Tecnología de Otro Mundo: Un Boina Verde Revela Impactantes “Supuestos” Encuentros con Tecnología Extraterrestre en Base Secreta de EE. UU.
El testimonio de un exmiembro de las Fuerzas Especiales sobre una esfera levitante y dispositivos alienígenas conmociona al público.
Randy Anderson, un boina verde que sirvió ocho años en las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos, ha sacudido al mundo con declaraciones asombrosas sobre su supuesto encuentro con tecnología extraterrestre dentro de una base subterránea de la Marina en Indiana. Los acontecimientos, según Anderson, ocurrieron en 2014 durante su participación en un curso de entrenamiento avanzado en armas en la Naval Support Activity Crane. Segun señala dailymail.co.uk.
Según relata Anderson, él y otro boina verde fueron llevados en un ascensor hacia una instalación subterránea tras completar una serie de ejercicios de entrenamiento. “La puerta [del ascensor] se abre, pasamos por un puesto de control de tipo seguridad. Lo primero que me llamó la atención fue que era significativamente más moderno que todo lo de arriba, y eso era extraño”, recordó en su entrevista con Jesse Michels, presentador de American Alchemy.
Tecnología más allá de la comprensión humana
Anderson describe haber sido conducido a un área identificada con un cartel que decía “Tecnología de otro mundo”. En ese espacio, presenció una esfera metálica, del tamaño de una pelota de baloncesto, flotando sobre un podio. “Era como si estuviera viva, casi líquida, pero metálica”, comentó. Según los investigadores presentes, este objeto había sido recuperado de una nave estrellada y supuestamente era parte del sistema de control de la misma. “Interactuaba con la conciencia”, explicó.
Además, mencionó que le mostraron otro artefacto: un dispositivo metálico rectangular con una pantalla similar a un cristal que podía envolver el antebrazo de una persona. “Casi parecía un espejismo, y en su pantalla comenzaron a aparecer símbolos jeroglíficos. Parecía algún tipo de herramienta de comunicación”, detalló.
Anderson sugirió que estos objetos no solo estaban relacionados con tecnología alienígena, sino que también parecían responder de manera específica a ciertas personas. “Dijeron que la interacción con la tecnología podría depender del ADN o de la conciencia de la persona”, afirmó.
Inspiración para hablar tras una década de silencio
Durante casi diez años, Anderson mantuvo en secreto su experiencia, pero afirmó que las recientes revelaciones de otros denunciantes lo inspiraron a hablar. Uno de estos denunciantes es Mike Herrera, un exinfante de marina que declaró en 2023 haber presenciado cómo un platillo volante era cargado con armas en Indonesia.
“Vi que David Grusch fue lo suficientemente valiente como para salir y que ese tipo tenía información de muy alto nivel”, dijo Anderson, refiriéndose a Grusch, un exfuncionario de inteligencia militar que testificó bajo juramento sobre programas secretos del gobierno relacionados con tecnología no humana.
Según un artículo de Daily Mail, Grusch declaró que Estados Unidos ha recuperado OVNIs desde la década de 1930 y que se han llevado a cabo esfuerzos clandestinos para retroingeniar esta tecnología.
Dudas sobre la manipulación de recuerdos
Anderson también insinuó que podría haber sido sometido a algún tipo de manipulación de sus recuerdos tras el evento en la base subterránea. “Cuando pienso en este recuerdo en particular, y esto nunca me pasa con otras cosas, me siento muy confuso, como si algo se hubiera hecho a propósito para que así fuera”, admitió.
Sus declaraciones han despertado nuevas preguntas sobre la existencia de programas secretos dedicados al estudio de tecnología extraterrestre y las implicaciones éticas de tales investigaciones.
Un relato sin evidencia concreta
Aunque las declaraciones de Randy Anderson son intrigantes y alimentan la fascinación por los fenómenos extraterrestres, su testimonio carece de evidencia tangible que lo respalde. Más allá de su relato y un certificado de entrenamiento en la Naval Support Activity Crane, no presentó pruebas documentales, fotográficas o materiales que confirmen la existencia de la supuesta tecnología de otro mundo.
Esto deja las afirmaciones en el terreno de lo anecdótico, lo que genera escepticismo en muchos sectores. Sin evidencia verificable, el relato de Anderson se suma a una larga lista de historias fascinantes que han surgido en torno a las teorías de conspiración sobre tecnología extraterrestre y programas secretos. La falta de pruebas concretas plantea la pregunta: ¿son estas historias el resultado de recuerdos distorsionados, desinformación o una búsqueda sincera por revelar la verdad?
Hasta que surjan datos verificables y contrastables, este testimonio no puede ser considerado más que una anécdota interesante dentro del creciente debate sobre la existencia de vida extraterrestre y sus supuestas interacciones con la humanidad.
