La startup estadounidense comenzó a liberar dióxido de azufre a la atmósfera para protegerse de la luz solar.
A fines del año pasado, el fundador de Make Sunsets, Luc Iseman, lanzó el primer lote de globos de dióxido de azufre al cielo sobre Baja California, México. La tarea de los globos llenos de helio es llegar a la estratosfera, reventar y dispersar muchas partículas de dióxido, que reflejarán los rayos del sol. A fines de enero, Iseman lanzará el próximo lote de globos y repetirá esto durante al menos 20 años hasta que enfríe el planeta.
Esta tecnología pertenece a la categoría de “geoingeniería solar”, pero en el formato actual sigue siendo un concepto: nadie ha realizado experimentos serios sobre el sombreado planetario. Al mismo tiempo, en el Protocolo de Montreal de 1989 sobre la regulación del contenido de productos químicos en la atmósfera hay un capítulo completo que describe este principio de impacto en la atmósfera. Entonces se resolvió el problema de preservar la capa de ozono, pero ahora la humanidad busca formas de salvar a la Tierra del sobrecalentamiento.
Las acciones de Iseman provocaron una oleada de críticas por parte de científicos, ambientalistas y políticos, pero no pueden detenerlo. En primer lugar, no existe tal ley o acuerdo que prohíba que una persona se dedique a la geoingeniería. En segundo lugar, Iseman fue apoyado cautelosamente pero oficialmente por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, que llamó a promover esta idea sin esperar nuevos acuerdos políticos y consensos internacionales.
La posición de los partidarios de Iseman y la geoingeniería es que la Tierra está al borde de una catástrofe ecológica, por lo que es necesario salvarla por cualquier medio y lo antes posible. Sus detractores señalan que Make Sunsets ha tardado en asumir la responsabilidad de las consecuencias no deseadas. Además, Iseman está tratando de decidir de inmediato por toda la humanidad, ignorando los intereses geopolíticos y las opiniones de miles de millones de personas.