Marco Rubio alerta sobre Fenómenos Aéreos No Identificados: “Existe un estigma, pero es una de mis mayores preocupaciones”
El senador y miembro del Comité de Inteligencia argumenta que la presencia de objetos voladores no identificados en espacio aéreo restringido de EE.UU. constituye una amenaza potencial para la seguridad nacional que debe ser investigada a fondo, respaldando la credibilidad de los denunciantes.
El debate sobre los Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP, por sus siglas en inglés) ha trascendido los márgenes de la especulación para consolidarse como un asunto de Estado que exige seriedad y transparencia. En una reciente intervención, el senador Marco Rubio, vicepresidente del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, se ha erigido como una voz prominente que insta a una investigación rigurosa, rompiendo el “estigma” que históricamente ha rodeado el tema. Sus declaraciones surgen en el contexto de un creciente escrutinio público y legislativo tras las revelaciones de varios informantes de alto nivel.
La cuestión de los UAPs adquirió una nueva dimensión de credibilidad tras el testimonio bajo juramento de David Grusch, antiguo oficial de inteligencia, quien alegó la existencia de programas de recuperación y reversión ingenieril de vehículos de origen no humano operados en secreto por agencias del gobierno. Rubio, cuya posición en el comité de inteligencia le otorga acceso a información clasificada, ha confirmado que Grusch no es un caso aislado, sino uno de “varios denunciantes” de similar credencial que han presentado alegaciones consistentes.
“Aquí solo hay dos posibilidades”, afirmó Rubio en una entrevista con NewsNation. “O lo que dice es cierto, total o parcialmente, o tenemos personas muy inteligentes y preparadas, con altos cargos y puestos clave en nuestro gobierno, que están locas y nos están haciendo perder el tiempo”. El senador fue contundente al añadir que “cualquiera de las dos es un problema”, subrayando la imperiosa necesidad de discernir la verdad detrás de estas afirmaciones para descartar tanto una amenaza externa como una crisis de confianza interna.
Más allá de las sorprendentes alegaciones sobre el origen de estas tecnologías, Rubio enfatizó un aspecto tangible y inmediato: la seguridad nacional. “Hay objetos volando sobre espacio aéreo restringido y sensible en Estados Unidos, y afirman que no es nuestro. Solo eso ya es motivo para investigar el asunto”, declaró. Este punto constituye el núcleo de su argumentación, desplazando el foco de lo extraterrestre a lo territorial. “Francamente, mi mayor temor es que algún adversario haya dado un salto tecnológico. Eso sería una pésima noticia, y nos tomaría completamente desprevenidos”.
El político también abordó el desafío de evaluar la credibilidad en un ámbito tradicionalmente desacreditado. Reconoció el “estigma” que disuade a muchos de abordar el tema abiertamente, por miedo a ser etiquetados como “el tipo de los ovnis”. Sin embargo, destacó que el perfil de los denunciantes le obliga a tomarse sus testimonios en serio. “Me parece que la mayoría de estas personas, en algún momento o incluso actualmente, han tenido altos cargos o han ocupado puestos de gran responsabilidad en nuestro gobierno”, reflexionó Rubio. “¿Qué incentivo tendrían personas con esas cualificaciones —se trata de personas muy serias— para presentarse y inventarse algo?”.
La postura de Rubio refleja un cambio de paradigma en la manera en que el establishment político y de defensa aborda el fenómeno UAP. Lo que durante décadas fue relegado al ámbito de la ciencia ficción y la conspiración, hoy se discute en audiencias del Congreso y se analiza en informes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional. El senador insiste en que, independientemente del origen último de estos fenómenos, la incapacidad para identificarlos y caracterizarlos representa una vulnerabilidad inaceptable.
Las declaraciones del senador Rubio no son solo una validación para una comunidad que durante años ha clamado por ser escuchada, sino una señal clara de que el tema UAP ha alcanzado un punto de inflexión. Ya no se trata de creer o no en platillos volantes, sino de ejercer la debida diligencia para proteger el espacio aéreo y comprender una incógnita tecnológica y potencialmente estratégica. Al dar voz a los denunciantes y exigir respuestas, figuras como Rubio están desmantelando, lentamente, un tabú histórico. El camino hacia la “revelación” o “disclosure” parece estar pavimentado no por la fantasía, sino por la fría y pragmática lógica de la seguridad nacional.
