Nueva teoría sugiere que la famosa señal “¡Wow!” podría ser resultado de un raro evento cósmico
Investigadores proponen que la misteriosa señal detectada en 1977 podría haber sido causada por una poderosa llamarada estelar que impactó una nube de gas de hidrógeno.
Uno de los mayores enigmas en la búsqueda de vida extraterrestre, la famosa señal “¡Wow!”, captada por el radiotelescopio Big Ear en 1977, podría tener una nueva explicación. Un estudio reciente sugiere que lo que durante años se consideró una posible transmisión extraterrestre podría ser, en realidad, el resultado de un raro evento cósmico.
El 15 de agosto de 1977, durante un escaneo rutinario del cielo nocturno en busca de señales de inteligencia extraterrestre, el radiotelescopio de la Universidad Estatal de Ohio captó una señal de radio 30 veces más potente que el ruido de fondo del espacio profundo. La señal, conocida como “¡Wow!” en referencia a la anotación de asombro hecha por el astrónomo Jerry Ehman, provenía de la constelación de Sagitario y se transmitía en una frecuencia muy específica: 1.420 megahercios, la misma que emiten naturalmente los átomos de hidrógeno.
El hidrógeno, siendo el elemento más abundante en el universo, ha sido considerado por los astrónomos como una frecuencia lógica para una posible comunicación extraterrestre, lo que llevó a especular que la señal podría ser de origen alienígena. Sin embargo, en las décadas transcurridas desde su detección, la señal nunca ha sido observada de nuevo, lo que mantuvo su origen como un misterio.
Una nueva hipótesis: la llamarada de un magnetar
Un equipo de investigadores liderado por el astrobiólogo planetario Abel Méndez, director del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria de la Universidad de Puerto Rico, ha propuesto una nueva explicación. Según su estudio, la señal “¡Wow!” podría haber sido causada por una llamarada extremadamente intensa de una estrella densa y magnética conocida como magnetar, que habría impactado una nube interestelar de gas hidrógeno. Esta interacción habría generado la potente emisión de radiofrecuencias que captó el telescopio Big Ear.
El magnetar es uno de los fenómenos más extremos y energéticos del universo, capaz de emitir enormes cantidades de energía en forma de rayos gamma y ondas de radio. Méndez y su equipo sugieren que una llamarada de esta magnitud habría sido lo suficientemente fuerte como para hacer que una nube de gas hidrógeno fría emitiera radiación en la frecuencia que Big Ear detectó.
El estudio, publicado en arXiv y enviado a The Astrophysical Journal, abre la posibilidad de que la señal “¡Wow!” no sea una transmisión alienígena, sino un raro fenómeno astronómico. Aunque esta hipótesis ofrece una explicación plausible, los científicos reconocen que se necesitarán más investigaciones y observaciones para confirmarla definitivamente.
Un enigma que continúa intrigando
La señal “¡Wow!” ha sido objeto de especulación durante décadas. A lo largo de los años, se han propuesto diversas teorías para explicar su origen, desde satélites en la Tierra hasta fenómenos naturales desconocidos. Sin embargo, ninguno de estos supuestos ha logrado proporcionar una respuesta concluyente.
Esta nueva teoría de Méndez introduce un ángulo novedoso, al proponer que un evento cósmico extremadamente raro podría ser la causa de la misteriosa señal. Si bien no descarta por completo la posibilidad de que la señal tenga un origen extraterrestre, sugiere que es más probable que el origen sea un fenómeno natural que aún no comprendemos completamente.
La señal “¡Wow!” sigue siendo un misterio fascinante que desafía a los astrónomos. Aunque el estudio de Méndez ofrece una explicación innovadora, la búsqueda de respuestas no ha terminado. A medida que la tecnología y las investigaciones en astronomía avanzan, los científicos esperan descubrir más pistas sobre lo que realmente sucedió en esa noche de agosto de 1977. Por ahora, la señal “¡Wow!” continúa siendo un recordatorio de que el universo está lleno de eventos aún por comprender, y que cada descubrimiento nos acerca un paso más a desvelar sus secretos más profundos.