La tierra se traga el Congo: La crisis de las Cárcavas que desplaza a miles y amenaza con expandirse por África

Un estudio científico revela que la erosión del suelo, acelerada por la urbanización y el clima, ha creado casi 3.000 barrancos del tamaño de una vivienda en solo dos décadas, alertando sobre un peligro continental subestimado.

Bajo los pies de millones de africanos, un fenómeno geológico silencioso y devastador se está acelerando, amenazando con engullir hogares, infraestructuras y el futuro de comunidades enteras. Se trata de la formación y expansión descontrolada de cárcavas, gigantescas zanjas de erosión que están alcanzando dimensiones catastróficas en varias regiones, con la República Democrática del Congo (RDC) como el epicentro de una crisis que los expertos advierten podría replicarse en otros países.

Una investigación publicada en la prestigiosa revista Nature cuantifica por primera vez la escala alarmante de este problema. El estudio, dirigido por un equipo internacional de científicos, analizó imágenes satelitales de alta resolución tomadas entre 2021 y 2023, contrastándolas con archivos fotográficos aéreos de la década de 1950. Los hallazgos son contundentes: en 26 ciudades de la RDC, se han identificado 2.897 cárcavas activas, y el 99% de ellas se expandieron al menos 10 metros cuadrados en los últimos 20 años, un área comparable a un apartamento tipo estudio.

Un Desastre con Origen Humano

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A diferencia de la erosión natural, la investigación concluye que la gran mayoría de estas cicatrices en la tierra están directamente vinculadas a la urbanización acelerada y no planificada. La construcción de carreteras, la deforestación, la creación de asentamientos informales y la alteración de los cauces naturales de agua han debilitado la estructura del suelo, predominantemente arenoso en la región. Cuando llegan las intensas lluvias, el agua busca su camino, arrastrando toneladas de tierra y excavando estos barrancos a un ritmo imparable.

El impacto humano es ya una trágica realidad. Según el estudio, más de 118.000 personas en la RDC han sido desplazadas forzosamente entre 2004 y 2023 después de que el suelo literalmente desapareciera bajo sus hogares. La amenaza no es solo que se formen nuevos barrancos, sino el ensanchamiento progresivo de los ya existentes. Este proceso, conocido como degradación de las paredes laterales, es el mecanismo de expansión más común y el más peligroso, siendo responsable de más del 65% de los desplazamientos.

Una Ventana de Oportunidad que se Cierra

Pese a la gravedad del panorama, los científicos enfatizan que la catástrofe no es inevitable. Matthias Vanmaercke, coautor del estudio, señaló que el problema ha sido “un peligro subestimado y muy poco investigado”, pero que existen soluciones. La clave, apunta la investigación, radica en un cambio de estrategia: priorizar la prevención de la formación de nuevas cárcavas —mediante una planificación urbana sostenible y obras de drenaje tempranas— sobre los costosos esfuerzos por estabilizar las ya gigantescas.

Sin embargo, la implementación de estas medidas choca con una cruda realidad: la escasez extrema de recursos y financiación. “Por lo general, cuando se hace algo, resulta insuficiente o demasiado tarde”, lamentó Vanmaercke. Esta advertencia es secundada por expertos como Gina Ziervogel, geógrafa de la Universidad de Ciudad del Cabo, quien recalcó la urgencia de la acción: “Cuanto antes podamos invertir, mejor, porque sabemos que cuanto más tardemos en hacerlo, mayor será la escala del desafío”.

Las cárcavas del Congo son un síntoma de una enfermedad global: la interacción peligrosa entre un clima más extremo y una presión humana sobre el territorio mal gestionada. Este fenómeno actúa como una advertencia para todo el continente africano y otras regiones con suelos vulnerables. Sin una intervención coordinada, inmediata y bien financiada que priorice la prevención, se estima que cientos de miles de personas más podrían verse obligadas a abandonar sus tierras en la próxima década, convirtiendo una crisis medioambiental en un desastre humanitario de proporciones épicas. El suelo, ese recurso que se da por sentado, está demandando atención antes de que sea demasiado tarde.

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