Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna

No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de los ovnis.

Para Ted Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez o Carl Sagan es un mito contemporáneo que comienza a finales de los años cuarenta.

Los avistamientos de platillos volantes, como se ha explicado, comenzaron cuando la ingeniería había logrado ya un nivel suficiente como para desarrollar motores de reacción, misiles con alcances estratosféricos e ingenios nucleares. Lo que, para escritores como Luis Alfonso Gámez, sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de estar ante un mito de la era espacial.

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Pintura mural en Val Camonica (Italia). ¿Son humanoides portando escafandras o se trata de una interpretación contemporánea?

A esta relación causa-efecto se han opuesto autores como Erik von Däniken, Juan José Benítez​ o Jacques Vallée,​ quienes sostienen que, desde el pasado más remoto, el ser humano trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los distintos avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él.

El primero de los escritores citados, planteó que muchas de estas referencias antiguas serían registros de observaciones reales de supuestas naves alienígenas, que habrían recibido distintas denominaciones en documentos antiguos: «vehículo de los dioses», «vimana», «carro pushpaka» y «marut» (todas ellas en el Ramayana hinduista, del siglo III a. C.); y también «bórax resplandeciente», «carro de fuego», «disco solar», «escudo que vuela», «escudo yacente», «esfera transparente», «espada voladora», «flecha ígnea», «luz cósmica», «nube con ángeles», «nube de fuego», «perla luminosa», «serpiente de las nubes».

Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estuvieran tripulados, se produciría igualmente el contacto con los eventuales seres extraterrestres, quienes transmitirían a los observadores enseñanzas diversas. Según estas teorías, el origen de muchas de las civilizaciones del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería extraterrestre, o al menos, las tecnologías para realizar sus obras serían de origen o inspiración extraterrestre.

Es necesario reseñar que personas expertas en Egipto y Asiria, como la egiptóloga de la Universidad Complutense de Madrid Mara Castillo Mallén, advierten: los autores como von Däniken no son egiptólogos ni asiriólogos, tampoco son arqueólogos y algunos, como el mismo Däniken, no son licenciados; por lo tanto, afirmaciones como las anteriores deben ser tenidas como meras especulaciones.

No existen dudas sobre la procedencia del pueblo egipcio ni los muchos que poblaron Mesopotamia, ni se aprecia un salto tecnológico en algún momento comprendido entre la construcción de las primeras mastabas hasta los templos del Imperio Nuevo que haga suponer una transferencia tecnológica, ni se ha encontrado ningún registro de contactos con civilizaciones extraterrestres.

Otros autores, como Luis Alfonso Gámez o Benjamin Radford, mantienen que las conjeturas de Däniken y otros contienen, además de una gran ignorancia sobre la historia antigua, una postura insultante y hasta racista contra esos pueblos, al no dudar de que los romanos pudiesen construir el Coliseo y los griegos el Templo de Artemisa, pero sí hacerlo cuando los ejecutores fueron otros humanos no europeos.

Juan José Benítez​ propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de realizar la Anunciación. Como en el caso de Däniken, el autor español no aporta ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.

Por su parte, Jacques Vallée​ mantenía que ha existido una vieja tradición de seres fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o hadas, que cometían raptos de personas para llevarlas a lugares que los relatos denominaban Magonia, pero también Ávalon y otras geografías míticas.

Según el autor francés, esos cuentos eran la forma que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y abducciones llevados a cabo por seres extraterrestres. Como en el caso de las conjeturas vertidas por Däniken, esta hipótesis no deja de ser una explicación ad hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla. Las nubes, las hadas o los carros de fuego podrían ser metáforas empleadas en los relatos religiosos, sin ninguna evidencia de que dichos relatos deban ser interpretados más que de una forma mítica. Así pues, dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para saber si ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam.

Durante la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar registros escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero crecimiento del índice de analfabetismo y a los cortes periódicos que los musulmanes practicaban al suministro de papiro con destino a Europa, por lo que solo quedaban los pergaminos como soporte para escribir, de mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted Wilding-White23​ los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de los primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de sucesos aéreos desconocidos solo podían ser preservadas para lecturas posteriores por personas que supieran y pudieran escribirlas. En Europa Occidental esta facultad quedaba reservada a los monjes en los monasterios, por lo que se reducía mucho el espacio observable. El autor recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de 1254 y el 13 de noviembre de 1833.

Ovnis contemporáneos

300px Headline SF Call Nov 23 1896 Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna

Dirigible misterioso, titular en The San Francisco Call. 23 de noviembre de 1896.

A finales del siglo XIX se produjo la denominada oleada de aeronaves de 1896-1897, también referidas como dirigibles misteriosos o dirigibles fantasma, aludiéndose a la visión de una clase de objetos voladores no identificados reportados a partir de una serie de informes periodísticos originados en el oeste de Estados Unidos y que se extendieron hacia el este del país desde finales de 1896 hasta principios de 1897. Se consideran la antesala y los predecesores culturales de los modernos avistamientos de ovnis.

En el siglo XX y XXI el tema ovni vivió una curva similar a la Campana de Gauss, comenzando por el ya relatado comentario del piloto Kennet Arnold en la Cordillera de las Cascadas el 24 de junio de 1947. Al mes siguiente se produjo el incidente ovni de Roswell, en Nuevo México. Siguiendo a Donald Menzel, fuese cual fuese lo aparecido en Roswell debería quedar fuera del campo ovni, pues no es nada que se viese volando. Pese a todo, y debido a la vinculación desde su inicio con visitas extraterrestres, se tardó muy poco en reunir los dos sucesos en la misma categoría.

Es necesario volver a repetir las acuciantes necesidades de la CIA en particular y del gobierno estadounidense en general para conseguir información de lo que sucedía en el interior de la Unión Soviética.

Según relata uno de los asesores de la investigación ovni, el ya citado Carl Sagan,26​ esa necesidad acuciante de información llevó a desarrollar multitud de globos aerostáticos con el objetivo de captar indicios sobre los progresos soviéticos. Muchos fueron lanzados desde distintos lugares con la esperanza de que cruzaran el país enemigo para ser rescatados después con algún resultado.

Uno de dichos intentos era el Proyecto Mogul que analizaba el aire para buscar evidencias de pruebas nucleares soviéticas. El Mogul estaba catalogado como secreto y actualmente se tiene por el responsable de lo que sucedió en el pueblo de Nuevo México, afirma Sagan,​ incrementado también por la próspera industria turística local, como narra Ballester Olmos.

​ La posibilidad de tener guardado y en secreto un acontecimiento como ese, la evidencia de haber sido visitados por una inteligencia extraterrestre, es considerado de todo punto imposible por autores como Ricardo Campo, pues empequeñecería lo realizado por Colón o por el Proyecto Manhattan del que ya tenían noticias los soviéticos antes de su culminación.

​ El español esgrime que ni la fabricación de las armas nucleares pudo mantenerse bajo secreto, pese a existir un acuerdo previo de silencio, mucho menos ocultar durante décadas un descubrimiento de capital importancia para toda la Humanidad como es la prueba irrefutable de otro tipo de vida inteligente.

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Documento sobre avistamiento de un OVNI ocurrido el 16 de diciembre de 1977, en el estado de Bahía, Brasil.

Tras estos sucesos, la lista de avistamientos continuó aumentando hasta que su número fue considerado preocupante por la administración Truman, que ordenó las primeras investigaciones que desembocarían en el posterior Proyecto Libro Azul. Carl Sagan indica que, cuando él fue asesor científico del proyecto, encontró un ambiente de malestar y desidia en las Fuerzas Aéreas, tanto es así que la primera denominación fue “Proyecto Fastidio” o “Project Grudge” en inglés.

Otro suceso que terminaría repercutiendo en el tema ovni se produjo a principios de los cincuenta, cuando Donald Keyhoe, ex oficial de la USAF y participante en el Proyecto Libro Azul, comenzó a ser oído junto a su mensaje de advertencia sobre lo intrínsecamente peligroso de las armas nucleares y el cuidado que debía tenerse con las mismas. A partir de aquellos avisos comenzó a surgir gente y grupos que decían haber contactado con extraterrestres, quienes les transmitían el mismo mensaje. Es en este punto, cuando los ovnis comienzan una deriva desde las observaciones hacia una especie de religión, con su ética, sus mensajes y sus nuevos apóstoles, como los describió Fernando Jiménez del Oso.

En 1961 Betty y Barney Hill afirmaron que la noche del 19 al 20 de septiembre habían sido abducidos por un platillo volante. El matrimonio no se puso de acuerdo en varios detalles, pero los dos coincidían en que al final los dejaron bajar, habiéndoles borrado los recuerdos de lo sucedido. Pese a que el especialista que los trató definió el caso como una especie de sueño, testimonios como el de los Hill comenzaron a reproducirse tiempo después en varios lugares del mundo, aumentando progresivamente las acciones realizadas a los abducidos, siempre según los testimonios de los propios abducidos. Así se han declarado casos en que los extraterrestres les realizaban exploraciones internas, implantes de dispositivos intracutáneos e incluso inseminaciones. Resulta necesario puntualizar que para psicólogas como Susan Clancy, de la Universidad de Harvard, dichas acciones pertenecen a la esfera del sueño, la fantasía o el fraude, pero “Las abducciones no suceden en el mundo real”.

Confirma las palabras de la psicóloga, el hecho de que ninguno de los supuestos abducidos haya podido aportar pruebas fehacientes de lo sucedido, los implantes nunca se han encontrado, las marcas en el cuerpo son compatibles con muchas otras lesiones cotidianas y jamás se ha traído objeto alguno que poder analizar, ni aparecen publicados, comenta Sagan, artículos en revistas científicas sobre nuevos materiales desconocidos hasta el momento.

Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo, “porque ya no le queda más por inventar”.​

Investigación

Como se ha resumido en el apartado Terminología, el gobierno de Harry Truman emprendió una investigación para saber si el espacio aéreo estadounidense estaba siendo violado con cierta periodicidad por prototipos o ejemplares de pre-serie fabricados por otras naciones, especialmente la Unión Soviética.

La primera de dichas investigaciones oficiales comenzó en 1947 bajo el nombre de Proyecto Signo, en 1949 se rebautizó como Proyecto Fastidio y en 1952 como Proyecto Libro Azul, que seguiría investigando casos hasta 1969, para comenzar después, informa Ted Wilding-White, el Proyecto Libro Blanco.

Los objetivos de dichos programas eran tres:

  1. Esclarecer si el espacio aéreo estadounidense estaba siendo violado.
  2. Saber si los platillos volantes podían constituir un peligro para Estados Unidos.
  3. Obtener, en la medida de lo posible, algún conocimiento o ventaja tecnológica.
  4. En 1969, el último de dichos programas, el Proyecto Libro Azul, fue cerrado habiendo reunido decenas de miles de expedientes y con la conclusión clara de que los ovnis no suponían un peligro para la seguridad nacional.

Líneas de investigación

En las investigaciones financiadas por las distintas administraciones participaron algunos de los más conocidos expertos, bien como directores o como asesores, entre ellos los cuatro que han marcado las cuatro líneas de la literatura ufológica:

  • Donald Keyhoe: ingeniero aeronáutico y postulador de la hipótesis según la cual las Fuerzas Aéreas estadounidenses tenían pruebas de la llegada de seres extraterrestres.
  • Josef Allen Hynek: astrónomo y más moderado en los planteamientos que Keyhoe, también terminó afirmando que se ocultaban pruebas sobre la existencia de visitas extraterrestres.
  • Carl Sagan: astrofísico y defensor de la vida extraterrestre, pero escéptico de que la Tierra haya sido visitada en el presente o en algún momento del pasado.
  • Donald Menzel: astrónomo y aún más escéptico que Sagan, autor de la frase “en primer lugar esos objetos si están identificados, sabemos lo que son, en segundo lugar en muchos casos no son volantes y, por último, en la mayoría de los casos ni siquiera son objetos”.

 

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