El supuesto ataque extraterrestre en Opoko: La aterradora experiencia de Valentina Flores en las montañas Bolivianas
En las remotas y desoladas tierras del suroeste de Bolivia, cerca de la histórica ciudad de Potosí, se encuentra la humilde provincia de Opoko, un lugar donde la vida transcurre con sencillez y lejos de las complejidades del mundo moderno. Fue aquí, en 1967, donde Valentina Flores, una pastora quechua de 24 años, vivió una experiencia que desafía toda explicación racional y que, incluso décadas después, sigue siendo un enigma sin resolver.
Valentina y su esposo, Gumersindo, llevaban una vida tranquila dedicada al pastoreo de ovejas y llamas. Analfabeta y ajena a los rumores sobre ovnis y extraterrestres que comenzaban a circular en la época, Valentina jamás imaginó que un encuentro sobrenatural marcaría su existencia para siempre. Todo ocurrió poco después de la Pascua de ese año, cuando la joven pastora llevó su rebaño de 64 ovejas a un pastizal cercano a un antiguo corral de piedra.
El descubrimiento macabro
Al llegar al lugar, Valentina notó algo inusual: sus llamas, que pastaban en el mismo sitio, estaban dispersas y agitadas, como si algo las hubiera asustado. Siguiendo sus instintos, logró reagruparlas, pero al regresar al corral, se encontró con que sus ovejas habían desaparecido. Las huellas en el suelo rocoso la llevaron hasta una cerca antigua, donde un espectáculo dantesco la esperaba.
Dentro de una extraña estructura en forma de cúpula, tejida con un material similar a una telaraña, yacían los cuerpos mutilados de sus ovejas. Los animales habían sido destripados, sus entrañas esparcidas y algunos órganos extraídos con precisión quirúrgica. Pero lo más aterrador estaba aún por venir: entre los cadáveres, una criatura de no más de un metro de altura manipulaba el último cordero vivo con un instrumento desconocido.
El enfrentamiento con lo imposible
La criatura, descrita por Valentina como un ser humanoide vestido con un traje ajustado, botas marrones y un casco con una hélice en la parte superior, tenía la piel blanca, ojos azules y un grueso bigote rojo. Al notar su presencia, el ser mostró una expresión de miedo antes de activar un dispositivo que hizo desaparecer la estructura de telaraña. En ese momento, Valentina vio a un segundo individuo idéntico, quien huyó hacia una colina y ascendió en un artefacto similar a una silla voladora.
Ciega de ira, Valentina atacó al primer extraterrestre con un garrote, hiriéndolo en la cabeza. La criatura contraatacó con su herramienta, causándole heridas a ella y a su pequeña hija, Feodosia, quien presenciaba la escena desde la espalda de su madre. Finalmente, el ser escapó hacia las colinas y desapareció en el cielo, dejando atrás un rastro de sangre y preguntas sin respuesta.
Las consecuencias y el legado del incidente
El ejército boliviano investigó el caso, confirmando la extraña mutilación de las ovejas y recolectando muestras de sangre no humana. Valentina y su familia, devastados económicamente, abandonaron la zona y se trasladaron al sur. Otros pastores reportaron avistamientos similares en los años siguientes, sugiriendo que el fenómeno no fue un evento aislado.
Incluso en 2001, cuando el ufólogo español J. Benítez entrevistó a Valentina, la mujer aún mostraba un profundo trauma por lo sucedido. Su testimonio sigue siendo uno de los relatos más detallados y perturbadores de un encuentro cercano con seres de origen desconocido en América Latina.
Un misterio que perdura
El caso de Valentina Flores en Opoko plantea interrogantes sobre la posible presencia de entidades extraterrestres en regiones remotas del mundo. ¿Se trató de una misión de recolección de muestras biológicas? ¿O existe una explicación aún más inquietante? Lo cierto es que, más de cinco décadas después, el incidente sigue sin una respuesta definitiva, dejando un legado de miedo y fascinación en las alturas bolivianas.
Referencia
planetabenitez.com/el-salar-de-uyuni/