Intrusiones de UAP: El Misterio de los OVNIs que Pusieron en Alerta a Bases Militares en 1975

Los avistamientos sobre instalaciones estratégicas desataron inquietud y fascinación en todo Norteamérica.

Durante el otoño de 1975, los cielos del norte de Estados Unidos y Canadá fueron escenario de una serie de eventos que siguen sin explicación. En octubre y noviembre de ese año, bases estratégicas del Comando Aéreo Estratégico (SAC) se enfrentaron a un desafío inusual: aeronaves no identificadas sobrevolando áreas de almacenamiento de armas nucleares. Lo que comenzó como avistamientos aislados rápidamente se transformó en un fenómeno que involucró testimonios de personal militar confiable, radares de NORAD y hasta despliegue de aviones caza.

Luces misteriosas y movimientos inusuales

El 27 de octubre de 1975, en la Base de la Fuerza Aérea Loring, Maine, el sargento Danny K. Lewis fue el primero en reportar lo que parecía una aeronave sobrevolando a baja altitud el perímetro norte de la base. El objeto tenía luces rojas y blancas intermitentes y, según un mensaje de teletipo enviado al Centro de Comando Militar Nacional en Washington, DC, logró penetrar hasta 300 yardas del área de almacenamiento de municiones.

Testigos adicionales, incluidos los sargentos Clifton W. Blakeslee y William J. Long, corroboraron los avistamientos. El radar también detectó la presencia del objeto, lo que llevó al coronel Richard E. Chapman, comandante de la base, a declarar una alerta máxima. A pesar de los intentos de comunicación y maniobras de seguridad, la aeronave desapareció tan repentinamente como había llegado, siendo rastreada en dirección a New Brunswick, Canadá.

Avistamientos en múltiples bases

El fenómeno no se limitó a Loring. En la Base de la Fuerza Aérea Wurtsmith, Michigan, el 30 de octubre, el personal militar observó un objeto volador con movimientos erráticos cerca del área de almacenamiento de armas. Un aviador informó haber visto luces no identificadas, mientras que un radar confirmó la presencia de “helicópteros” no identificados. Intentos de interceptarlos fueron infructuosos, ya que los objetos aceleraban fuera del alcance cuando los aviones KC-135 se acercaban.

En Montana, el 7 de noviembre, los sistemas de seguridad del sitio de misiles Minuteman detectaron una violación alarmante. Un equipo de respuesta reportó un objeto discoidal de gran tamaño, iluminando el sitio como si fuera de día. El objeto fue rastreado por radar y desapareció tras alcanzar una altitud de 60,000 metros, evadiendo a dos interceptores F-106 enviados desde Great Falls.

El radar y los avistamientos visuales convergen

La actividad no se limitó a territorio estadounidense. En la Estación de las Fuerzas Canadienses Falconbridge, Ontario, se rastrearon objetos no identificados que alternaban entre movimientos lentos y rápidas aceleraciones. Testimonios de oficiales de policía y personal del radar de NORAD confirmaron que los objetos se elevaban desde 26,000 a 72,000 pies antes de desaparecer repentinamente.

“Vimos el supuesto OVNI al mismo tiempo que los civiles lo reportaban”, declaró el capitán Gordon Hilchie, director de asuntos públicos del NORAD en North Bay. Esta coincidencia de avistamientos visuales y datos de radar es inusual y agregó un grado de credibilidad que atrajo la atención de los altos mandos.

Intrusión en áreas sensibles y códigos alterados

Lo más alarmante del caso ocurrió en sitios estratégicos como Loring y Malmstrom, donde los avistamientos coincidieron con alteraciones en los códigos informáticos de las ojivas nucleares, un hecho sin precedentes y sin explicación.

Estos eventos provocaron una respuesta sin precedentes. Los registros militares muestran un intercambio constante de mensajes prioritarios entre NORAD, el Centro de Comando Militar Nacional y otros comandos principales. Sin embargo, a pesar de los múltiples intentos de identificación y las numerosas medidas de seguridad, los objetos permanecieron indescifrables.

Casi cinco décadas después, los eventos de 1975 en las bases del SAC siguen siendo un caso emblemático en el estudio de fenómenos aéreos no identificados. Los testimonios de testigos militares, la corroboración del radar y la falta de una explicación satisfactoria mantienen vivo el interés en estos incidentes.

Aunque algunos podrían sugerir explicaciones como helicópteros civiles o incluso fenómenos naturales, la combinación de su comportamiento, la violación de espacios aéreos restringidos y los registros militares oficiales apuntan hacia un misterio que resiste los análisis convencionales.

El legado de 1975 es un recordatorio de que, incluso en una era tecnológica avanzada, el cielo aún guarda secretos que desafían nuestra comprensión.

 

Referencias

Larry Fawcett and Barry Greenwood, Clear Intent, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1984, pp. 27-31. 24th NORAD Region Senior Director’s log excerpt reproduced on page 29, and National Military Command Center memorandum reproduced on pp. 30-31.

Raymond Fowler, Casebook of a UFO Investigator, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1981, pp. 190-191. Fawcett and Greenwood, 1984, pp. 16-19, 46-47. Copies of Government documents in Fund for UFO Research files.

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