La NASA y pilotos luchan por recopilar datos sólidos sobre avistamientos de OVNIs: Desafíos, estigma y soluciones innovadoras”
Cada vez más, un creciente número de científicos, entre ellos, la NASA, están mostrando un interés genuino por investigar de manera exhaustiva los OVNIs o UAP (fenómenos aéreos no identificados), tal como se les denomina en la actualidad. Sin embargo, este empeño se enfrenta a una dificultad central que, como lo expresó recientemente el administrador de la NASA, Bill Nelson, en una conferencia de prensa, reside en que “la mayoría de los avistamientos de UAP aportan datos extremadamente limitados, lo que complica aún más la formulación de conclusiones científicas sólidas”.
El primer reto que se presenta radica en la recopilación de estos datos. Para comprender este desafío, retrocedamos al año 2010, cuando el piloto comercial Christiaan van Heijst estaba pilotando un avión desde Ámsterdam hacia Málaga, sobrevolando los cielos de España a una altitud de 41,000 pies, justo al atardecer. El cielo lucía un hermoso tono amarillo y naranja, y en ese momento, Van Heijst y su copiloto se toparon con algo que les dejó desconcertados: un objeto en la lejanía que tenía la apariencia de un pequeño rectángulo, aproximadamente del tamaño de un grano de arroz. Ni el piloto ni su colega pudieron identificar qué era este enigmático objeto. Calculando que se movía a la misma velocidad que su aeronave, Van Heijst relata: “Durante 10 minutos, su forma no cambió. No pudimos detectar ningún motor ni cola. Simplemente tenía una forma inusualmente alargada”. En ese momento, descartaron todas las posibilidades conocidas en el cielo. Esto los llevó a contactar a las autoridades de control de tráfico aéreo, quienes confirmaron que no había otros vuelos en su área.
El piloto Christiaan van Heijst ha tenido numerosas experiencias intrigantes a lo largo de su carrera. En algunos casos, tras una investigación posterior, pudo atribuir estos fenómenos a la quema de desechos espaciales, lanzamientos de cohetes o satélites. Sin embargo, aún existen encuentros que se escapan a su comprensión. Van Heijst menciona que puede reportar estos avistamientos al control de tráfico aéreo y a las autoridades de aviación, pero lamentablemente, no se toma ninguna medida al respecto debido a que no representan una amenaza inmediata para la seguridad. “Imagina que ves luces extrañas en lo alto del cielo. Es probable que recibas un correo electrónico de tu jefe piloto felicitándote, pero… en realidad, no tiene ninguna utilidad. Es como decir que vi la aurora boreal. Estoy seguro de que todos estarán contentos por mí, pero no hay nada que puedan hacer al respecto”, explica.
Van Heijst no es el único piloto que se ha encontrado en esta situación. Ryan Graves, un antiguo piloto de combate de la Armada estadounidense, causó un gran revuelo con sus descripciones de encuentros extraños e inexplicables mientras realizaba vuelos. En 2017 y 2019, The New York Times publicó relatos de lo que él y algunos de sus colegas presenciaron, e incluso lograron capturar estas experiencias en vídeos. A pesar de no estar actualmente en la Marina, Graves compareció ante el Congreso en julio para testimoniar sobre los objetos inusuales que avistó en el espacio aéreo de Virginia Beach en 2014. Los describió como un cubo oscuro dentro de una esfera y explicó: “Nos colocamos debajo del objeto a unos trescientos metros para poder mirar hacia arriba e intentar verlo contra el cielo azul. Todos nuestros sensores estaban enfocados en él. Nuestro radar, otros instrumentos e incluso nuestro misil aire-aire en el ala nos alertaban, ya que teníamos un bloqueo sólido”.
Estos testimonios no son casos aislados, ya que varios otros pilotos de combate han tenido experiencias similares en la misma área. A pesar de ello, no existe un procedimiento formal para informar sobre estos avistamientos, lo que ha llevado a muchos pilotos a mantener en silencio estas observaciones. Christiaan van Heijst y Ryan Graves coinciden en que sus colegas no comentan estos eventos en público por temor a los posibles efectos negativos que podrían tener en sus carreras o reputación. Van Heijst advierte que, a pesar de los exámenes regulares de salud mental y física a los que se someten los pilotos comerciales, todavía persiste un estigma en torno a la notificación de avistamientos de objetos desconocidos en el cielo. En sus palabras, “si un piloto se acerca y dice que vio un OVNI, algo que no puedo explicar, se ganará el estigma de que ha visto hombrecitos verdes o extraterrestres”.
Ryan Graves se encuentra en una misión para cambiar esta percepción y ha establecido una organización sin fines de lucro llamada “Americans for Safe Aerospace” (Estadounidenses por una Aviación Segura). El propósito de esta organización es instaurar un sistema de denuncia formal para pilotos acreditados que deseen permanecer en el anonimato. Graves afirma: “Estamos buscando estandarizar el flujo de información para que podamos obtener informes más consistentes. Actualmente, estamos tratando estos informes uno a uno”.
La cuestión es cómo recopilar datos más sólidos que no se limiten a fotos de calidad cuestionable. Enigma Labs, una empresa dedicada a la investigación de fenómenos aéreos no identificados, ha desarrollado su propio sistema de informes en forma de una aplicación para teléfonos inteligentes que permite a las personas notificar lo que observan en el cielo. Los usuarios pueden enviar imágenes acompañadas de información sobre el ángulo y la dirección en la que apunta su dispositivo. La aplicación se basa en bases de datos existentes para identificar objetos conocidos en el cielo, como satélites y planetas, y superponerlos en tiempo real a las imágenes capturadas. El periodista Alejandro Rojas, jefe de contenidos e investigación de Enigma Labs, explica que “cuando alguien activa la aplicación, puede decir: ‘Ah, parece que en realidad estoy viendo una estrella o un satélite’, ya que las personas a menudo confunden los satélites Starlink o los brillantes planetas con algo más misterioso”.
Aunque la aplicación ha estado disponible durante varios meses, ha generado críticas, entre ellas, las de la astrofísica Cecilia Levy. En su opinión, aunque la idea es buena, no se obtendrán datos significativos a partir de ella. Según Levy, a menos que uno tenga un “tricorder” al estilo de Star Trek que pueda extraer una amplia gama de datos, resulta poco realista esperar que esta aplicación proporcione información valiosa.
Levy, quien asesora a la organización científica sin fines de lucro UAPx, aboga por un enfoque diferente. Ella y su colaborador, el físico de astropartículas Matthew Szydagis, ambos profesores asociados de física en la Universidad de Albany, proponen un enfoque que evita la obtención de fotografías o vídeos aislados de baja calidad de objetos no identificados en el cielo. Su plan consiste en desplegar cámaras de poca luz, cámaras infrarrojas y detectores de radiación en ubicaciones estratégicas para estos avistamientos, con el objetivo de recolectar datos de alta calidad de manera continua. Szydagis compara la búsqueda de estos objetos desconocidos con la observación de una especie animal rara en su hábitat natural, señalando: “Se necesitan cámaras en funcionamiento las 24 horas del día, los 7 días de la semana. No sabes cuándo pasará el objeto frente a tu cámara, del mismo modo que no sabes cuándo un ciervo cruzará tu camino”. Hace dos años, llevaron a cabo una expedición en la costa de California y acumularon terabytes de datos. Su objetivo es convertir esta iniciativa en una colaboración internacional de científicos, excluyendo aquellas observaciones informales que no cumplan con los estándares científicos.
La NASA ha organizado un panel de expertos para abordar el tema de los UAP y ha recomendado la utilización de un enfoque que combine la alta tecnología con la ciencia ciudadana. El consenso es que la NASA debe encontrar una manera de recopilar datos más precisos sobre estos objetos no identificados en el cielo, permitiendo que todas las personas puedan contribuir a la investigación. No obstante, este esfuerzo requiere un enfoque tanto tecnológico como humano. Federica Bianco, una astrofísica de la Universidad de Delaware que forma parte de este panel de la NASA, plantea una preocupación importante: el sesgo intrínseco que los individuos tienen en relación con el tema de los UAP. Ella afirma que este sesgo, ya sea en forma de escepticismo o creencias firmes, representa el principal obstáculo en este campo. Según sus palabras, “todos los que se involucran en esta conversación tienen una posición”. A pesar de los desafíos tecnológicos en la recopilación de datos, el mayor desafío radica en el sesgo, que es esencialmente un problema humano.