Físico Avi Loeb “Civilizaciones extraterrestres podrían estar utilizando agujeros negros en miniatura como fuentes de energía, orbitando planetas rebeldes”

La búsqueda de civilizaciones extraterrestres ha sido un desafío constante para la ciencia. Durante décadas, los astrónomos han escudriñado el cosmos en busca de señales tecnológicas, sin éxito hasta ahora. Uno de los mayores obstáculos es la incertidumbre sobre qué tipo de huellas tecnológicas podrían dejar estas civilizaciones. Mientras que la humanidad depende de estrellas y combustibles fósiles para obtener energía, una especie avanzada podría haber desarrollado métodos más eficientes, incluso aprovechando la energía de los agujeros negros.

El físico teórico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, ha presentado una hipótesis audaz: civilizaciones extraterrestres podrían estar utilizando agujeros negros en miniatura como fuentes de energía, orbitando planetas rebeldes —mundos que vagan por el espacio sin estar atados a ninguna estrella—. Según su estudio, publicado en Research Notes of the AAS, estos agujeros negros actuarían como satélites, proporcionando energía a través de un mecanismo conocido como el proceso de Penrose.

El proceso de Penrose y la extracción de energía de agujeros negros

En 1969, el físico Roger Penrose propuso que era posible extraer energía de un agujero negro en rotación. Su teoría, conocida como el proceso de Penrose, sugiere que un objeto podría ser lanzado hacia la ergosfera —la región exterior al horizonte de sucesos— donde el espacio-tiempo gira arrastrado por la rotación del agujero negro. Si el objeto se divide en dos partes, una podría caer en el agujero negro mientras la otra escapa con más energía de la que tenía originalmente. Este fenómeno no viola las leyes de la física y podría ser aprovechado por una civilización lo suficientemente avanzada.

Loeb plantea que una especie extraterrestre podría haber creado o capturado un agujero negro primordial —pequeños agujeros negros formados en los primeros instantes del universo— y colocarlo en órbita alrededor de un planeta rebelde. Dado que estos planetas no reciben luz estelar, la energía del agujero negro sería crucial para su supervivencia. Según sus cálculos, un agujero negro con una masa de aproximadamente 10¹¹ gramos emitiría suficiente radiación Hawking como para abastecer las necesidades energéticas de una civilización avanzada.

La búsqueda de señales tecnológicas en el cosmos

Si esta teoría es correcta, la humanidad podría buscar planetas errantes que emitan radiación gamma inusual, lo que indicaría la presencia de un agujero negro artificial en órbita. A diferencia de las esferas de Dyson —estructuras hipotéticas que rodean estrellas para capturar su energía—, este método sería más eficiente y menos detectable con tecnologías actuales.

Loeb argumenta que, en lugar de enfocarse únicamente en sistemas estelares, los astrónomos deberían rastrear objetos oscuros y fríos en el espacio interestelar. La detección de un planeta rebelde con una fuente de energía anómala podría ser la primera evidencia sólida de vida inteligente más allá de la Tierra.

Implicaciones para el futuro de la humanidad

Esta teoría no solo amplía el horizonte en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, sino que también plantea posibilidades fascinantes para el futuro energético de la humanidad. Si los agujeros negros pueden ser utilizados como fuentes de energía, su estudio podría revolucionar nuestra comprensión de la física y la ingeniería espacial.

Mientras tanto, la comunidad científica sigue explorando nuevas formas de detectar señales tecnológicas en el universo. Con telescopios más avanzados y misiones interestelares en desarrollo, quizás no estemos lejos de descubrir si estamos solos en el cosmos o si, como sugiere Loeb, otras civilizaciones ya han dominado los secretos de los agujeros negros.

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