El Proyecto Phoenix: 30 Años de Búsqueda de Vida Extraterrestre y el Futuro del SETI
Este domingo se cumplen 30 años desde que el Instituto SETI inició una de las más ambiciosas búsquedas de inteligencia extraterrestre en la historia: el Proyecto Phoenix. Esta iniciativa, que comenzó en febrero de 1995 con observaciones astronómicas en el Observatorio Parkes, Australia, marcó un hito en la investigación del cosmos en busca de señales de otras civilizaciones.
Sin embargo, el Proyecto Phoenix estuvo al borde de no despegar. En 1992, la NASA había lanzado un programa SETI de 100 millones de dólares, pero fue cancelado en 1993 por el Congreso de los Estados Unidos debido a restricciones presupuestarias y escepticismo sobre la viabilidad del proyecto. Afortunadamente, gracias a donaciones privadas, el Instituto SETI revivió la iniciativa, que resurgió de las cenizas como el ave fénix.
Escuchando las señales del universo
El Proyecto Phoenix se enfocó en la detección de tecno-firmas, emisiones de radio que podrían ser indicios de tecnología alienígena. Estas señales se buscaron en estrellas similares al Sol dentro de un radio de 200 años luz de la Tierra. La ventaja de usar ondas de radio es que pueden viajar a través del gas y polvo interestelar sin ser absorbidas ni atenuadas.
El radiotelescopio Murriyang, en el Observatorio Parkes, fue la base de operaciones del proyecto en sus primeras observaciones. Con 64 metros de diámetro, es el radiotelescopio de antena única más grande del hemisferio sur y ha sido clave en descubrimientos astronómicos y en el seguimiento de misiones espaciales, incluyendo el Apolo 11.
El 2 de febrero de 1995, Murriyang fue dirigido hacia una estrella en la constelación de Fénix, a 49 años luz de distancia. Durante 16 semanas de observación, el equipo del Proyecto Phoenix analizó 209 estrellas y detectó más de 148.000 señales. De estas, solo 39 parecían candidatas para ser señales extraterrestres, pero finalmente fueron identificadas como provenientes de satélites terrestres.
Un éxito tecnológico a pesar de los desafíos
El proyecto fue dirigido por Jill Tarter, una de las investigadoras más destacadas del SETI y quien inspiró al personaje de Ellie Arroway en la película “Contacto” (1997). Su equipo instaló una moderna infraestructura computacional en Parkes para procesar en tiempo real los datos recibidos por el radiotelescopio.
Uno de los desafíos inesperados fueron las polillas bogong, que eran atraídas por las pantallas de las computadoras y alteraban accidentalmente los ajustes de los equipos. También se tuvo que lidiar con interferencias de radiofrecuencia provenientes de dispositivos modernos como celulares, Bluetooth y radares aéreos.
Para minimizar los errores, el Proyecto Phoenix utilizó un segundo radiotelescopio en Mopra, a 200 kilómetros al norte de Parkes, para corroborar las detecciones. Sin embargo, pese a la tecnología y el esfuerzo, no se encontró evidencia concluyente de vida extraterrestre.
El futuro de la búsqueda de inteligencia extraterrestre
El Proyecto Phoenix concluyó en 2004 con una conclusión sorprendente: “vivimos en un barrio tranquilo”. No obstante, la exploración del universo continúa con proyectos de nueva generación.
Desde 2015, el programa Breakthrough Listen, financiado privadamente, ha retomado la búsqueda utilizando nuevamente el telescopio Parkes y otros radiotelescopios de vanguardia. Su objetivo es analizar un millón de estrellas cercanas y 100 galaxias, con una sensibilidad y un rango de frecuencias más amplios.
Además, la próxima generación de radiotelescopios, como SKA-Low en Australia y SKA-Mid en Sudáfrica, ofrecerá capacidades sin precedentes para la detección de tecno-firmas. Estos telescopios aumentarán significativamente la probabilidad de hallar señales de otras civilizaciones.
Frank Drake, pionero del SETI, afirmó que “lo más fascinante que podríamos encontrar en el universo no es otra estrella o galaxia, sino otro tipo de vida”. Con los avances tecnológicos actuales, la humanidad está cada vez más cerca de responder una de las preguntas más antiguas: ¿estamos solos en el universo?