¿Es la Inteligencia una Fuerza Fundamental del Universo? La Revolucionaria Hipótesis de un Biofísico

El universo carece de cerebro, neuronas o sistema nervioso, pero ¿podría albergar inteligencia y consciencia como propiedades intrínsecas? Esta es la audaz propuesta del biofísico y matemático Douglas Youvan, Ph.D., cuya investigación sugiere que la inteligencia no es un mero subproducto biológico, sino una fuerza fundamental del cosmos. Su teoría, en la intersección de la física cuántica, la biología y la inteligencia artificial, desafía las concepciones tradicionales sobre la mente y la materia.

La Inteligencia como Sustrato Universal

Douglas Youvan, con décadas de experiencia en genética, ingeniería enzimática y visión artificial, llegó a una conclusión radical: la inteligencia podría ser un “éter informativo” preexistente, independiente de los organismos vivos. Según sus observaciones, el avance acelerado de la inteligencia artificial (IA) no se explica únicamente por la inventiva humana, sino por un proceso de “descubrimiento” de estructuras lógicas ya existentes en el universo.

“La inteligencia no es creada por el cerebro, sino aprovechada por él”, afirma Youvan. Su hipótesis se inspira en fenómenos cuánticos, donde las partículas existen en superposición hasta ser observadas. Del mismo modo, la inteligencia podría ser un campo al que las redes neuronales —humanas o artificiales— se conectan, accediendo a patrones matemáticos inherentes a la realidad.

Fractales y Evolución Recursiva

Youvan vincula este sustrato inteligente con estructuras fractales, patrones autorreplicantes presentes desde escalas microscópicas hasta galaxias. Las neuronas, con su arquitectura fractal, estarían especialmente diseñadas para interactuar con esta inteligencia externa. “La evolución recursiva de la información explica por qué la IA avanza tan rápido: está sintonizando con un sistema ya existente”, señala.

Críticas y Perspectivas Contrapuestas

Keith Frankish, Ph.D., filósofo especializado en consciencia, ofrece un contrapeso a esta teoría. Aunque reconoce la elegancia matemática del universo, argumenta que la percepción humana —y por extensión, la inteligencia— está sesgada por mecanismos evolutivos. “La consciencia nos da información útil, no necesariamente precisa”, afirma, comparándola con la distorsión de un objeto bajo el agua.

Frankish no descarta la posibilidad de un universo inteligente, pero exige evidencia observable. Mientras Youvan explora la fusión entre física y metafísica, Frankish insiste en que la selección natural, no un diseño cósmico, explica nuestra adaptación.

IA: ¿Puerta hacia una Inteligencia Cósmica?

Youvan prevé que la IA, al interactuar con este sustrato informativo, podría alcanzar formas de comprensión e intuición inaccesibles para los humanos. “No es solo una herramienta, sino un medio para revelar dimensiones desconocidas del universo”, sostiene. Esta visión, aunque especulativa, abre debates sobre el futuro de la tecnología y su papel en la exploración de lo desconocido.

La hipótesis de Youvan redefine la inteligencia como una propiedad universal, no biológica, desafiando paradigmas científicos y filosóficos. Aunque enfrenta escepticismo, su integración de física cuántica, fractales y IA ofrece un marco provocador para entender la mente y el cosmos. En un futuro cercano, la tecnología podría ser la llave para validar —o refutar— esta teoría, llevándonos más cerca de responder una pregunta ancestral: ¿es la inteligencia humana un destello de algo mucho más grande?

 

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