La Estrella de Belén

Por Rodrigo Bravo Garrido

Mucho se ha escrito sobre aquella luz que sirvió de guía para que los reyes magos llegaran al lugar exacto donde había nacido Jesús, el tan anunciado mesías.

La Biblia, específicamente en el libro de Mateo, capítulo II, versículo I, explica la llegada de los magos de oriente al modesto pesebre donde se produjo el alumbramiento, luego de seguir una potente estrella en el cielo. ¿Coincidencia?, ¿parte del mito?, quizás nunca lo sabremos.

Ahora bien, el afamado periodista y escritor español Juan José Benítez, en el año 1983, publicó un libro titulado: “El OVNI de Belén” (Ed. Plaza & Janés,), donde subraya su propia obsesión por el tema ufológico y la posible relación que esta historia tendría con los ovnis en la antigüedad, ya que es uno de los relatos más populares y que precisamente está inscrito en un texto sagrado, como lo es la Biblia.

La navidad para los cristianos, es en realidad la celebración del nacimiento del hijo de Dios en la tierra y que se cristaliza la noche del 24 y madrugada del 25 de diciembre a partir de lo que conocemos como el año cero, según el anuario que se promovió en Europa desde 1582 y que se masificó en occidente luego de ser promulgado por el Papa Gregorio XIII, siendo conocido popularmente como el Calendario Gregoriano.

Sin embargo, la celebración de noche buena es una actividad que se realiza de manera transversal, ajeno a las creencias, dogmas, fe o simples pensamientos que cada individuo posea. No nos engañemos, ya que no tan solo los niños disfrutan abriendo los regalos. A pesar de que este no es el verdadero sentido de la festividad, el consumismo que es otra tendencia moderna de la cual no nos podemos mantener ajenos, ha trasmutado en cierto modo la impronta de esta sustancial fecha, por lo que es indispensable mantener siempre la mesura y el sano juicio.

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Lógicamente, el sentido de unidad y de cierta paz es lo que caracteriza a una celebración que se traduce en la reunión de la familia en torno a una cena, donde ojalá la armonía sea la que se apodere del ambiente.

En su efecto, la llamada secularidad, o en otras palabras el alejamiento de las bases de la fe y en especial de la cristiana, ha permitido que la orientación absoluta de la navidad se modifique en cuanto a su forma, pero en especial a su fondo y es acá donde entra de plano la mirada ufológica del asunto, ya que desde un escrito bíblico, algunos investigadores apuntan que la famosa estrella de Belén, puede haber sido un aparato volador con inteligencia, es decir, una de nave de procedencia extraterrestre.

Por ello, en el libro de J.J. Benítez se hacen comparaciones con otros relatos bíblicos, tal como sucede con el Libro de Ezequiel, uno de los favoritos del escritor, negándose a reducir esta historia a una simple leyenda o al simbolismo que conlleva producto de las creencias.

Basados en la mirada crítica de este y otros episodios dentro de nuestras tradiciones, no podemos obviar que la Biblia es un texto que ha sido sometido a múltiples traducciones, las que lógicamente plasman la interpretación de quienes hacen ese dilatado trabajo y que se desarrolló en antiguos monasterios en la época antigua y edad media.

Si hoy en el año 2023, tenemos un Santa Claus instaurado por la marca Coca Cola en 1931, y que fue la derivación de un personaje basado en la figura del obispo cristiano Nicolás (San Nicolás de Bari 270-352), el cual vivió en Anatolia (actual Turquía), obviamente en casi dos mil años es muy probable que lo relatado por el evangelista Mateo, en relación al nacimiento de Jesús, también sea una narración que haya sufrido el condimento humano de quienes exactamente se encargaron de traducirlo y difundirlo por todo el mundo. Por ello, es muy poco probable que la famosa estrella de Belén haya sido una nave extraterrestre o quizás una señal de la divinidad para guiar a los personajes llamados Reyes Magos, que, dicho sea de paso, ni siquiera se ha comprobado que existieron.

Lo importante, es que al menos casi por una tradición impuesta en nuestra sociedad actual, los días 24 de diciembre en la noche nuestros hijos disfrutan de algunos regalos, la familia se reúne en torno a una rica comida y en general, estemos trabajando o celebrando, independiente a nuestras creencias o ideologías, tenemos un instante para reflexionar qué tan humanos somos y cómo ha sido nuestro desenvolvimiento con nuestros semejantes. Para eso, no necesitamos que una nave extraterrestre nos guie hacia el nacimiento de una nueva esperanza o de la llamada luz de la existencia. Todavía estamos a tiempo de reaccionar por nuestros propios medios y que aún hay vida inteligente en este planeta.

Por Rodrigo Bravo Garrido

 

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