Si un árbol cae en un bosque y nadie lo escucha, ¿hace ruido? Avi Loeb: La ciencia y la búsqueda de lo desconocido en un mundo dominado por el ruido digital.

La famosa pregunta filosófica: “Si un árbol cae en un bosque y no hay nadie cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?”, resurge en el contexto actual, pero con un giro moderno. La respuesta, en nuestra era digital, podría ser “No”, si definimos la realidad a través de las redes sociales. Sin embargo, hay quienes todavía buscan evidencias en el mundo real, aquellos que se atreven a desafiar las limitaciones impuestas por nuestra vida virtual. Estos exploradores, al igual que Hamlet con su famoso verso a Horacio en la obra de Shakespeare, “Hay más cosas en el cielo y la Tierra de las que sueña tu filosofía”, nos invitan a mirar más allá de nuestras pantallas.

La ciencia, en este sentido, abre puertas a un universo lleno de misterios que a menudo pasan desapercibidos en medio del ruido de las redes. Las redes sociales han reducido nuestra curiosidad, limitándola a lo que se vuelve viral, pero ¿qué pasa con lo que no se ve? ¿Qué descubrimientos se nos escapan porque no encajan en nuestros filtros de confirmación o simplemente porque no son tendencia?

Un ejemplo claro de esto es el misterio de ‘Oumuamua, el primer objeto interestelar detectado en nuestro sistema solar. Este misterioso objeto, descrito por algunos como una roca extraña, podría haber sido una prueba de inteligencia extraterrestre o simplemente una curiosidad cósmica. A pesar de los limitados datos que se lograron obtener, este objeto capturó la imaginación de científicos que no se conforman con las respuestas simples.

La Ciencia ante lo Desconocido: Curiosidad y Dudas

El gran reto que enfrenta la ciencia moderna es que lo desconocido a menudo es ignorado por los propios expertos, quienes a veces sufren una disonancia cognitiva ante anomalías que desafían su comprensión. Algunos científicos incluso han expresado su frustración ante descubrimientos que no logran encajar en sus paradigmas, como lo manifestó un investigador al decir: “Oumuamua es tan raro que desearía que nunca hubiera existido”.

Pero lo desconocido es precisamente lo que impulsa el avance científico. El exsecretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, popularizó la idea de las “incógnitas conocidas” y las “incógnitas desconocidas”, y es en esta última categoría donde se abren posibilidades fascinantes. La ciencia se enfrenta a retos que van más allá de nuestro conocimiento actual, como la materia oscura y la energía oscura, que constituyen el 95% del universo, pero también puede encontrarse con fenómenos que desafían las leyes conocidas de la física.

El Observatorio Rubin, que empezará a operar en 2025 con su cámara de 3.2 gigapíxeles, será clave para la detección de estos fenómenos anómalos. Este observatorio está diseñado para capturar imágenes detalladas del cosmos y podría ayudar a desvelar objetos interestelares, como ‘Oumuamua, o incluso tecnologías furtivas que evaden nuestros actuales métodos de detección. La curiosidad científica debe estar por encima de los prejuicios si queremos descubrir lo inesperado.

El Valor de los Datos y la Ciencia Real

La ciencia no se trata solo de teorías, sino de la búsqueda constante de evidencias. Como mencionó uno de los principales científicos que investigaron el fenómeno de ‘Oumuamua, la mejor manera de resolver una anomalía es recopilando mejores datos. Si se hubieran tenido datos más precisos, podríamos haber determinado si este objeto era simplemente una roca o algo más complejo, como una nave espacial interestelar.

En un mundo en el que la información se dispersa rápidamente y los medios buscan titulares llamativos para atraer clics, muchos periodistas científicos amplifican las dudas en lugar de fomentar la investigación. Sin embargo, aquellos que realmente practican la ciencia entienden que solo a través de la recopilación de datos nuevos y mejores es que se pueden hacer descubrimientos importantes.

Curiosidad sin Barreras

En su charla TED más reciente, el científico detrás de la investigación de ‘Oumuamua recibió una avalancha de mensajes de jóvenes inspirados por la idea de que la ciencia no tiene fronteras si se alimenta de la curiosidad. Este es el poder de la ciencia: la capacidad de mirar más allá de lo que conocemos y estar abiertos a lo que no podemos explicar.

A lo largo de la historia, la ciencia ha avanzado gracias a aquellos que se atrevieron a imaginar más allá de lo conocido. Otto Struve, un astrónomo ucraniano-estadounidense, propuso en 1952 la existencia de un “Júpiter caliente” cercano a una estrella, algo que sus contemporáneos ignoraron durante 40 años, hasta que fue redescubierto y confirmado en 1995. Struve nunca recibió el reconocimiento por su visión, pero su imaginación abrió el camino para uno de los descubrimientos astronómicos más importantes de las últimas décadas.

El universo es vasto y está lleno de incógnitas que aún no hemos descubierto. El poder de la ciencia reside en su capacidad de sorprendernos con lo inesperado, pero para llegar a esos descubrimientos, debemos mantener una mente abierta y la curiosidad siempre presente. Mientras nuestras vidas se ven cada vez más definidas por lo que es visible en las redes sociales, es crucial recordar que la realidad más asombrosa puede estar justo fuera de nuestro alcance, esperando a ser descubierta por aquellos lo suficientemente curiosos para buscarla.

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