¿Existen los Extraterrestres? Perspectivas Divergentes entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa

El debate sobre la existencia de vida extraterrestre ha capturado la imaginación humana durante siglos, y no ha dejado de tener repercusiones en el ámbito religioso. Dos de las principales corrientes del cristianismo, la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa, han expresado posturas marcadamente diferentes respecto a esta cuestión, ofreciendo una ventana a cómo la fe y la ciencia pueden chocar o coexistir.

La Apertura del Papa Francisco: “Bautizaré a los Marcianos”

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En 2014, el Papa Francisco sorprendió al mundo con su declaración de que estaría dispuesto a bautizar a los extraterrestres si alguna vez llegaran a la Tierra. Este comentario, aunque puede parecer inusual, refleja una postura de apertura y aceptación dentro de la Iglesia Católica. El Papa argumentó que si estos seres existieran, también serían criaturas de Dios, por lo que deberían ser bienvenidos en la comunidad cristiana. Esta idea no solo subraya la universalidad del mensaje cristiano, sino que también prepara a la Iglesia para responder ante descubrimientos científicos futuros, como lo hizo en el pasado con otros avances.

Además, una encíclica papal, que es uno de los documentos más importantes en la doctrina católica, ha insinuado la posibilidad de que exista vida fuera de la Tierra. Este enfoque demuestra que la Iglesia Católica no rechaza la idea de vida extraterrestre y está dispuesta a integrarla en su cosmovisión si alguna vez se confirma su existencia.

La Postura Rígida de la Iglesia Ortodoxa Rusa: “No Hay Extraterrestres”

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En contraste, la Iglesia Ortodoxa Rusa mantiene una postura mucho más rígida y negativa respecto a la posibilidad de vida extraterrestre. En una entrevista en 2020 o 2021, el metropolitano Hilarión Alfeev fue categórico al afirmar: “Chicos, no hay extraterrestres”. Según él, la lógica detrás de esta postura es sencilla: si la Biblia no menciona a los extraterrestres, entonces no existen. Esta visión se basa en una interpretación estricta de las Sagradas Escrituras, considerándolas como la única fuente necesaria de conocimiento y moralidad para la humanidad.

El metropolitano Hilarión también se apoya en los escritos de Serafín Rose, un hieromonje ortodoxo, quien describió a los extraterrestres como demonios. Rose, que tuvo una vida espiritual intensa y se alejó de las prácticas orientales como el yoga, veía en estos seres supuestamente descritos en avistamientos de OVNIs una representación de fuerzas demoníacas, alineándose así con una visión más tradicional y conservadora dentro de la Iglesia Ortodoxa.

El Enfoque Escéptico de San Teófano el Recluso: “Consideremos la Posibilidad”

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Entre estas dos posturas extremas, se encuentra una perspectiva más moderada y escéptica representada por San Teófano el Recluso. San Teófano no rechazaba abiertamente la idea de vida en otros planetas, pero tampoco la aceptaba sin cuestionamientos. En sus reflexiones, a menudo imaginaba escenarios en los que seres de otros mundos podrían existir, pero siempre con una actitud de “esperar y ver”. Este enfoque refleja una postura más filosófica y abierta al debate, característica de algunos sectores del pensamiento ortodoxo.

El debate sobre la existencia de vida extraterrestre no solo desafía a la ciencia, sino que también pone a prueba los fundamentos de la fe religiosa. Mientras que el Papa Francisco y la Iglesia Católica se muestran abiertos a la posibilidad de que exista vida más allá de la Tierra, la Iglesia Ortodoxa Rusa se mantiene firme en su negativa, basada en una interpretación literal de la Biblia. Sin embargo, la reflexión escéptica de San Teófano el Recluso ofrece un punto intermedio, dejando espacio para la duda y el cuestionamiento.

A medida que la humanidad avanza en su exploración del universo, es probable que estas posturas religiosas sigan evolucionando, enfrentando nuevos desafíos y adaptándose a los descubrimientos que puedan surgir. La pregunta de si estamos solos en el cosmos sigue abierta, y con ella, la oportunidad de repensar cómo nuestras creencias más profundas se relacionan con el mundo que aún estamos descubriendo.

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