Petroglifos Milenarios Revelan una Cosmovisión Compartida entre Cazadores-Recolectores de Texas y México

Un estudio pionero con datación por radiocarbono y oxalato demuestra la continuidad iconográfica en murales de 4.000 años de antigüedad, sugiriendo una transmisión cultural ininterrumpida.

En las escarpadas paredes y recovecos ocultos de las Tierras Bajas de los Cañones del Pecos, una región que abarca el suroeste de Texas y el norte de México, un lenguaje visual silencioso ha perdurado durante milenios. Un equipo de arqueólogos ha analizado recientemente doce yacimientos de arte rupestre, concluyendo que las pinturas no solo comparten un estilo distintivo, sino que evidencian una concepción del universo o “cosmovisión” notablemente estable. Esta persistencia iconográfica, mantenida a lo largo de aproximadamente 4.000 años y 175 generaciones, desafía nociones previas sobre la evolución y fragmentación de las creencias en las sociedades de cazadores-recolectores.

Metodología de Vanguardia para Descifrar el Tiempo

Para desentrañar la cronología de estas obras, los investigadores combinaron dos técnicas de datación de precisión. Por un lado, la datación por radiocarbono aplicada al carbono orgánico presente en las propias pinturas, cuyos aglutinantes derivaban de grasas animales y plantas como la Yucca constricta. Por otro, la datación por oxalatos, que mide las acumulaciones minerales que se formaron sobre y bajo las capas de pigmento. Este enfoque dual, basado en 82 dataciones directas, ha permitido construir un modelo temporal robusto, situando la producción de estos murales entre hace 4.200 y 400 años. “Establecer el contexto temporal es un requisito previo para aprovechar todo el potencial interpretativo de este sofisticado sistema iconográfico”, señalan los autores en su publicación.

El Estilo del Río Pecos: Un Código Visual Perdurable

El corpus analizado pertenece al denominado “Estilo del Río Pecos” (PRS por sus siglas en inglés). Lo extraordinario, según el estudio, es la coherencia compositiva e iconográfica observada en ocho de los doce murales, creados en épocas diferentes. Estos compartían pautas estrictas, como la aplicación secuencial de colores y un vocabulario de símbolos recurrente: figuras antropomorfas estilizadas, animales poderosos como el felino o el ciervo, y motivos geométricos abstractos. Esta consistencia no es meramente estilística; los investigadores proponen que era un vehículo deliberado para transmitir un complejo entramado de conocimientos metafísicos y cosmológicos de una generación a otra.

Implicaciones: ¿El Germen de una Cosmovisión Panmesoamericana?

Los hallazgos trascienden el ámbito local. Los académicos sugieren que esta sofisticada metafísica, codificada en el arte rupestre de los cazadores-recolectores del Pecos, pudo posteriormente influir e inspirar las creencias y la expresión simbólica de las civilizaciones agrícolas mesoamericanas que surgieron más al sur. El estudio se inserta así en un debate académico más amplio sobre la existencia de una cosmovisión subyacente compartida a lo largo de amplias regiones del Nuevo Mundo, cuyas raíces podrían ser mucho más antiguas y nómadas de lo que se pensaba.

Las pinturas de las Tierras Bajas de los Cañones del Pecos dejan de ser vistas como manifestaciones artísticas aisladas para erigirse como un archivo pétreo de una tradición intelectual profunda y resiliente. Durante cuatro milenios, mediante un código visual inmutable, comunidades humanas articularon y preservaron su comprensión del cosmos. Esta investigación no solo ilumina el pasado de una región específica, sino que redefine la capacidad de las sociedades de cazadores-recolectores para mantener y transmitir sistemas de pensamiento complejos a una escala temporal que resulta difícil de abarcar para la modernidad.

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