Filtraciones Cósmicas: Señales de los extraterrestres pueden ser accidentales y no intencionales
Un estudio revolucionario de la NASA y la Universidad de Pensilvania propone reorientar SETI hacia la captación de señales accidentales de comunicación interplanetaria alienígena, identificando la eclíptica como el plano celeste clave para la escucha.
En la vasta inmensidad del cosmos, la humanidad ha buscado durante décadas un saludo deliberado de otras civilizaciones. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que podríamos estar buscando en el lugar equivocado. La clave para el primer contacto podría no residir en un mensaje interestelar cuidadosamente elaborado, sino en las fugas accidentales de radiofrecuencia que una sociedad tecnológicamente avanzada, como la nuestra, emite de forma involuntaria en su quehacer cotidiano. Los astrónomos están redefiniendo la estrategia, pasando de escuchar señales intencionales a sintonizar el ‘ruido de fondo’ tecnológico del universo.
El Eco Involuntario de la Humanidad en el Cosmos
La Red de Espacio Profundo (DSN) de la NASA, un conjunto de gigantescas antenas repartidas en California, Madrid y Camberra, es el sistema nervioso central de la exploración robótica del sistema solar. A diario, gestiona más de una docena de sesiones de comunicación con las seis naves en órbita marciana, la sonda Juno en Júpiter, BepiColombo rumbo a Mercurio y otras misiones. Cada uno de estos envíos de datos, cruciales para la ciencia, tiene un efecto secundario fascinante: una potente señal de radio que, tras alcanzar su destino, continúa su viaje imparable hacia el espacio interestelar, convirtiéndose en un faro inadvertido que proclama nuestra existencia a quien pueda captarlo.
La Geometría Cósmica de una Fuga de Información
El estudio, publicado en The Astrophysical Journal Letters por científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania y el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, explica que estas señales no se dispersan de forma isótropa. Por el contrario, se propagan en forma de cono a lo largo de la línea invisible que conecta dos planetas, por ejemplo, la Tierra y Marte. Dado que todos los planetas de nuestro sistema orbitan aproximadamente en el mismo plano —la eclíptica—, estas ‘fugas’ de información se proyectan predominantemente hacia las constelaciones del zodíaco, que delinean este mismo plano en nuestra esfera celeste.
El Espejo Cósmico: Buscando las Fugas Ajenas
La propuesta revolucionaria de los investigadores es aplicar este mismo principio a la inversa. Si una civilización extraterrestre posee un nivel tecnológico similar al nuestro, es lógico suponer que también tendría su propia red de comunicaciones interplanetarias, con sus propias ‘fugas’ de señal. Para detectarlas, la alineación planetaria debe ser perfecta: la Tierra debe situarse en la trayectoria de la línea de comunicación que une un exoplaneta habitable con una de sus lunas o con otro planeta en su sistema. La ventaja es que conocemos sistemas solares que, desde nuestra perspectiva, están “de canto” (en tránsito), lo que significa que ya estamos en su plano orbital. El sistema TRAPPIST-1, con sus siete planetas rocosos, es el ejemplo paradigmático.
El Alcance de la Escucha Terrestre
Según los cálculos del equipo, nuestra tecnología actual, con radiotelescopios como el famoso ya fallecido Arecibo o el activo FAST en China, sería teóricamente capaz de detectar estas fugas tecnológicas alienígenas provenientes de distancias de hasta 7 pársecs, lo que equivale a unos 23 años luz. Dentro de este radio de escucha cósmico, se conocen 128 estrellas y enanas marrones, con varias docenas de exoplanetas confirmados orbitándolas, muchos de ellos mundos rocosos en zonas potencialmente habitables. Este hallazgo proporciona por primera vez un conjunto concreto y prioritario de objetivos observacionales para los programas SETI.
Un Nuevo Paradigma en la Búsqueda de Vecinos Cósmicos
Este cambio de perspectiva representa un avance significativo en la búsqueda de inteligencia extraterrestre. En lugar de esperar un mensaje en una botella cósmica dirigido específicamente a nosotros, los astrónomos se posicionan ahora como interceptores pasivos de la cháchara tecnológica de una civilización demasiado ocupada en sus propios asuntos interplanetarios como para saber que está siendo escuchada. Esta teoría no solo amplía los horizontes de SETI, sino que también ofrece una humildad cósmica: nuestra mayor huella en la galaxia podría no ser el mensaje de paz que enviamos, sino el simple y constante murmullo de nuestras máquinas trabajando.