinado que esta vasta corriente es el remanente de una galaxia enana satélite que fue devorada y desgarrada por la inmensa gravedad de M61. Romanowsky lo describe como un proceso de “disrupción por marea”: a medida que la galaxia menor se acercó peligrosamente a su anfitriona, las fuerzas de marea gravitacional la estiraron y fragmentaron, dejando tras de sí un río de estrellas como único testimonio de su existencia. Lo más intrigante es que este evento de canibalismo podría estar teniendo consecuencias directas en el comportamiento de M61. La galaxia es conocida por albergar un “tormenta galáctica” de intensa formación estelar y un agujero negro supermasivo central extremadamente activo. La interacción con la corriente estelar podría ser el desencadenante de esta turbulencia, una suerte de “venganza” póstuma de la galaxia devorada cuyas fuerzas gravitacionales residuales perturban el corazón de su depredadora.

Este descubrimiento es solo un aperitivo de lo que está por llegar. El canibalismo galáctico es un mecanismo fundamental en el crecimiento y evolución de galaxias masivas como la Vía Láctea. Cuando el Observatorio Rubin inicie oficialmente su Legacy Survey of Space and Time (LSST), un sondeo del cielo de una década de duración, se espera que revele miles de estas estructuras tenues. “Esperamos que cuando Rubin obtenga imágenes muy profundas de galaxias, las veamos rodeadas por una tenue red de corrientes estelares”, concluyó Romanowsky. Este mapeo sin precedentes del “universo oculto” permitirá a los astrónomos reconstruir la historia de la formación de galaxias con un detalle nunca antes alcanzado.

El descubrimiento de la corriente estelar de M61 por el Observatorio Rubin marca un punto de inflexión en la astronomía observacional. No solo confirma las capacidades técnicas del telescopio para iluminar las regiones más débiles y esquivas del cosmos, sino que también sirve como un recordatorio profundo de que el universo visible es solo una parte de la historia. Detrás de la quietud aparente de las galaxias se esconde un pasado dinámico y violento, escrito en tenues ríos de estrellas que, gracias a instrumentos como el Rubin, estamos empezando a poder leer.

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