La caza científica de fenómenos aéreos no identificados: Incursiones nocturnas de misteriosos drones que desconcierta al Pentágono y al FBI

Desde incursiones en bases militares hasta investigaciones oficiales veladas, dos ingenieros en Long Island han desarrollado una plataforma de vigilancia única que está ayudando a las fuerzas del orden a descifrar el enigma de los drones no identificados.

En diciembre de 2024, el espacio aéreo restringido del Centro de Sistemas para Soldados Natick del Ejército de EE. UU. fue violado por un escuadrón de entre 15 y 20 drones. El incidente, que movilizó a todas las agencias federales, estatales y locales, fue descrito por un mayor retirado de la policía estatal como “lo más extraño” que había visto en su vida. Este evento fue solo uno más en una oleada de avistamientos similares que mantuvo en vilo a la costa este. Ante la falta de respuestas claras del gobierno, algunas agencias han volteado hacia una fuente inesperada en busca de ayuda: dos hermanos gemelos cazadores de fenómenos anómalos no identificados (FANI) en Long Island, John y Gerald Tedesco, y su laboratorio móvil, el “Nightcrawler”.

El evento de Natick no fue un caso aislado. Durante meses, instalaciones sensibles como el Arsenal Picatinny en Nueva Jersey reportaron repetidas incursiones de drones no autorizados, lo que generó una investigación del FBI y nuevas prohibiciones de vuelo de la FAA. La narrativa oficial osciló entre restar importancia a los eventos, calificándolos de actividades de investigación benignas, y las advertencias de altos mandos militares como el general de NORAD, Gregory Guillot, quien en febrero de 2025 testificó ante el Senado sobre cientos de incursiones sin resolver, algunas con indicios de inteligencia extranjera.

En este vacío de información, la labor de los hermanos Tedesco ha ganado relevancia. Tras una carrera de tres décadas en ingeniería eléctrica e instrumentación, destinaron sus recursos y conocimientos a construir el “Nightcrawler”, una autocaravana equipada con un avanzado conjunto de sensores caseros. Su objetivo original era la investigación de OVNIs, ahora denominados FANI, lo que les valió la atención del Proyecto Galileo de Harvard, con el que se afiliaron.

Su metodología es lo que los distingue. Lejos de limitarse a cámaras convencionales, el “Nightcrawler” integra radar de ondas milimétricas, analizadores de espectro de radiofrecuencia, visión nocturna y cámaras multiespectrales capaces de captar luz ultravioleta (UV-C) e infrarroja. Esta capacidad les permitió descubrir, por ejemplo, que algunos drones que parecían “apagarse” para evadir la vigilancia en realidad solo cambiaban la frecuencia de su firma lumínica al espectro infrarrojo, una técnica akin a la “gestión de firmas” militar.

Su trabajo de campo los llevó directamente a uno de los casos más significativos: una serie de más de 28 incursiones de drones no autorizados en el Aeropuerto Francis S. Gabreski, base de la Guardia Nacional Aérea de Nueva York, a finales de 2024 e inicios de 2025. Al desplegar sus escáneres de radiofrecuencia, detectaron señales inusualmente potentes en una banda (1780-1850 MHz) reservada exclusivamente para comunicaciones tácticas militares del Departamento de Defensa, municiones guiadas y guerra electrónica. Este hallazgo sugería que los drones no eran operados por aficionados, sino posiblemente por entidades gubernamentales o adversarios que emulaban sus señales.

Colaboración con las Agencias

Los Tedesco afirman trabajar “en estrecha colaboración” con el FBI, compartiendo sus datos. La veracidad de esta colaboración se ve respaldada por la reacción de fuentes oficiales. Un alto funcionario de las fuerzas del orden confirmó el interés del FBI en su trabajo, aunque señaló que la naturaleza de esta cooperación debe ser “muy discreta”. Incluso Tim Phillips, exdirector interino de la Oficina de Resolución de Anomalías (AARO) del Pentágono, admitió públicamente en un podcast que su equipo había estudiado y se había inspirado en el libro autopublicado por los Tedesco sobre el “Nightcrawler” para el desarrollo de su propio hardware móvil.

La razón por la que el FBI recurriría a civiles se atribuye a un complejo entramado legal y burocrático. Fred Manget, ex asesor general adjunto de la CIA, explica que las leyes restringen la recopilación de inteligencia nacional sobre drones por parte de las agencias de inteligencia, cuya prioridad a menudo es espiar a potencias extranjeras sin alertarlas, incluso si eso significa no compartir información crucial con la policía para enjuiciar a los operadores.

La historia de los hermanos Tedesco y los misteriosos drones encapsula un desafío de seguridad nacional moderno. Representa la colisión entre un fenómeno persistente y enigmático, una respuesta oficial fragmentada y la emergencia de científicos ciudadanos que, armados con ingenio y recursos propios, están llenando un vacío crítico de información. Si bien su enfoque maximalista y sus hipótesis audaces a veces chocan con el meticuloso escepticismo de la academia, su valor para las fuerzas del orden es innegable. Ellos no proveen solo teorías, sino datos duros y herramientas tangibles en un campo donde la desinformación y el secretismo suelen reinar. Su labor demuestra que, en la era de los FANI y los drones inexplicables, las respuestas ya no solo se buscan en los pasillos del Pentágono, sino también en una autocaravana equipada con tecnología de punta, recorriendo las costas de Long Island en la más absoluta oscuridad.

 

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