“Keyhoe a Truman, una advertencia secreta en 1959” Carta desclasificada revela denuncias de censura, infiltraciones y la urgencia de audiencias en el congreso hace 65 Años.
En los archivos de la historia, oculta entre millones de documentos, una carta fechada el 3 de febrero de 1959 emerge como un testimonio profético. Dirigida al expresidente Harry S. Truman por el mayor Donald E. Keyhoe, director del Comité Nacional de Investigaciones de Fenómenos Aéreos (NICAP), la misiva no es una mera curiosidad histórica. Es un manifiesto detallado que expone un patrón de secretismo, manipulación informativa y una lucha por la transparencia que, de manera asombrosa, refleja el debate contemporáneo sobre los Objetos Voladores No Identificados.
Un Llamado a un Estadista
Keyhoe, un marine retirado y una figura central en la ufología temprana, se dirigió a Truman no por casualidad. Apeló a su autoridad como excomandante en jefe y al interés que, según sus fuentes, Truman aún mantenía en el tema. La carta establece de inmediato la credibilidad de NICAP, enumerando a su distinguida Junta de Gobernadores, entre los que destacaba el vicealmirante Roscoe H. Hillenkoetter, primer director de la CIA. Este detalle era crucial: Keyhoe presentaba a NICAP no como un grupo de aficionados, sino como una organización seria compuesta por militares de alto rango, científicos y profesionales, con miembros en los 49 estados de la Unión.
La Lucha Contra el “Cripto-Ridículo” y la Infiltración
Uno de los pasajes más reveladores de la carta es la clara distinción que Keyhoe traza entre su organización y los llamados “chiflados” (crackpots). Denunció que estos individuos habían invadido la investigación OVNI, a menudo “para beneficio personal o glorificación”, un fenómeno que perjudicaba la seriedad del asunto. Keyhoe argumentaba que este ambiente de ridículo no era orgánico, sino fomentado por una “política oficial de desacreditación” diseñada para oscurecer las intensas investigaciones que, según él, realizaban la Fuerza Aérea y otras agencias.
La acusación central de Keyhoe era precisa y documentada. Citaba la Regulación de la Fuerza Aérea 200-2, que prohibía al personal militar divulgar información OVNI, canalizando todo hacia el Cuartel General. A su vez, este se negaba a publicar informes detallados, emitiendo solo declaraciones generales y estadísticas que NICAP consideraba “completamente infundadas”. Además, señalaba el documento JANAP 146 del Estado Mayor Conjunto, que invocaba las leyes de espionaje para los reportes OVNI en canales oficiales, una medida que, según Keyhoe, también vinculaba a la Guardia Costera y a la Administración de Aeronáutica Civil. El efecto neto, escribió, era un muro de silencio que desinformaba a la prensa y al público.
La Solución: Audiencias en el Capitolio
La conclusión de Keyhoe era tan clara como su diagnóstico: la única forma de romper el secretismo era mediante “audiencias abiertas en el Capitolio”. Reveló que, actuando en nombre de la Junta, ya había ofrecido al senador Lyndon B. Johnson información que probaba la realidad de los OVNI y la censura oficial. Esta petición, escrita hace más de seis décadas, anticipa directamente las demandas que culminarían en las audiciones del Congreso de los Estados Unidos en el siglo XXI.
La carta de Donald Keyhoe a Harry Truman es más que un artefacto histórico; es un espejo. Muestra que las controversias actuales en torno al fenómeno OVNI —el encubrimiento gubernamental, la lucha contra la desinformación, la batalla por la divulgación y la necesidad de una supervisión legislativa— tienen raíces profundas. La elocuente advertencia de Keyhoe sobre la censura, el ridículo orquestado y la infiltración de elementos nocivos en el campo de investigación demuestra que los desafíos para llegar a la verdad son, lamentablemente, atemporales. Su llamamiento, que pareció caer en oídos sordos en su momento, resuena hoy con una vigencia extraordinaria, confirmando que la búsqueda de respuestas es un viaje largo y obstaculizado, cuyos ecos del pasado iluminan las disputas del presente.
