La fructosa radiactiva ha demostrado ser un indicador útil de cáncer e inflamación.

Investigadores de la Universidad de Ottawa han propuesto un nuevo método para diagnosticar enfermedades complejas como el cáncer y la inflamación aguda. El desarrollo se basó en el hecho de que la fructosa se consume en grandes cantidades durante los procesos inflamatorios. Cuando se registra un gran consumo de fructosa en el cuerpo, la causa suele ser la enfermedad.

Los científicos ya han prestado atención a la “vecindad” de la fructosa y las células cancerosas, así como a los focos de inflamación. Todo lo que queda es descubrir cómo utilizarlo con fines médicos. Para ello, se añadió flúor radiactivo a la fructosa, que se detecta fácilmente mediante exploración PET. Luego se inyectó esta sustancia a roedores experimentales y se observó su distribución en el cuerpo.

Resultó que la fructosa radiactiva se concentra en las zonas cancerosas, pero pasa por alto los órganos sanos. Más precisamente, si estos últimos no se ven afectados por procesos inflamatorios, entonces no necesitan energía adicional. Ésta es la esencia del descubrimiento: el uso de fructosa radiactiva prácticamente inofensiva ayuda a identificar zonas peligrosas con antelación, antes de que se desarrollen allí procesos nocivos.

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