La vez que Richard Nixon le mostró una morgue alienígena a Jackie Gleason
Jackie Gleason fue un comediante y actor estadounidense, una de las estrellas más populares de los primeros años de la televisión, más conocido por su papel en la sitcom The Honeymooners. Amigo del presidente Richard Nixon, con quien compartió su afición por los ovnis y tuvo una experiencia que se podría caratular de otro mundo.
Además de su faceta artística, Gleason tenía una más oculta. Era un gran entusiasta del tema ovni y todo lo relacionado con lo paranormal. De hecho, poseía una gran biblioteca llena de libros dedicados a investigar estos fenómenos —que tras su muerte en 1987 fue donada a la Universidad de Miami—.
El actor también apoyaba al Partido Republicano, algo que, eventualmente, lo llevó a hacer buenas migas con el presidente Richard Nixon, con quien solía jugar al golf y compartir su interés por los ovnis. Y fue justamente durante un viaje a Florida —para ayudar en un evento de caridad que Gleason auspiciaba— que Nixon decidió mostrarle a su amigo una evidencia sólida sobre eso que tanto se especulaba en los libros de investigación ufológica.
En una entrevista con la segunda esposa del comediante, Beverly McKittrick, realizada por Esquire Magazine, ésta reveló que Gleason le había contado que su amigo el presidente le había enseñado cuerpos de extraterrestres.
Nixon y Gleason jugando al golf.
Según McKittrick, la noche del 19 de febrero de 1973, Gleason llegó tarde a casa. Preocupada, le preguntó dónde había estado. La cara pálida y demacrada de su esposo le hacía pensar que algo grave había ocurrido.
Él le contó que había ido a la Base de la Fuerza Aérea Homestead, en cuyo recóndito interior pudo ver cadáveres de alienígenas pequeños, «de apenas medio metro de altura, calvos y con orejas desproporcionadamente largas». Gleason quedó muy consternado por lo que Nixon dadivosamente le mostró y pensó que la nave de la que provenían los cuerpos no podía haberse estrellado muy lejos de ahí.
En 2003, en una entrevista con Kenny Young, McKittrick aclaró que en aquel entonces su (ex)marido no estuvo para nada contento con que se hubiera filtrado la historia sobre la visita a la base Homestead. A pesar que nunca negó el incidente y que ya estaba separado, este hecho llevó al actor a cortar por completo cualquier lazo con McKittrick.
Aliens en conserva
Desde que la historia se hizo pública, los investigadores intentaron obtener más información, pero Gleason se negó a hablar del asunto. No obstante, en una ocasión Larry Warren, uno de los testigos del caso de Rendlesham Forest que visitó al actor en su casa de Westchester County (Nueva York), afirmó que —tragos por medio— Gleason se abrió a hablar sobre lo que había ocurrido aquella noche, afirmando que Nixon lo fue a buscar a su casa, solo y en un auto particular. El presidente habría instado a que lo acompañara porque «le quería mostrar algo».
A Gleason le molestó mucho que su inusual historia con Nixon saliera a la luz pública.
Según relata Warren, Nixon llevó a su amigo a la base Homestead, donde un atónito guardia de seguridad los saludo y dejó pasar. Allí se dirigieron a un edificio bien custodiado. Dentro de él había una serie de laboratorios y, más escondida, una cámara interna llena de contenedores que lucían como «máquinas expendedoras de Coca-Cola con techo de cristal». Dentro de estos contenedores había lo que Gleason creyó al principio unos «niños mutilados». Aunque, en una inspección más cercana, pudo notar que no eran seres humanos y que en realidad parecían de edad bastante avanzada.
Luego de relatarle mayores detalles sobre esta visita a lo que sería una suerte de «morgue alienígena», Gleason dijo a Waren que le generaba mucha rabia que el gobierno de EE.UU. no compartiera con el público esta información.
Nixon, el buen amigo
Algunos encuentran difícil de creer que el presidente de turno pudiera eludir a su seguridad para escabullirse en medio de la noche. Sin embargo, en el libro Confessions of an Ex-Secret Service Agent escrito por Marty Venker, un ex agente secreto, el autor afirma no solo que el mandatario puede desaparecer, sino que lo había hecho. Venker escribe que en el mismo año que Gleason tuvo la experiencia (1973), Nixon había intentado en varias ocasiones eludir la invasiva protección del servicio secreto.
Jackie Gleason y Beverly McKittrick.
Más allá de los testimonios de McKittrick y Warren, no parece haber otras fuentes que le hayan sacado algo más sobre el evento a Gleason, quien jamás negó o confirmó la historia. En cuanto a Homestead, en el libro Behold a Pale Horse, del controvertido teórico de la conspiración William Cooper, se lee que el presidente Eisenhower se reunió con seres extraterrestres en esta misma base, una proclamación que tampoco puede ser probada…
Si la historia de Gleason es cierta, ciertamente Nixon sabía como darle un buen regalo —y susto— a un amigo.
mp