Misterio en Alta Mar: El UAP que desafió a la flota más poderosa del mundo, sigue sin explicación

Doscientos testigos, cuatro horas de avistamiento y un silencio oficial que perdura dos décadas después del incidente del USS Ronald Reagan.

En los fríos meses de principios de 2004, en algún punto de la costa este de Estados Unidos, un objeto del tamaño de un autobús y con el aspecto de una “zarza ardiente” desafió la lógica y la seguridad del núcleo del poder naval estadounidense. El testimonio coordinado de aproximadamente 200 marineros del portaaviones de propulsión nuclear USS Ronald Reagan describe un evento aéreo anómalo que, a pesar de su escala y duración, nunca fue registrado oficialmente y permanece sin explicación, levantando cuestionamientos sobre la transparencia del Pentágono en materia de fenómenos no identificados.

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El Avistamiento Colectivo: Una Bola de Fuego Sobrenatural

Los relatos, recopilados a lo largo de años por el investigador y documentalista Dave Beaty, convergen en una descripción inquietante: un orbe de un naranja brillante, de aproximadamente 40 pies (12 metros) de diámetro, que flotó de manera estática y silenciosa sobre la cubierta de vuelo del buque insignia. El objeto no exhibía luces de navegación, alas, motores ni ningún sistema de propulsión convencional. Para el marinero Patrick Gokey, su movimiento era “más rápido que cualquier otra cosa” que hubiera visto y no se asemejaba a la maniobra de ninguna aeronave conocida. La duración del evento se estima entre varias horas, con testigos que lo sitúan desde aproximadamente las 20:00 horas en adelante.

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La escena en el portaaviones fue de hipnosis colectiva. Derek Smith, ex contramaestre que se encontraba de guardia, recuerda con claridad cómo “todas las personas en la cubierta de vuelo” tenían la mirada fija en el fenómeno. Sin embargo, la reacción en el puente de mando fue, según los testimonios, de una calma sospechosa. Karol Olesiak, entonces intendente y responsable del libro de registro, afirmó que al consultar al oficial de cubierta si debía documentar el incidente, recibió la impresión clara de que “esto no debería estar en el registro oficial”. Olesiak también describió una “energía negativa” emanando del objeto y una actitud familiar entre los pilotos del equipo del puente, como si “hubieran visto fenómenos similares antes”.

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El intento de algunos marineros por elevar el reporte se topó con un muro de escepticismo e incluso burla. Una colega de Derek Smith afirmó que, al intentar informar al puente, le respondieron con sarcasmo que “dejara de fumar crack”. No obstante, en contraste con esta actitud, otros testimonios sugieren que el objeto sí fue rastreado por los sistemas de radar del barco mientras realizaba maniobras bruscas o “swoops”, lo que añade una capa de verosimilitud técnica al avistamiento visual masivo.

La Investigación Persistente y la Búsqueda de Respuestas

Dave Beaty, cuya investigación se popularizó con “The Nimitz Encounters”, ha dedicado años a reconstruir la línea de tiempo exacta del evento, un trabajo dificultado por la falta de registros oficiales. Beaty sostiene que, dado que el USS Ronald Reagan albergaba a miles de personas, es “probable que mucha más gente haya visto este evento”. Además, encuentra paralelismos preocupantes con otros casos reportados cerca de instalaciones nucleares, donde esferas naranjas similares aparecen y luego son ignoradas por el personal como si nada hubiera sucedido. Beaty insta a más testigos a dar un paso al frente, especialmente en el contexto actual donde los Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) son debatidos abiertamente en el Congreso de los Estados Unidos.

Casi dos décadas después, el incidente del USS Ronald Reagan se erige como un caso emblemático de encuentro masivo con lo desconocido en un entorno militar de alto secreto. La discrepancia entre las vívidas experiencias de cientos de testigos entrenados y la ausencia total de una explicación oficial alimenta la desconfianza hacia las instituciones. Mientras el Pentágono, a través de su Oficina de Resolución de Anomalías (AARO), insiste en no haber hallado evidencia de tecnología extraterrestre, casos como este demuestran que el estigma y el velo del secreto continúan siendo una barrera formidable. La pregunta sigue flotando en el aire, tan persistente como el orbe naranja sobre la cubierta del Reagan: ¿Qué vio realmente la Marina de los EE. UU. y por qué parece tan reacia a hablar de ello?

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