Silencio Oficial: La Fuerza Aérea de EE. UU. Se Niega a Comentar sobre las Declaraciones de Clapper respecto a un Programa Encubierto de Rastreo de UAP
El ex Director de Inteligencia Nacional afirma en un documental la existencia de una iniciativa secreta para monitorizar fenómenos anómalos, con especial atención al Área 51, generando un llamado a la investigación congressional.
En un revelador giro dentro del ámbito de los fenómenos aéreos no identificados, una declaración de alto nivel ha sacudido los cimientos de la transparencia gubernamental. James Clapper, ex Director de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos, ha afirmado que durante su servicio en la Fuerza Aérea existió un programa activo dedicado al rastreo de objetos anómalos. Frente a estas acusaciones, las instituciones correspondientes guardan un silencio que alimenta la especulación y exige una rendición de cuentas.
Un Testimonio desde el Corazón del Establecimiento
Las declaraciones del Sr. Clapper emergieron en el documental ‘The Age of Disclosure’, estrenado recientemente. Con una carrera que abarca desde teniente general en la Fuerza Aérea hasta los más altos cargos en la comunidad de inteligencia, su testimonio posee un peso significativo. Clapper especificó que dicho programa monitorizaba actividades inexplicables, a menudo asociadas a campos de tiro en el oeste del país, con mención explícita a la emblemática y ultrasecreta Área 51. Esta base, reconocida mundialmente como un centro de desarrollo de tecnología militar avanzada, se perfila una vez más como el epicentro del misterio.
La Respuesta Oficial: Evasión y Oficialidad
Ante la solicitud de confirmación o desmentido por parte de Liberation Times, la Fuerza Aérea de EE. UU. optó por una respuesta formalista que eludió abordar directamente las afirmaciones. Un portavoz se limitó a describir el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Nevada como un espacio multidimensional para el desarrollo de tácticas y entrenamiento, destacando la jurisdicción compartida de varias agencias gubernamentales sobre el terreno. Esta falta de una posición clara contrasta con la gravedad de la revelación. De manera similar, la Oficina de Resolución de Anomalías de Todo Dominio (AARO), el organismo oficial del Departamento de Guerra para estos fenómenos, declinó proporcionar cualquier información a través de su portavoz, Susan Gough.
Un Llamado a la Investigación Congressional
La repercusión de las declaraciones de Clapper no se ha hecho esperar. Marik Von Rennenkampff, exanalista del Departamento de Estado y designado por la administración Obama en el Departamento de Defensa, ha sido contundente. Tras visualizar el documental, ha subrayado la necesidad de que el Congreso investigue la existencia de este programa secreto de la Fuerza Aérea. Este llamado refleja una creciente presión política y pública para desclasificar información y establecer una supervisión efectiva sobre un tema tradicionalmente opaco.
La Trayectoria de Clapper: Credibilidad y Contexto
La credibilidad de James Clapper es un factor crucial en esta ecuación. Su extensa trayectoria, que incluye la dirección de la Agencia de Inteligencia de Defensa y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, lo sitúa en una posición privilegiada para conocer operaciones encubiertas. Tras su retiro, su paso por el sector privado, específicamente en SRA International, un contratista clave para la comunidad de inteligencia, añade otra capa de contexto. Según se ha entendido, esta empresa brindó apoyo a oficinas de la CIA cuyas funciones evolucionaron hacia el análisis de tecnologías de armas avanzadas, incluyendo, según fuentes, la evaluación de Fenómenos Anómalos No Identificados en múltiples dominios.
La Persistente Sombra del Secreto
Las afirmaciones de James Clapper han puesto al descubierto una vez más la profunda desconexión entre las declaraciones públicas de las agencias de defensa y la información manejada por sus ex altos funcionarios. El silencio de la Fuerza Aérea y la AARO, lejos de apaciguar el debate, intensifica las demandas de transparencia. En un momento donde el interés por los FANIs ha alcanzado un nivel sin precedentes en la esfera pública y política, la negativa a confirmar o negar un programa de rastreo descrito por una fuente de tal fuste no hace sino alimentar la sombra del secreto y reforzar la imperiosa necesidad de una investigación congressional exhaustiva e independiente.
