El primer ufólogo de la URSS: Alexander Kazantsev y el enigma del meteorito de Tunguska
En los vastos territorios de la Unión Soviética, donde la ciencia y la ideología a menudo se entrelazaban, surgió una figura peculiar que desafió las convenciones de su época. Alexander Kazantsev, un hombre de múltiples talentos, no solo fue un ingeniero brillante, un escritor de ciencia ficción y un ajedrecista consumado, sino también el primer ufólogo de la URSS. Su teoría sobre el evento de Tunguska, ocurrido en 1908, sacudió los cimientos de lo que se creía saber sobre aquel misterioso suceso. Para Kazantsev, el meteorito de Tunguska no era un meteorito, sino algo mucho más intrigante: una nave extraterrestre. Este artículo explora la vida y las ideas de un hombre que, con su imaginación y rigor científico, desafió las fronteras de lo desconocido.
Un genio multifacético
Alexander Petrovich Kazantsev nació en 1906 en Akmolinsk, hoy conocida como Nur-Sultan, la capital de Kazajstán. Desde joven, demostró una mente inquieta y un talento excepcional en diversos campos. Ingeniero de profesión, Kazantsev combinó su amor por la ciencia con una pasión desbordante por la literatura y el ajedrez. Su debut como escritor llegó a los 30 años, cuando su guión para la película Arenida ganó un premio internacional. Este éxito lo llevó a escribir su novela La isla en llamas, una obra de ciencia ficción que exploraba temas como la escasez de oxígeno en la Tierra y las desigualdades sociales entre el bloque soviético y el capitalista.
Pero Kazantsev no se limitó a la literatura. Durante la Segunda Guerra Mundial, participó activamente en el esfuerzo bélico soviético, diseñando una tanqueta autopropulsada que se utilizó en la ruptura del bloqueo de Leningrado. Su ingenio y creatividad lo convirtieron en una figura respetada, tanto en el ámbito científico como en el cultural.
El enigma de Tunguska
El 30 de junio de 1908, una explosión colosal sacudió la remota región de Tunguska, en Siberia. El evento, que liberó una energía equivalente a mil bombas atómicas como la de Hiroshima, arrasó más de 2,000 kilómetros cuadrados de bosque. Durante décadas, la explicación oficial fue que se trató de un meteorito. Sin embargo, Alexander Kazantsev tenía otra teoría.
En 1946, Kazantsev publicó su cuento Explosión, donde planteó una idea revolucionaria: lo que ocurrió en Tunguska no fue un impacto meteorítico, sino la explosión de una nave extraterrestre con un motor nuclear. Kazantsev comparó las imágenes de los árboles derribados en Tunguska con las fotografías de Hiroshima después del bombardeo atómico, encontrando similitudes sorprendentes. Según él, la nave provenía de Venus, aunque su tecnología había sido construida por marcianos.
Esta teoría, aunque descabellada para muchos, capturó la imaginación del público y de algunos científicos. Kazantsev se convirtió en un pionero de la ufología en la URSS, un campo que hasta entonces no existía formalmente. Sus ideas inspiraron expediciones a la taiga siberiana en busca de restos de ovnis, aunque nunca se encontraron pruebas concluyentes.
A pesar de sus ideas poco convencionales, Kazantsev nunca fue perseguido por las autoridades soviéticas. Al contrario, su trabajo literario y sus teorías ufológicas coexistieron pacíficamente con las ideas de la URSS en ese tiempo.
Kazantsev creía que el contacto con civilizaciones extraterrestres no era solo posible, sino inevitable. En sus obras, exploró la idea de que la humanidad había tenido encuentros con seres de otros mundos en la antigüedad, y que estos encuentros habían influido en el desarrollo de la civilización. Aunque sus teorías nunca fueron aceptadas por la comunidad científica, su influencia en la cultura popular y en el nacimiento de la ufología en Rusia es innegable.
Alexander Kazantsev fue un hombre adelantado a su tiempo, un visionario que combinó la ciencia, la literatura y la imaginación para explorar los misterios del universo. Su teoría sobre el evento de Tunguska sigue siendo discutida hoy en día, y aunque nunca se probó, abrió la puerta a nuevas formas de pensar sobre lo desconocido. Kazantsev no solo fue el primer ufólogo de la URSS, sino también un ejemplo de cómo la curiosidad y la creatividad pueden desafiar las fronteras de lo posible.