La CIA y los OVNIs: Desclasificación, Engaños y el Legado del Secretismo Gubernamental
Durante décadas, la relación entre la CIA y el fenómeno OVNI ha estado marcada por el secretismo, las contradicciones y las acusaciones de encubrimiento. Un estudio histórico realizado por Gerald K. Haines, publicado en 1997 en la revista Studies in Intelligence, reveló detalles sobre el papel de la agencia en la investigación de objetos voladores no identificados entre 1947 y 1990. Este documento, aunque limitado en su alcance, destapó prácticas de desinformación, el uso de aviones espía como explicación para avistamientos y la vigilancia a investigadores civiles, alimentando teorías conspirativas que persisten hasta hoy.
El Cambio de Postura y la Desclasificación Parcial
A raíz del fin de la Guerra Fría, la CIA enfrentó presiones para transparentar sus operaciones. En 1993, el entonces director R. James Woolsey ordenó una revisión exhaustiva de los archivos OVNI, lo que llevó a la centralización de documentos y al estudio de Haines. Publicado inicialmente en una edición clasificada, el informe se filtró posteriormente al público, generando titulares como «La CIA temía la histeria OVNI» y reavivando debates sobre el alcance del engaño gubernamental.
La prensa destacó dos aspectos clave: primero, la afirmación de que muchos avistamientos en los años 50 y 60 correspondían a vuelos secretos del U-2 y el SR-71 Blackbird, cuyos pilotos operaban a altitudes inusuales. Segundo, la reiteración de las conclusiones del Panel Robertson (1953), que recomendó desacreditar los informes OVNI para evitar “obstrucciones” en las defensas estadounidenses. Sin embargo, como señaló Mark Rodeghier, director científico del Center for UFO Studies (CUFOS), el informe omitió contextos cruciales y no abordó la vigilancia sistemática a ufólogos.
El Encubrimiento de los Aviones Espía: ¿Mito o Realidad?
Haines sostuvo que más del 50% de los reportes OVNI entre 1950 y 1960 fueron malinterpretaciones de aeronaves como el U-2. No obstante, esta afirmación carece de sustento verificable: la monografía citada como fuente sigue clasificada, y testimonios como el del teniente coronel Robert Friend, exdirector del Proyecto Libro Azul, contradicen la versión oficial. Friend calificó de “absurda” la idea de un encubrimiento masivo y negó que la Fuerza Aérea ocultara sistemáticamente estos vuelos.
Aun así, el informe expuso tácticas de desinformación. Por ejemplo, en 1957, la CIA falsificó la identidad de un agente como oficial de la Fuerza Aérea para evadir preguntas sobre un caso OVNI trivial, lo que reforzó la percepción de un encubrimiento. Haines admitió que tales acciones, aunque justificadas por la seguridad nacional, alimentaron la desconfianza pública.
Vigilancia a Investigadores y el Fantasma de la Guerra Fría
El artículo de Haines apenas rozó un tema delicado: la vigilancia a grupos civiles de investigación OVNI, recomendada por el Panel Robertson. Aunque no se encontraron pruebas concluyentes, archivos del FBI revelan seguimientos a figuras como Leon Davidson y Richard Hall. Además, en la década de 1980, la CIA analizó posibles vínculos entre ufólogos y espionaje soviético, temiendo que los avistamientos enmascararan operaciones de contrainteligencia.
Un Secreto a Medias
El estudio de Haines, pese a sus lagunas, confirmó que la CIA manipuló narrativas OVNIs para proteger programas clasificados. Sin embargo, lejos de cerrar el capítulo, dejó preguntas sin respuesta: ¿Por qué no se consultó a testigos clave como Friend antes de publicar datos erróneos? ¿Qué ocultan los documentos aún clasificados? La falta de transparencia continúa erosionando la credibilidad gubernamental, mientras la ufología exige acceso total a los archivos. Como concluyó Rodeghier, “el verdadero encubrimiento no fue de naves extraterrestres, sino de la incompetencia burocrática y el exceso de secretismo”.
Referencia
The CIA’s UFO History by Mark Rodeghier CUFOS scientific director.