Los arqueólogos podrían haber resuelto finalmente el extraño misterio de la “Banda de Agujeros” de Perú.
Nuevas investigaciones con drones y análisis de suelo revelan que el enigmático sitio de Monte Sierpe pudo ser un centro de trueque y un complejo sistema contable preincaico e inca.
En las áridas laderas del valle de Pisco, en el sur de Perú, se extiende uno de los enigmas arqueológicos más perdurables de los Andes: la “Banda de Agujeros” o Monte Sierpe. Más de 5.200 depresiones circulares, meticulosamente alineadas a lo largo de 1,5 kilómetros, han desconcertado a expertos y alimentado la imaginación popular durante casi un siglo. Ahora, un equipo internacional de investigadores, liderado por la Universidad de Sídney, presenta una reveladora teoría respaldada por tecnología de vanguardia: este monumento no fue construido para la guerra, el agua o el almacenamiento, sino como un ingenioso centro de intercambio comercial y un sistema de contabilidad a escala paisajística.
Tecnología Dron Revela un Patrón Oculto

La clave para descifrar el misterio llegó desde el cielo. Utilizando fotografía aérea con drones, el equipo del Dr. Jacob Bongers, arqueólogo digital de la Universidad de Sídney, logró cartografiar el sitio con una precisión sin precedentes. Desde el nivel del suelo, la persistente bruma costera hacía imposible discernir la estructura completa. Sin embargo, las imágenes aéreas descubrieron un diseño deliberado y complejo.
Los investigadores quedaron atónitos al descubrir que la disposición de los agujeros no era aleatoria, sino que reflejaba patrones numéricos específicos. Incluso más sorprendente fue la similitud estructural que encontraron con un quipu inca —un dispositivo de cuerdas anudadas utilizado para registrar información— hallado en el mismo valle. Este hallazgo sugiere que Monte Sierpe pudo funcionar como una suerte de “quipu paisajístico”, un sistema de contabilidad físico y a gran escala.
Evidencia en el Suelo: Rastros de un Mercado Prehispánico
La tecnología aérea se complementó con un minucioso análisis microscópico de muestras de suelo extraídas de las depresiones. Los resultados fueron reveladores: se identificaron rastros de almidón de maíz, uno de los cultivos básicos más importantes de la región, junto con fitolitos de juncos, plantas tradicionalmente utilizadas para tejer cestas.
Estos residuos botánicos indican que en los agujeros se depositaron materiales vegetales, probablemente contenidos en canastas transportables. Para el Dr. Bongers, esta es una pieza fundamental del rompecabezas. La evidencia sugiere que el sitio fue un punto de encuentro para el intercambio, un mercado prehispánico donde comerciantes, agricultores y pescadores se reunían para negociar productos como maíz, algodón y otros bienes.
Ubicación Estratégica en una Encrucijada Comercial
La localización de Monte Sierpe refuerza la hipótesis comercial. El sitio se encuentra en una zona ecológica de transición, conocida como chaupiyunga, entre la cordillera andina y la llanura costera. Esta área funcionaba como un corredor natural y un punto de encuentro ideal para caravanas de llamas de las tierras altas y mercaderes marítimos de la costa.
Además, está estratégicamente situado entre dos centros administrativos incas y cerca de una encrucijada de caminos prehispánicos. Los investigadores proponen que el reino preincaico de Chincha, famoso por su poderío comercial, pudo haber construido inicialmente el sitio para facilitar el trueque organizado. Posteriormente, el Imperio Inca lo habría reutilizado y adaptado para sus propios sistemas de recaudación de tributos y contabilidad, integrando esta “tecnología social” en su maquinaria estatal.
Combatiendo la Desinformación con Ciencia Rigurosa
El profesor Charles Stanish, coautor principal de la Universidad del Sur de Florida, destacó que, a pesar de su fama, Monte Sierpe había sido objeto de muy poca investigación científica profesional, lo que permitió la proliferación de teorías pseudocientíficas y especulaciones sin fundamento. “Uno de los beneficios del trabajo científico es el desmentido de afirmaciones sin fundamento que, en muchos sentidos, privan a los pueblos indígenas de su legítima propiedad sobre su pasado”, afirmó Stanish.
La profesora Kirsten McKenzie, directora del Centro Vere Gordon Childe de la Universidad de Sídney, elogió la investigación por rescatar la narrativa histórica y destacar un “ejemplo increíble de contabilidad e intercambio indígena” a través de metodologías interdisciplinarias.
