Nuevas interpretaciones de antiguos textos y sitios sagrados alrededor del mundo sugieren un vínculo compartido entre la espiritualidad humana y posibles visitantes extraterrestres en la antigüedad

Jerusalén, una ciudad venerada por milenios, alberga en su corazón el lugar quizás más sagrado de la Tierra: el Monte del Templo. Esta meseta de 35 acres, rodeada por muros ancestrales, es el punto de convergencia para tres de las religiones más prominentes del mundo: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Para millones de fieles, es el epicentro de la fe, el lugar donde, según las tradiciones, lo divino tocó la Tierra. Sin embargo, más allá de su inmenso valor religioso, teóricos de los antiguos astronautas proponen que su historia y la de otros santuarios globales podrían estar entrelazadas con una influencia extraterrestre que dio forma a las creencias humanas.

Un Legado de Significado Divino

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La sacralidad del Monte del Templo se remonta a miles de años. Para judíos y cristianos, es el sitio donde Abraham demostró su fe al estar dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. Para los musulmanes, es el lugar desde donde el profeta Mahoma ascendió al cielo durante el Isra y Mi’raj. El profesor de estudios religiosos, Dr. Samuel Evans, explica: “En origen, lo que tenemos es un lugar donde Dios tocó el planeta Tierra. Y después de esto, este es el lugar donde las comunicaciones con el más allá o el reino divino deben hacerse”. Esta percepción de ser un portal de comunicación es un denominador común en lugares sagrados de todo el mundo.

De Templos Reales a Tecnología Perdida

En el siglo X a.C., el Rey Salomón construyó el Primer Templo en este monte, un edificio que, según la Biblia, albergaba el Arca de la Alianza. Este artefacto sagrado, más allá de contener los Diez Mandamientos, es descrito por algunas interpretaciones como un dispositivo peligroso y poderoso. Los textos talmúdicos y las leyendas islámicas atribuyen al Rey Salomón posesiones extraordinarias, como un anillo mágico para controlar demonios y una “alfombra voladora”. Los teóricos de los antiguos astronautas se preguntan si estas narrativas podrían ser descripciones alegóricas de tecnología avanzada proporcionada por seres extraterrestres, que habrían asistido en la construcción de estos monumentos imposibles.

Montañas Sagradas: Santuarios Alienígenas en la Tierra?

La fascinación por portales y presencia divina no se limita a Jerusalén. Lugares como el Monte Bugarach en Francia y el Monte Shasta en California han sido epicentros de leyendas y avistamientos de OVNIs durante siglos. Las culturas locales insisten en que estos accidentes geográficos son bases subterráneas para civilizaciones extraterrestres que observan a la humanidad desde dentro. El investigador Giorgio Tsoukalos señala: “Es enteramente posible que los extraterrestres establecieran bases espaciales en montañas alrededor del mundo. De esa manera, podrían observar a la humanidad, guiarnos y, si es necesario, intervenir”. Esta teoría sugiere que la atracción humana instintiva hacia las montañas podría ser un reconocimiento subconsciente de esta presencia.

Los Cuevas de Ajanta: Ingeniería Imposible y Alineación Cósmica

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En la India, las cuevas de Ajanta, talladas meticulosamente en un acantilado de granito hace más de 2.000 años, presentan otro enigma. Estas elaboradas estructuras, orientadas con precisión hacia los solsticios, demuestran un conocimiento astronómico avanzado. La luz del solsticio de invierno ilumina exactamente el stupa central de la Cueva 19, un logro de ingeniería extremadamente difícil de lograr incluso hoy, tallando desde el interior de la roca sólida. Los antiguos astronautistas proponen que esta precisión sólo pudo lograrse con tecnología alienígena. Además, interpretan los stupas no sólo como monumentos religiosos, sino como representaciones simbólicas de naves o portales dimensionales utilizados por el Buddha para “ascender a los cielos”.

Tumbas como Portales Estelares

Desde el Valle de los Reyes en Egipto hasta las tumbas mayas en Palenque, las estructuras funerarias antiguas comparten una característica universal: no se ven simplemente como tumbas, sino como portales para el alma. Los Textos de las Pirámides egipcios, los escritos religiosos más antiguos del mundo, no guían al faraón fallecido hacia una muerte abstracta, sino hacia un viaje estelar para reunirse con los dioses en la constelación de Orión. El egiptólogo Dr. Ramy Khalil afirma: “Los Textos de las Pirámides tratan sobre las estrellas. Se trata de que el rey se convierta en una estrella, ascienda al cielo y se una a Osiris-Orion”. Esta creencia sugiere que la muerte era vista como un viaje interdimensional, posiblemente facilitado por la tecnología de aquellos mismos “dioses” que una vez caminaron entre los humanos.

La historia humana está intrínsecamente ligada a sus lugares sagrados. Mientras la fe los venera como puntos de contacto con lo divino, la teoría de los antiguos astronautas ofrece una perspectiva complementaria: que estos sitios fueron, y quizás aún son, puntos de conexión con inteligencias extraterrestres que influyeron en nuestro desarrollo espiritual y cultural. Ya sea el Monte del Templo, el Monte Shasta o las cuevas de Ajanta, la recurrente combinación de sacralidad, conocimientos astronómicos avanzados y hazañas de ingeniería imposibles invita a una reflexión profunda. La pregunta persiste: ¿nuestra búsqueda de lo divino es, en realidad, un eco de un antiguo anhelo por reconectarnos con aquellos “seres de las estrellas” que un día nos visitaron?

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