Redefiniendo la busqueda Extraterrestre “La Tectónica de Placas y el Oxígeno: El doble filtro cósmico que explica el silencio del universo”

Un estudio geológico y atmosférico postula que la combinación de un “termostato planetario” y niveles suficientes de oxígeno para generar fuego son condiciones extraordinariamente raras, lo que podría resolver la Paradoja de Fermi.

Durante más de seis décadas, la humanidad ha escudriñado el cosmos con radiotelescopios, buscando una respuesta a una pregunta desconcertante: si el universo es tan vasto, ¿por qué nuestras antenas solo captan silencio? Conocida como la Paradoja de Fermi, esta incógnita encuentra una nueva y sólida hipótesis en la geología y la química atmosférica. Una investigación presentada en el Congreso Científico Europlanetaria 2025 sugiere que la clave para que una civilización tecnológica emerja y perdure no reside solo en el agua, sino en la dinámica interna de su planeta y en la composición de su aire.

Un Cálculo que Redefine la Búsqueda

El estudio, liderado por Manuel Scherf del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Austriaca de Ciencias, propone un marco teórico donde un planeta debe superar una serie de filtros críticos para albergar una civilización capaz de comunicarse interestelarmente. Según sus conclusiones, la civilización tecnológica más cercana en la Vía Láctea podría estar a una distancia promedio de 33.000 años luz. Además, para que una sola civilización coexistiera con la nuestra en este preciso momento cósmico, debería tener una longevidad mínima de 280.000 años. Estos cálculos, derivados de modelos geofísicos y atmosféricos, pintan un panorama donde las inteligencias extraterrestres (IET) son una rareza excepcional.

El Termostato Planetario: La Tectónica de Placas

El primer pilar de esta teoría es la necesidad de un mecanismo regulador del clima a escala global: la tectónica de placas. Este proceso geológico no es simplemente la causa de terremotos y la formación de montañas; es el corazón del ciclo carbono-silicato, el termostato de la Tierra. Este ciclo regula la cantidad de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera. Las rocas en la superficie absorben CO₂, que luego es transportado al manto terrestre mediante la subducción de placas tectónicas. Posteriormente, los volcanes, predominantemente en los límites de placas, lo reintroducen en la atmósfera.

Sin este reciclaje volcánico, el CO₂ quedaría secuestrado irreversiblemente en las rocas, llevando a una glaciación global permanente. Un planeta con una concentración inicial de CO₂ del 1% vería su biosfera colapsar en unos 3.100 millones de años, un período que podría ser insuficiente para la evolución de vida compleja. En cambio, un mundo con más CO₂ y, crucialmente, con tectónica de placas para gestionarlo, podría mantener la vida durante más de 4.000 millones de años.

La Llama de la Civilización: El Filtro del Oxígeno

Suponiendo que un planeta supere el filtro geológico, enfrenta una barrera química igual de decisiva: el fuego. Para que la combustión al aire libre sea posible, una atmósfera debe contener al menos un 18% de oxígeno. Por debajo de este umbral, no es posible encender fuegos sostenidos. Sin fuego, no hay metalurgia. Sin metalurgia, no hay herramientas complejas, ni máquinas, ni industria, y por ende, ninguna tecnología capaz de construir un radiotelescopio o un transmisor láser. Un planeta puede estar repleto de vida, pero si su atmósfera no permite la ignición, la civilización quedaría atrapada en una fase pretecnológica para siempre.

Una Galaxia Más Solitaria

Al integrar estos requisitos —tectónica de placas activa, un equilibrio atmosférico de CO₂ mantenido durante eones y niveles de oxígeno suficientes para la pirotecnología— con el tiempo que la vida tardó en alcanzar una etapa tecnológica en la Tierra, el estudio ofrece una perspectiva aleccionadora. Los investigadores reconocen que su modelo no incluye otros “Filtros de la Gran Evolución”, como el origen abiogénico de la vida, la aparición de la fotosíntesis o la transición a la multicelularidad, cuyas probabilidades son aún desconocidas. Si estos pasos también son altamente improbables, la rareza de las civilizaciones tecnológicas se acentúa.

 La Búsqueda como Imperativo

A pesar de las probabilidades aparentemente bajas, el mensaje final de la investigación no es de desaliento, sino de propósito. Manuel Scherf enfatiza que la única forma de resolver el enigma es continuando la búsqueda. El descubrimiento de una sola señal extraterrestre representaría uno de los hitos más trascendentales en la historia de la ciencia, transformando para siempre nuestra comprensión del lugar que ocupamos en el cosmos. Este estudio no cierra la puerta a SETI; por el contrario, refina la pregunta, guiando la mirada hacia aquellos mundos que no solo son habitables, sino que también poseen la dinámica geológica y la química adecuada para encender la chispa de una civilización tecnológica.

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