Los foo-fighter
En un interesante libro, titulado “Método de Intelección Estratégica. Relación Creencia, Cultura y Sociedad” (2009), el politólogo chileno Luis Heinecke Scott, analiza filosófica, histórica y políticamente de la sociedad en general, exponiendo en plenitud el proceso de transformaciones basados en los sistemas de creencias, como prácticas sociales que definitivamente resuelven la tan enmarañada y lúgubre cuestión del poder.
Heinecke define creencia, como las cosas que los seres humanos damos por cierto y verdadero. A su vez, define cultura como un término genérico, que simplemente es lo que se cultiva, tal cual se formula en sus sinónimos, como lo que se siembra, se disemina o se faena. Es decir, y de forma muy superior a lo que estamos acostumbrados a relacionar como expresiones artísticas, la cultura es el resultado de la aplicación de las facultades humanas a la realización de una creencia que, como idea preconcebida, se asume como la correcta y verdadera. Tenemos entonces que la sociedad más que una noción o idea, es un término que incorpora y articula las creencias y la cultura, pudiendo concebir dicha sociedad como la concreción de la creencia cultivada.
Con estos asertos, es mucho más simple vislumbrar las razones por las cuales parte importante de nuestra población cree sin cuestionamiento alguno que los ovnis, o más bien los fenómenos aéreos anómalos, son naves espaciales de origen cósmico. De ahí que precisamente la “cultura ovni” sea algo tan arraigado en parte de nuestras creencias más básicas y sea admitido como una verdad irrefutable para la sociedad, la que para este tema es denominada como el “movimiento ufológico”, haciendo una homologación en la creencia cultivada de que los fenómenos avistados, son naves de origen inteligente y extraterrestre.
Aunque se consideren radicalmente distanciadas, acá comprendemos que las palabras creencia y cultura tienen mucho en común y más de lo que nos podíamos imaginar.
Consiguientemente, desde el inicio de la era moderna de los ovnis, a partir del reporte del piloto Kenneth Arnold el 24 de junio del año 1947, existen diversas clasificaciones para los fenómenos observados. En estas tipificaciones, tenemos, por ejemplo; platillos voladores, disco volante, objeto volador no identificado, aeronave intergaláctica o simplemente nave extraterrestre, y así, un importante número de calificativos que varían según las creencias de quienes sean los testigos, pero en especial de quienes investiguen dichos avistamientos.
De esta manera, y como uno de los apelativos que más se asocian a los fenómenos avistados, se encuentran los famosos “foo fighter” o Cazas Voladores, los cuales también poseen una tradición e historia dentro del mundo ufológico, la que incluso es más antigua que los propios ovnis de 1947.
Si bien, los fenómenos aéreos anómalos desde sus inicios han afectado e interesado a la actividad aérea, los foo fighter comenzaron a inquietar al mundo aeronáutico militar desde la primera observación registrada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el día 14 de octubre del año 1943, el grupo de Bombarderos B-17, del Ejército de los Estados Unidos (Recordemos que la USAF se crea en 1948) volaban sobre el complejo industrial Schweinfurt, Alemania, en la misión de vuelo Nº115 y la totalidad de los pilotos reportaron que sobre las 29 aeronaves del grupo, volaban unas bolas amarillas redondas, incluso tomando contacto una de ellas con el avión Nº26, el cual no sufrió ningún daño estructural.Así nace el concepto de Cazas Voladores, ya que los pilotos norteamericanos pensaron en un principio que se trataba de algún tipo de aeronave o tecnología alemana. Pasado unos meses, los pilotos germanos también reportaron la observación de luces muy próximas a sus aviones bombarderos, de las cuales también se especuló que correspondían a cierto tipo de aeroplanos enemigos, pero de origen desconocido.
Luego y como sabemos, en el año 1947 nace la era moderna de los ovnis, la cual se complementa de forma inmediata con estas observaciones ya denunciadas desde la Segunda Guerra Mundial y que posteriormente se repetirían en las siguientes décadas y en todas partes del mundo, con avistamientos de pequeñas luces anómalas con movimientos muy extraños.
Hoy, dentro de la comunidad ufológica, los foo fighter forman parte de un sustancial número de casos y vaya que han dado trabajo para los ufólogos, ya que, en las regiones aisladas como es por ejemplo el extremo norte de Chile o nuestra zona austral, existen decenas de denuncias de este tipo de manifestaciones que engruesan las listas de la casuística ufológica.